Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




Haz click para ver los videos de mis prosas poéticas.


jueves, 17 de abril de 2014

Alma vagabunda


Cálidos crepúsculos


Cálidos crepúsculos,
junto a tu lado, frente al mar,
el horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos envuelve en su magia de espejismo,
de visiones
que nos transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos lentamente
en la inmensidad del cielo.

Cálidos crepúsculos,
admirable naturaleza,
siempre la misma y diferente,
 maravillosa de belleza,
renovada constantemente
que nos sumerge en oleadas de pasión
 frente al sol
anunciando su poniente
bajo la celeste amplitud.

Estos momentos imborrables
son fuente de inspiración de poemas de amor
y manantial de ritmos y cantos
para que los versos como tesoros escondidos
surjan en estas tardes de escarlata.

Cálidos crepúsculos,
denme a beber la poesía
en el raudal de meditaciones sin fin
 como salmos que desbordan cielos y tierras.

El himno al amor todo lo ennoblece,
 todo se agranda a sus clamores,
el firmamento resplandece,
la tierra se cuaja de flores.

Cálidos crepúsculos,
hay en su grandeza,
ternura que fulgura,
armonía que se potencia
en segundos apenas
y los versos vuelan con las aves,
con los rumores de los ríos.

Es la hora del amor,
retornan a los nidos, las leves golondrinas,
sus alas son dos mimos flotantes en el viento,
los bosques se adormecen
y velan las colinas,
es el momento del recogimiento
y del silencio profundo
surcado por suspiros apasionados.

Poco a poco,
 puéblense de sombras el ambiente
y levántanse del fondo de nuestras almas
los sagrados sones de nuestro amor
descendiendo por diáfanas escalas
 a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.

Cálidos crepúsculos,
como música con ritmos sin fin,
son instantes que la ilusión guía,
la tarde apaga sus colores
y los astros encienden sus lumbreras,
nuestros corazones palpitan
y vibran al unísono
en un total arrobamiento de confidencias
y secretos íntimos.

Parece que flotamos
en una suave cadencia
entre el cielo y el mar,
nuestros pies no son pies,
son alas de aves,
bajo el fanal errante de la luna
que despacio asciende
con su áurea luz, espectral y hermosa,
dilatando el paisaje que nos protege,
nos cobija como un temblor de encaje.

Luna que comienza
 a alumbrar nuestro camino,
vago y blanquecino
hacia nuestro nido cálido
y embriagador de dichas supremas.

Cálidos crepúsculos,
 luces que el cielo envía
como poesía ardiente
en el atardecer nostálgico,
conduciéndonos entre bellezas de luces
al encuentro de nuestros cuerpos
que se buscan con ardor
y entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando absortos
 la imagen del cielo
unida a la forma de la Tierra.

Ya no te quiero


Ya no te quiero,
ya no necesito
el beso vital de tus labios
y tus cálidos abrazos.
Se escaparon los misterios
y el encanto.

Ya no te quiero,
es cierto,
no añoro tu letargo,
renuncié a la utopía
y a los sueños en vano,
ya no late en mis venas
la ilusión del pasado.

Ya no te quiero,
es cierto,
ni cerca ni lejano.
Quiero que lo sepas,
no te amo en pasado,
no te amo en presente,
ni te amo en futuro,
es un amor que no existió,
sin distancias ni tiempo.

Ya te olvidé,
te dejé a la vera de mi camino
aunque nada fue en vano
porque ahora
voy a un tiempo de paz,
de ventura,
de gozo,
en búsqueda de la eterna fantasía,
que al soñar el palpitar
se desvanece y realizar espero todavía.

¡Mujer poeta,
llegará tu día en que serás amada
y amarás por siempre!
Acudo presurosa aunque
llegue triste y fatigada
a encontrar la fuerza y la alegría
que tú me habías quitado.

Todo mi dolor se va
con palideces de plata
y se alza un himno cadencioso
de frías notas calladas
en los rayos de la luna,
reflejando un
¡ya no te quiero más!

Al fin te fuiste de mi vida
entre el ramaje dormido,
en voz baja,
sin rumores,
sólo en silencio como un misterio
escondido sin una palabra cortada.

