Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 6 de agosto de 2013

El resurgir de las cenizas


El final no empieza hoy

El final, ¿es el fin o el principio? ¿Es el hoy cuando empieza? ¿O es el ayer que fue?¿o quizás el mañana que vendrá?
El final no empieza hoy, termina al desandarse el camino del amor recorrido, pero si es verdadero y profundo ese final no ha de llegar.
Paso a paso, nuestras almas se unen a través de la poesía y el amor renace cada día.
El final no empieza hoy, al tomar mis manos entre tus manos nos invade la tibieza de nuestra esencia que nos hace andar los recodos y vericuetos que la vida nos depara con un soplo imperceptible de amor. 
El final no empieza hoy, aunque estén contra nosotros el aire y la soledad, la distancia y la lejanía, las pruebas y el tiempo, debemos querer y seguir queriéndonos.
El final no empieza hoy, porque el aire está lleno de esperanzas en vuelo y el amor las encuentra y las traspasa con alas temblorosas y como saeta las dispara sobre su alegría victoriosa ganando el cielo. 
El final no empieza hoy, en la blancura de la nada, nuestros corazones palpitan, gozan, aman y se encuentran prolongando su florecer sin fin por los anchos espacios de todos los crepúsculos en los espejos del mundo, en el silencio, de los azares de la vida. 
Hoy estamos juntos, somos dos separados en la lejanía pero cerca, muy cerca, en el querer de los besos, en el estar queriéndonos que nos encontramos sin buscarnos en el borde mismo de nuestros sueños. 
En la orilla del mundo se paran las ansias y los gozos esperan ya sin prisa el mirarnos recorriendo nuestras almas.
El final no empieza hoy, para nosotros, sosegadamente toco lo inanimado y nuestras almas trascienden el más allá como suaves goces de nubes con cánticos dulces de amor.

El fuego que soy hoy

Hoy soy fuego, estoy viva y mis manos abrazan la verdad y baño el aire con mis sonrisas al pensar cuanto me abrazan tus labios al besar como la boca derretida de un volcán.
Tarda noches la noche en ser auroras, la luz se hace despacio porque es tu centro una fuerza sensitiva. El fuego que soy hoy mi cuerpo y alma se abrieron ante tu magia sensorial.
¡Triunfos, revelación! Hay fulgores brillantes en mi alrededor y me llega el goce como espuma sin prisa, en impolutas láminas de sentimientos intensos y deseos de que aquel pensamiento nacido oscuro, con mi sol, a tu cuerpo he de bañar.
El fuego que soy hoy es luz que traduce incógnitas lejanas, a gozos inmediatos, a placeres sentidos hasta los más íntimos. Inconcientemente, en mis sueños estás, donde no mando yo, sino sólo mi corazón y allí tuya por siempre puedo ser por una eternidad.
El fuego que soy hoy no se apagará, es un misterio velado que la mañana que asciende hacia su colmo esplendor, paso a paso, en contornos se goza aún más y en perfiles rechaza lo desconocido, lo no sentido con intensidad.
La hoguera de mi interior se enciende sólo en pensarte y se alza arrebatadora, velocísima, como alas en el confín del mar.
El fuego que soy, está encendido en mi corazón para tí, sólo para tí, eres mi milagro de amor y cada vez que pienso en tí, siento un cosquilleo por todo mi cuerpo, te necesito a mi lado, sin tocarnos siquiera, estremecidos tan sólo con mirarnos.
El fuego que soy hoy es un sortilegio de amor, y mis versos vibran al volar al papel que los espera con ansia para que lleguen a tí mis palabras de amor.
Soy tu amante escondida que alisa la arena, bien lisa, para que en rasgos levísimos la mano escriba lo que siento por ti entre pudores de espuma mensajes de ondina son, soy tu amada total, te ofrezco mi vida.
El fuego que soy hoy alumbra la marina, en una noche estrellada entre abrazos truncos y besos que al aire fueron entre deseos que se  alzaron y altas quejas de espuma que se llevó el viento. Sin ansias y sin presas espero el amor que se inicia como idilio estrenado en fábulas no escritas.
Y tejiendo y destejiendo, el fuego que soy hoy, los versos permanecen entre hilos de luz de este raudo amor que se inicia para siempre.

Tropiezos del corazón

Tropiezos del corazón, ¡cuántos pesares causan!, vacilo en mis sentimientos, detenida en el grave concierto del otoño, escuchando como los violines y las arpas agitan un mar de hojas rojizas, amarillentas.
Tropiezos del corazón, traspié, por primera vez lloré al haber arrebatado tu rostro al deseo creciente de mi alma por querer mirarme en tus ojos y no encontrarte.
Después del letargo imprevisto que arrastró en sus alas minutos y horas, ahora lejanas y frías, conservo en mis labios tu nombre esperando que nazca de tu rostro el verde que refresque mis sentidos y tú confundido y ausente ignoras mi suplicio clamando por tí.
Tropiezos del corazón, caí en un pozo sin fondo, te añoro y te extraño, no has venido a despertar mi alma sumergida en sombras sin luces, ni rumbos.
Si pudiera gritar mil palabras serían testamento para repetir libres de mentiras y falsedades el amor que por ti siento.
Ajusto sobre un arco mis deseos y del puente que tiendo con mis flechas bajan lamentos de amor a nuestro suelo.
Tropiezo del corazón que hacen tambalear mis ilusiones y mi alma entera, apagando las estrellas de mi cielo convirtiendo mis sueños en tropeles de fantasmas tétricos que me envuelven con sus mantos oscuros de la noche llevándome por ríos inagotables de tristeza formados por las lágrimas que brotan de lo profundo de mis sentimientos.
Tropiezos del corazón, por los mares del silencio siento que crece la luna desde adentro y que como cisnes de humo flotan los recuerdos y los pensamientos en las redes sutiles de mi sueños.
¡Tu presencia se diluye a lo largo de mi barca!
¡Tú no estás! ¡Entre las tranquilas sombras ya no te pienso!
En duras alamedas de cristales padece el corazón un miedo tibio y pasa lentamente entre mis dedos la luz quemada de tus ojos negros.
Tropiezos del corazón, el desliz de mi mente cuando duermo me hace llegar al valle de tus sueños y me mueve la distancia como alas en las grietas de mi piel que vence el tiempo.
Y tu alma y mi alma se pierden en la niebla lejana del recuerdo.
Tus caricias imaginadas brotan lentas por el mapa de mi cuerpo.
¡Qué haces alma tropezando en caídas sin regreso, que no ves las celadas que me aguardan!
Tú y yo somos agua pasada que mojan las veredas  de mi vida.