Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 31 de agosto de 2012

Te siento


Te siento cada día rozándome invisible, sutilmente, impalpable, sin tocarme, te deslizas a mi lado y aunque sé que siempre te he llevado conmigo, eres siempre la suave, dulcemente imposible, mi lejanía luminosa. 
Te siento cada día cantar, más no sé donde, eres algo que vive más allá de mi misma y aunque siempre eres nube y horizonte lejano mi espíritu solitario te sueña siempre. 
Mi alma te busca tras toda emoción ¡Mi camino está lleno de tu nombre! ¿Dónde estás? ¿Dónde estás? Te siento llegar, muy cerca de mí, trastocas mi mente en un torbellino y quiero cantar con la voz del alma el himno del amor eterno, quiero abrazar con mi cuerpo de luna el templo de Eros de tu alma tranquila. 
Te siento, quiero sentir tu presencia huidiza, sumergiéndome en la luz de tus caminos, volar con el ritmo del viento hacia las alturas del amor y entregarme a ti para siempre en el éxtasis de nuestra unión secreta. 
Te siento, tu suave aliento ya roza mi piel, presiento tu ser que se acerca y como todo en mi vida es un presentimiento. 
Soy como hoja media desprendida que ya la agita sin llegar el viento, quedo hoja temblorosa y conmovida al imaginarte cerca de mí. 
Te siento, mi angustia y mi tristeza se han volado lejos, sólo aparecen chispas, destellos que calman en fervores tu presencia cercana en innúmeros espejuelos que sobre la faz de agua anuncian tu llegada. 
Te siento y en una agitación creciente, un festivo clamor de relumbres, de fulgores, proclama que estás ya conmigo en una paz eterna de amores y de goces. 
Te siento ya y entre luces, sombras, brisas, vientos, el cristal es la espuma surtidora como fugitivas centellas  refulgiendo en sus reflejos.
¡Ah tu voz lenta y triste, ya la presiento a mi lado! Eres mi sed, mi ansia sin límite, eres mi camino ansiado. 
Te siento y vas tiñendo con tu amor mis palabras porque todo lo ocupas tú ¡vivamos siguiéndonos uno al otro como el viento que lleva la hojarasca y sumerge de besos la distancia.

Prisionera del tiempo


Estoy entre sombras, en demasiadas visiones, pero mi vida algo tiene de plácido,  no todas son heridas, hay atisbos de momentos de amor y ternura que se cuelan en los resquicios de mi alma. 
Prisionera del tiempo ¿de cuál?, ¿del de Hoy?, ¿del de ayer?, ¿del de nunca? 
La vida tiene sombras y las pasiones que ya no existen, agonizantes, la ternura huída, todo lo amado que al pasar se olvida es fuente de angustiosas decepciones. 
Prisionera del tiempo, me escondo, huyo, corro y a hurtadillas lo dejo pasar sin que me encuentre para vivir el remoto porvenir que traerá hondos y vívidos cariños, ternura profunda y besos puros. 
Viviré amaneceres distintos donde la brisa juguetona bajará a dejar en mis alas ganas de volar, atravesar el cielo como aquel lucero. 
Y así como el águila vuela muy alto y se deja llevar, yo tocaré con mis labios tus suaves mejillas y así despertaré al amor, al éxtasis latente del corazón. 
Prisionera del tiempo que me lleva a soñar que forjo poemas en aquel instante, en el este ahora, versos nuevos, audaces, que afloran en un conjuro mágico. 
Prisionera del tiempo porque al escribir dejo de estar en el aquí y ahora, me voy a otro tiempo, a otro lugar buscando ritmos sonoros, potentes, graves otros como canto de aves con estrofas agudas excitantes, con rimas ricas de campanilleos agudos que tienen el don de la seducción de la palabra y del verso. 
Prisionera del tiempo, junto sílabas dulces como el sabor de un beso y en el hoy o en el mañana vuelan hacia hondas lejanías
donde mi amado las espera.
 