Tan solo se oyen gemidos
cuando los rayos son idos
y la luna más palidece.
Hoy deseo volar alto,
dichosa, viva y feliz,
ya no estás más en mi vida,
ni en sueños te quiero ver.

Ya no te quiero,
es cierto,
el sueño de amor no existe más,
no quiero perder la paz,
no volverme otra vez triste.
Muere el sol en el ocaso
y llorando mis amores
se desangra en resplandores,
el silencio paso a paso
limpia mi alma de resquemores.

Hoy sólo aspiro
al aroma de un ramo con flores,
de risueñas margaritas
y pensativos tréboles
que me inunden en sus matices
cálidos pulidos por el sol
y por la lluvia.

Ya no te quiero,
es cierto,
no deseo el viento del jardín
de los recuerdos nuestros.
Desde el fondo,
soplad,
trayéndome las flores deshojadas
¡que las quiero olvidar!,
escóndanme lejos,
cerca del arroyo de tristes armonías
y tu recuerdo desaparecerá.

Ya no te quiero,
es cierto,
no quiero más
nuestras noches con sus astros,
de tenue claridad,
de aquellas noches llenas de poesía,
música y canto
porque ya hace frío al irse el amor
con su intensa lobreguez.

Ya no te quiero,
es cierto,
aspiro una calma honda
para que mi corazón lata
sin prisa ni temores,
sin hoscos recelos
y sueños rotos.

Mi nuevo camino transformará
en versos y poemas de amor
el nuevo descanso de esta vida nueva,
como centinela eterno
de este mundo mío.

Tu silueta al desnudo


Tu silueta al desnudo,
ya no está a mi lado
y pregunto por tu ausencia
mientras mis ojos
se acostumbran a la oscuridad.

Si eras un fantasma
siente en las palmas de tus manos,
en los labios,
la cálida huella aún del abrazo
en el que estábamos juntos.

Estamos al otro lado
de los sueños que soñamos
y tu silueta al desnudo
me acompaña siempre.

Amo tu desnudez,
porque desnudo
me bebes con los poros,
como hace el agua cuando
entre sus paredes me sumerjo.

Tu desnudez derriba
con su calor los límites,
me abre todas las puertas
que te adivine,
me toma de la mano
como a una niña perdida
que en ti dejara quieta
su edad y sus preguntas.

Tu silueta desnuda
se refleja en las sombras,
en los espejos irisados de luces,
azogados por el tiempo
y como aromática lámpara
me elevas a lo alto
hasta las nubes
desdibujadas del cielo.

No quiero que te vayas
porque habrá humedad y frío
hasta en la música,
sólo quiero tu júbilo
matutino y palpable,
la concreta verdad
que repartimos desde el fuego
con el clamor de piedra
que exigió la esperanza.

Tu silueta desnuda
me lleva al susurro del bosque
y me hace distinguir su lenguaje
que no se lo que tiene
que al oírlo sin límites,
sus goces aumenta.

Tu amante voz,
divinamente extraña,
habla a mi corazón
en los rumores
de la tierra gentil de mis amores.

Tu silueta desnuda
hasta hace que la flor
se lleve y eche perfume
en ondas que se levantan
mientras se mece el tremolar florido
y donde los mirlos,
los zorzales,
los chingolos,
sus ensueños cantan.

Yo como tú amo el amor,
la vida,
el dulce encanto de las cosas,
el paisaje celeste
de los días de estío.

También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote
de las lágrimas.
Creo en el mundo del amor
y que la poesía como puente,
es de todos.

Tu silueta al desnudo
hace que mis venas
no terminen en mí,
si no en la sangre unánime
de los que luchan por la vida.
el amor,
el paisaje,
la poesía.
Reboza,
rebózate,
de amar
y de ser amado.

Tu silueta al desnudo a mi lado,
¿no sientes el tremolar del viento,
bandadas de aves al vuelo,
de caricias tenues y suaves
como campo de margaritas
rojas y blancas
de perfumado chal?

Nuestras manos palpan,
acarician,
aman y guardadas
quedan en el fondo de nuestras almas
lo que tocan los ojos
y palpitan las manos.

Tu silueta al desnudo,
cerca, muy cerca,
inmóvil, marmórea,
clara, secreto fruto celeste
suspendida en nuestro nido,
en aquella rama alta.