Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 26 de mayo de 2016

Estoy sola

Te estoy queriendo


Te estoy queriendo,
casi sin saber cómo
ni por qué.

Mi tierra estaba yerma,
resquebrajada,
seca,
sin vida,
muerta,
esperando torrentes de gotas simientes
y apareciste tú,
en silencio adormecedor,
con un atisbo de amor.

Te estoy queriendo,
antes era yo una mitad,
una sola, vacía,
restellante de luces,
con tan sólo medio abrazo apenas
y apenas medio beso
y sólo tú
eres quien puede completarme.

Te estoy queriendo,
tu risa como diablillo
que en mis venas pirueteas,
hace latir mi corazón a prisa
y en mi mente fluye y refluye tu voz
cantarina y risueña.

Te estoy queriendo
y soy feliz,
la alegría en mí
parece ser un remolino de sol
corriendo por los campos.

Y te aguardo,
sin magia y sin milagro
ya que un dorado vórtice
inundará el cauce de mis noches
que ya no serán solitarias.

Te estoy queriendo,
despacito,
sin apuros ni desgastes
sólo mi amor se va asomando en tu horizonte
ya no tan lejano.

Cuando el cielo se afina
al conjuro de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa
abandona su puesto de guardia,
me gusta perderme en mis pensamientos
teniéndote a mi lado
como un reportero del alba.

Te estoy queriendo,
naciste al son de mis deseos
viola de amor,
entre cánticos y risas
modelados en nácar verde.

En los duros biseles del silencio,
inmóvil y solitaria te esperaba a ti,
mi señor de la risa.

Crecías hacia adentro de mis dedos
cuando tocabas desde lejos mi piel
y al rose y al llamado de tu voz
se alza mi sangre con poemas.

Te estoy queriendo,
te imagino apoyado en la mañana
circuida de luz en primavera
ascendiendo la vida de tus hombros
y en tus manos
temblando una estrella.

Tu risa, ¡oh, tu risa!
Es eco de alegría desdibujada
desde la distancia.

Tu voz ¡ah, tu voz!
Suave,
tierna,
con inflexiones espléndidas de sabiduría.
Tú, el único.

Te estoy queriendo,
imagino el pálido rocío de tus ojos
y mi corazón impulsa por mis sentidos
sangre nueva,
¡loor a la risa y al amor!

Vendavales de dolor


Vendavales de dolor,
el viento se arremolina
a mi alrededor,
con densos movimientos
por el pesar que me envuelve
al darme cuenta de que te fuiste
para siempre,
me abandonaste aún
con palabras de pasión
diciéndome que me amabas
que me querías con toda tu alma.

Vendavales de dolor,
con mis manos temblorosas y a tientas
en la penumbra de la luz
de las velas encendidas
para que iluminaran
nuestro gozo y placer,
te busco inútilmente,
te fuiste sin un adiós.

La música que nos unía a los dos
ya no se siente,
se fue con el viento a horcajadas de las nubes
e incontrolada fantasía de amor.
Mis suaves y dulces poesías se escondieron
en lugares secretos de mi alma,
ya no son mas para ti.

¿Es que en unas horas
encontraste otros ojos en los cuales mirarte,
y otros labios para besar?

¿Cómo es posible que te hayas ido
despidiéndote con palabras tiernas de amor?

¿Eran fingidas?
¿Eran traicioneras?
¿Eran hipócritas?
No lo sé,
yo te sentí mío, igual que siempre,
amándote hasta el infinito,
sintiendo tu cuerpo junto al mío,
con el calor del deseo y del placer.

Vendavales de dolor,
sí, siento ira,
enojo, dolor,
pena, llanto,
desilusión,
desolación,
desespero.

Creaste en mí un vacío inconmensurable
en el que el amor se hundió en el abismo
del miedo y del terror,
de que todo esto sucedido sea verdad
y no fruto de mi portentosa imaginación.

Te sigo amando,
te esperaré hasta el final de mis días,
hasta que me alce en volandas de vuelos de aves
hasta el infinito.

No puedo olvidarte
y te pienso a cada instante
recordando tus palabras de amor.

La vida  cambiará,
lo lograré con tesón y anhelos,
buscando un verdadero amor
que no sea falso ni traicionero,
que sea verdadero y único,
llevándome a sendas de una nueva felicidad,
no en vendavales de dolor.

Tengo


Tengo las manos colmadas
de deliciosos momentos vividos
con intenso amor,
plenas de recuerdos inolvidables
y de penas ya olvidadas.

Tengo mi cielo de día
con un vestido azul y un botón de oro,
de noche con un vestido de luto
y un botón de nácar.

Tengo de día
todo el esplendor y el brillo
por que es cuando llega el amor,
de noche me sumerjo en la invisibilidad
porque es cuando el amor se aleja.

Tengo todos los encuentros fugaces
entre luces distantes
y azares sin respuesta.

Toda mi vida me palpita
encendida entre tus brazos,
cuerpos finos y delgados,
todos miedosos de carne.

Tengo,
desde que naciste,
al son de mis deseos viola de amor,
altar en el Olimpo,
cintura cincelada en nácar verde
y perfil modelado en blanda cera.

Tengo el calor de tus hombros enlazado,
apretado en mis brazos
y me siento en la cima de los cielos
con la tierra.

Crecías hacia dentro de mis dedos
cuando herías mi piel con tu belleza
y al roce y al llamado de tus ojos
tengo en mi alma
todos los poemas alzados
desde mi sangre.

Te tengo en el verde follaje
levantado del árbol
donde pierdo mi albedrío
y en el viento caliente de estío
y en la orilla del amor enamorado.

Tengo mis sentidos
creciendo a tu espalda,
flamígeros cipreses
en hileras por los aires,
un círculo amarillo
me inundaba de cuerpo entero.

Tengo tu figura vedada a mis poemas,
a mis prosas de amor
como un cerco de jóvenes olivos.

Tengo en mi boca tu nombre
y llevando las manos a tu pecho,
amor,
desnudándote,
caminas sobre el muro
que cerca mi silencio.

Tengo un aire domado por donceles,
ramos verdes que rodean mi sosiego
posando un viento en mis labios
que te acercan más a mi
y soy feliz.

Eres mi sol y mis cánticos unánimes,
el brillo de mis bienes ya logrados
y el aire para el vuelo de mis ángeles.

Tú conservas los labios
sobre el musgo
y tu nombre en el silencio,
riela,
espero que no te apartes nunca
y siempre nazcan de tus ojos
el verde azul que refresque mis sentidos.

Tengo,
te tengo,
tengo todo en mí,
eres mi luz en el zócalo del viento
rezagando mi camino,
ancla de oro y cadenas de mis anhelos.

Eres mi música del viento,
tan leve en extensión
al amparar su son
tan breve tiempo.

Te tengo y al tenerte
¡qué sensación tan profunda arranca
de mis entrañas!
¡qué grito de amor
desgarras de mis poros
y mi sangre!