Y por un tiempo que a veces se confunde con la vida por lo veloz que pasa, inventarás una fábula y me harás creer que existes y que eres capaz de amarme por siempre. 

Y apareciste tú


Y apareciste tú, el desconocido, el esperado, venías despacio, sin prisa, sin trabas.
No me has hecho sufrir, si no esperar, yo sólo te esperaba,
con ansias de amar y ser amada.
Y apareciste tú, sabía que algún día vendrías desde el otro horizonte, amaneciendo a mi lado.
Tú, el deseado, el noble, el que me da paz y ternura y me inspira los poemas de amor pleno de anhelos y de ilusiones tiernas.
¿Por qué, pregunto, tardaste tanto en llegar a mi vida si tú no estabas ausente?
Y apareciste tú, te veo ir y venir, a tí, a tu presencia anhelada, que se termina en voz como en humo la llama en el aire, impalpable, sin tinieblas.
La forma de querer tú, es dejarme que te quiera, el sí con que te me rindes es el silencio, quieto y calmo.
Y apareciste tú, como un regalo del mar a mi pulso y a mi deseo, como una flor de cielo y me brindaste tu confianza, la que voy tejiendo con hilos de fina plata para unirnos en una red de infinitos lazos.
Y apareciste tú, sin el menor movimiento te expresaste libremente dando paz a mi alma.
Soy por tí, una persona distinta, creció en mi interior una calma que fluye y se alarga hacia el eterno fin,
Y apareciste tú, con una ternura vaga que conmovió mi espíritu y ahora cuando tú te acercas tiembla, medita, se recoge y calla suavemente.
Y por tí mis versos son ahora un pensamiento puro que se vierten como recuerdos de tiempos que no vuelven pero que en su trasfondo son imágenes del amor esperado, ansiado, en un lenguaje mudo sin voz ni palabra que en momentos de dicha suprema, tembloroso el espíritu habla…
Y apareciste tú, ahora somos dos seres que tiemblan y se aman bajo la luz de la luna que el paisaje baña.
Y por tí, un manto de fina llovizna cálida me cubre y me envuelve protegiéndome de la soledad sin esperanzas de amor.

Amor en vuelo


Golondrinas, se las ve llegar, en un vuelo perfecto, seguro, surcando el aire como arcos de luz.
Vienen ahora, en primavera, de lugares lejanos y rodean mi paisaje con suaves aleteos, bajando secretos divinos de otros mundos a donde huyeron para salvar su vida.
Amor en vuelo, mi alma se abre para recibir el gozo y la alegría de verlas rondando en suaves caídas mis retamas en flor y mi techo rojo y ventanas abiertas al todo. 
Anuncian lo tan largamente esperado, el calor tenue y cálido de los aires marinos. Flotan en el aire, en la luz clara del día, en aleteos rápidos y raudos. 
Golondrinas, símbolos del amor esperado, nos traen la felicidad anhelada  con su perfección de formas .Su plumaje corto y liso, su oscuro color algunas como azogue negro, otras azules con tenues blancos y rojos, destacan la diafanidad del cielo azul. 
Su silueta y forma inconfundible,  vienen de lejos ágiles y veloces  buscando el ansiado calor.
Amor en vuelo, su danza elegante describe en el aire luces de goces y alegrías de vida.
Sus corazones en latidos intensos me inundan de felicidades y alborozos, han  llegado a mí por fin, trayéndome a mi alma sus voces de amor.
¡Cuánta alegría nos brindan en sus raudos vuelos! 
Buscan sus nidos,  los del ayer y los cubren con sus caricias breves e intensas.
Amor en vuelo, venido de la inmensidad del mar para dar calor a mi alma y agitar las fuentes de mi ser. 
Golondrina, en tus alas llevas todo el tiempo la eternidad del amor y con tu aura tenue llevas mis letras,  mis palabras, mis poemas al compás de tu corazón a lugares remotos y lejanos para que en susurros acaricien el alma del que espero…