Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 19 de mayo de 2014

Puerto oscuro


Una luz encendida


Una luz encendida,
un deseo infinito de encontrar
ese amor verdadero y pleno.

Cuando un rumor ambiguo y exigente
se me estanca en las venas
y mi voz se resquebraja,
se reseca como un erial de cuero,
acudo al largo camino iluminado
y le entrego el impulso circular
que pudo ser un verso,
un poema,
una prosa poética de amor.

Una luz encendida, hacia ti voy,
a encontrarme con mi amado amante
en los jardines en donde nos acogen
y sus duendes nos inventan matices singulares,
dejándonos gotas de sueño
hasta el más allá,
donde el temblor pluvial nos hace falta.

Una luz encendida,
íntima,
nuestra,
que emerge del vegetal periplo
con un guiño punzante
trasmutando en estrella el cielo circundante.

Alquimia secular de los jardines
donde se trueca la sigilos
a confidencia en altos aires tallados,
esclarecidos.

Una luz encendida
entre nuestros cuerpos de mármol y perfume
y el amor se desliza en nuestras manos
acariciando la piel desnuda ungida
hasta nuestros dedos,
en brazos de estatua
esculpidos por la pasión fresca.

Te siento junto a mí,
estás como una mariposa de fuego y de tormenta.
Una luz encendida entre tú y yo,
quiero que aturdas todos mis sentidos,
quiero sentir un cerco
que confunda mi cuerpo con tu carne,
mi aliento con tu boca,
mi piel con tus ojos ardientes acariciándome toda,
casi sin tocarme.

Apaga el viento que delira,
desboca los temores indefensos.
Quiero al fin la comunión total,
la unión que será lo sumo del amor.

El abrazo de tu piel de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me lleva.

Mi vida es un cielo trivial de jovialidades
que llenas con tu aliento
de argonauta errante y taciturno.

Una luz encendida aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes con tu pasión de viento.
El sol será mañana una fuente de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas de rocío
serán tu placer máximo.

Cual hambrientas sensitivas,
con suavidad de jazmines,
tus manos cuajan mis senos doloridos
de deseo que se entregan
agitándose a la soledad que se beben.

Una luz encendida,
mis formas inanimadas viven,
tiemblan,
se hace carne,
bajo el cincel embebido
de tu pasión noble y pura.

¡Qué sensación tan profunda arranca de mi alma!
¡Qué grito de amor desgarras
de mis poros y mi sangre!
Una luz encendida
nos envuelve como capullo en flor,
otra vez mis ojos
en el fuego de la tarde y todo perdurará…
hasta tu ausencia…

Un poema sin final



Un poema sin final,
sí un comienzo pleno,
augusto,
soberano,
un himno total al amor.

Surgen mágicos alfabetos
en hojas sin tacha,
vírgenes,
puras,
esperaban los monosílabos brillantes,
rasgos de cristal, puntas de agua.
Un poema sin final,
que dejó frases de verdades nobles,
cláusulas marmóreas,
casi totalmente blancas
que lentas pasan al papel.

Sin una gran retórica,
humildes, con pausas,
sin notas especiales,
el vapor del amor
hace componer odas lejanas
como las frases dulces
de celestes temas del eterno amor.

Un poema sin final,
con una escritura extraña,
la que llega y ya se fue,
la indescifrable,
la rápida,
la que con plumas veloces
sobre otras precipitadas
borran apenas las escribo.

Parecen escritas por otras alas,
las invisibles,
las misteriosas,
esbozadas a la ligera
pero con deseos e ímpetus
de ser leídas.

Pluma tras pluma
el poema se vislumbra
dando paz y calma al alma,
gozos al corazón
y cantos maravillosos al espíritu.

Pero cuando quiero que se vuelque
en el papel se rompe de pronto el encanto,
suelta la flor su perfume
mas si una frase lo aspira
entonces se evapora o se consume
en las cuerdas de la lira.

Un poema sin final,
sus estrofas son altas nubes
que llegan a horizontes lejanos,
no podemos escribir desde tan lejos
sus versos casi invisibles,
porque para poder hacerlos
hay que tener luz de estrellas.

¡Versos!
¡Poemas!
Con ímpetu alado al ideal,
ascended y en las estrofas
verted el tesoro conquistado.

Un poema sin final,
entre risas y lloros
en flor se congrega al rumor
de las alas de mis sueños.

Nunca pude saber
cual estrofa fue la última,
la que anunció el amor esperado,
la que en un fulgor de alborada
comenzó en mi duermevela matinal
pero que no llegó a escribir el final,
todo lo que habita en mi interior
lo guardo en un secretísimo lugar
donde habitan los ideales de mi prosa.

Un poema sin final,
en el que se rompió al punto de terminar
su encanto escondiéndose
la flor de la inspiración en un intangible ensueño.

Y busco en mi interior
ese final esperado que es imposible,
no está en mis estrofas
los sones que desde mi laúd van brotando,
son los pasos de las visiones
que conmigo lo andan buscando.

SI algún día descubriera ese final olvidado,
todos mis cantos aromarían mis versos
y pediría al viento noticias de su llegada,
al ave, a la flor,
a la nube y a los astros del firmamento.

Me haces falta


Me haces falta en la vida
porque no eres sólo la luz amanecida,
la que hiere al despertar los ojos
ya que de pronto te alumbras,
imprevisto, que esperarte,
sin saber por cual oscuridad vendrás,
dolor o noche.

Me haces falta
porque no se distingue tu materia,
ni eres ilusión vana y antigua
y traes el amor en tus trémulas  manos.
Me haces falta y te busco en cada mirada,
en cada sonrisa,
en cada destello de ilusión
con la que mi alma vibra

Me haces falta a mi lado,
busco tu amparo
en los confines del mundo
y tu templanza infinita
para que me cobijes

Me haces falta
porque necesito la ternura de tu piel,
la frescura de tus caricias,
el saber amar,
busco todo aquello
con lo que mi ser siente.

Me haces falta
aún dentro del olvido,
en los días futuros,
acaparadores de dichas.
No hay nada más que hablar,
está todo tan decidido,
cual la flecha
cuando empieza a surcar el aire
y llega a su destino.

¡Me haces falta!
Te busco en el presente,
sin dejar de mirar el pasado.
Necesito escribir en el cielo
la historia de tu amor junto al mío,
las demás superficies no alcanzan.
¡Me haces falta!
Necesito bailar junto a ti,
bailando estrechados,
todo, solos,
dando vueltas y vueltas
como un mundo los dos
un mundo solo sobre su amor
girando que descubrimos
una tarde de estío en dos miradas.

A veces pienso
en darte mi eterna despedida,
borrarte de mis recuerdos
y hundirte en mi pasión,
más si en vano todo
y el alma no te olvida
¿Qué quieres tú que yo haga,
con este corazón?

Y antes que la música angelical se calle
y nos dejen los clarines
que recorren los cielos,
nos encontraremos para volver a bailar

Me haces falta en la tarde
como un camino rumbo a todas partes
y yo perdida te busco en la noche
tan solo llamándote y sin encontrarte
¿oyó el cielo mi grito?
¿Oyó tu nombre el cielo?