Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 8 de junio de 2014

Lluvia de pasión


Candidez amorosa


Candidez amorosa,
mis pasos de alondra,
pisaron el otoño húmedo
y te sentí volar entre la fronda
 indiferente de viejos pergaminos,
te fuiste lejos,
a lugares inciertos.

Quise seguir tu vuelo solitario,
quise amarrar mis ojos
a tus amadas alas,
quise rehacer mis dedos
con tus plumas,
quise volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre tus cálidas caricias.

Candidez amorosa,
inocente, crédula,
creía fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú volabas, volabas…
Autómata, juguete de papel y cielo
y te tragaba el viento
y te mordía la distancia luminosa.

Y yo, soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día
yo sería la rama de tu nido.
Candidez amorosa,
entre trinos y cantos, versos y metáforas,
 tejiendo nuestro hogar
para ser tuya en nuestra rama
y donde allí posarás tu piel
con el ahogo de tu aliento.

Pero el tiempo pasó,
 lento, muy lento,
no hubo nido, tú volaste…
Fuiste un cuento, mi sueño,
mi leyenda de otoño en serenata.

Candidez amorosa,
cuando mis ojos gritan tu nombre
en la soledad de la distancia imperdible,
el recordar el abrazo de tu piel,
de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me eleva,
buscándote en esa distancia lejana
donde tú te resguardaste,
 te escondiste.

Mi vida es ahora
un cielo trivial de sueños locos
que llenas con tu aliento
de viajero errante y taciturno.
Aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes
con tu pasión de viento.

El sol será mañana
un plato de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas.

Candidez amorosa,
¿adónde me conduces?
 ¿Por sendas de ingenuidad,
candor, inocencia?

Creo en todo lo que me rodea 
y a veces agobiada, debilitada,
 por creer en imposibles,
me tiendo
en el manto oscuro y plácido
del campo abierto a la noche
y entre las estrellas rutilantes
 me voy en tu búsqueda
con tus sueños y pensando imposibles,
que nuestro amor como pájaro sin alas,
se acurruca desarmado
en nuestros cuerpos,
en nuestras bocas,
en nuestros corazones.

Candidez amorosa,
canta el río mojado de tipas
y empedrada en la sed del silencio
se consumen nuestras formas
 fundidas en el tiempo inagotable.

Placeres y gozos,
 caricias que desgarra,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es nuestro amor
que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.

Amor mío,
desboca los temores indefensos,
mi aliento con tu boca,
haz mi piel con tus ojos de humo
 y del mundo sin final
 la comunión de una eterna entrega.

Embrujamiento de amor


Embrujamiento de amor,
hechizo encantado
que encendiendo velas
donde el viento sacude mi negra soledad,
me lleva a evocar el pétalo de tu sombra
que vive en la eternidad.

El silencio me sigue,
pienso en tu sonrisa
y tu sonrisa está conmigo
 y sigue clavada por siempre
en mis ojos
detrás de tu perfume que se negó a partir.

Embrujamiento de amor,
la lluvia desgrana el gris de tu mirada,
 mi angustia se prende
de cada gota pordiosera
que me regala el recuerdo
de tus ojos plomizos y aleteantes.

Me fascina lo que tú eres para mí,
el fino aliento de la aurora
y el abrazo de sentimientos mansos.
Eres el conjuro
de mis días de tormentas,
la claridad ladina que perfora nubes,
 la placidez del agua
que en mi piel revolotea.

Me seduces, me encantas, me hechizas
y toda esa cosquilla
que se mueve por mi sangre,
 te llama y te siente mío
 para siempre.

Embrujamiento de amor,
cabalgando en vientos de perfumes y oro,
consumí tus besos de mariposas y miel,
 tus caricias me ataron
a la sombra de tu fuego
y en tus palabras
 enredé mi alma para siempre
aunque mi cuerpo
 te siguió febrilmente
 por caudales de tiempos perdidos.

Soy tu niña,
la de la piel de nácar,
aún en este otoño mío
y acaricio el silencio de tu ausencia,
porque desde tu lejanía
siento tus caricias venir a mí,
febriles y con desatada prisa
que en galopes de metal y plata
 llegan a mi cuerpo
nostalgioso y anheloso
de tenerte entre mis brazos,
 donde bulle mi amor pleno.

Embrujamiento de amor,
 con la fuerza vital de la Tierra,
me interno en mí misma,
salvaje y primitiva
para lamer mis heridas
y renacer bajo la lluvia,
soy quien soy y sé que soy
un alma tejiendo amor.

¿Quién me ama más que tú?
Con un hechizo de callado empuje
se te sintió venir,
desde soterrados abismos,
lindes de tierra por los cuatro lados,
bajar y subir desde tinieblas seculares
a luces que como miraderos de amor
 se ofrecen a nuestras almas de antes.

Embrujamiento de amor,
toda canción está impregnada de él,
esperando que tú sepas como sentirlo.
Amanece en el papel,
dejado por el viento
y en una blancura indecisa,
va directo hacia tu trémula espera
y acercándose va
como goces que llaman,
despacio y en silencio.

Desafíos


Desafíos,
 la vida nos enfrenta en cualquier instante
en nieblas rojas de fulgor metálico
 a sucesos que nos provocan
 profundas penas
 y congojas sin fin.

Aspiramos sin darnos cuenta
ráfagas asfixiantes
de mudo asombro ante retos
que creímos no provocar
 y que como dagas de filoso filo
se clavan en nuestro corazón.

¿Cuál es la causa?
¿Qué provoca tanta desolación,
tanta crueldad, tanto dolor?
¿En qué lugares secretísimos y ocultos
se escondieron la solidaridad, la confianza,
la amistad, la ayuda mutua?

De entre las sombras
surgen provocaciones inesperadas
que rondan y avanzan
 hacia nuestras almas
 y como truenos errantes
 retumban con salvajes estampidos
 en nuestra paz interior
 quebrada con parpadeos de miedo y pesar.

Desafíos,
a veces en minutos, un desplante,
 una provocación sin causa justa
 hace que nuestro firmamento cruja,
 se desquicie
y la noche de una sombra oscura
 se hunda en nuestros ojos en tinieblas.

Desafíos, querellas inútiles,
episodios tristes, incidentes falsos
que causan una horda de fuego
en nuestro espíritu
antes pleno de amor,
de recogimiento, de gratitud a la vida.

Son instantes de bravatas no merecidas
 que como racha glacial
 toca nuestra frente
llenando los espacios infinitos.

Desafíos,
litigios que avanzan
bajo el soplo de un viento huracanado
 que sacude los árboles de la vida,
caen los pájaros muertos de los nidos,
vuelan las ramas, los ramajes rotos
y nuestro espíritu sufre
 y se mezcla con fantasmas aturdidos
 crujiendo sordamente el dolor
 que nos provoca la ira,
la desazón, el alarde inaudito.

Desafíos,
 nuestra alma humana
herida de amargura
necesitará otras manos
 para curar su pena
cubierta de mentiras difamatorias
y soberbias en un alarde aplastante.

Pero la esperanza poco a poco
 retorna a nuestro espíritu,
de nuevo el rayo entre las nubes vibra,
surgiendo de entre las hojas
 luces brillantes
proclamando la verdad y el amor profundo.

¡Por fin, desde la altura,
de un cielo azul profundo,
las estrellas de cándida hermosura,
 llenas de compasión y de ternura
dejan caer sus luces sobre el mundo!

Desafíos,
caerán débiles y medrosos
a hundirse en oscuros huecos
de secretos ocultos
y la fe se elevará segura
en su dulce amor a la vida,
en un fulgor de alboradas
con música de brisas
de nuevas primaveras.

Así las almas como estrellas errantes
 iluminarán la amplitud del cielo
entre ilusiones de un vivir de amor
 que se cubre de poesías
 en nuestros sueños serenos y anhelados.