Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 23 de agosto de 2016

Eres mi necesidad


Infinita Ingenuidad


Infinita ingenuidad,
mi alma está anegada
de inocencia
en una poética fe en el mañana
y aunque el viento me envuelva
en mantos invisibles,
 intangibles,
mi candorosa esperanza
de vivir el amor verdadero,
ése,
el sentido.

Necesito mañanas
sin torvas neblinas
del silencio
 estando tú conmigo
como una sombra
de mariposas frescas,
tibias,
que orillaban el vuelo
y yo confiada hacía
que el sol enredara
sus hilos con el viento.

Infinita ingenuidad,
bendita eres
 porque abres mi alma
 al amor sincero.

Sí,
soy crédula y cándida
porque feliz,
enamorada de la vida,
mi alma canta
y mientras el río me arrulla
en mis sueños enamorados
 de las sombras frescas
siento tus pasos
venir a mí,
 tú,
mi amante fiel.

Infinita ingenuidad,
 bienaventurada seas,
no me abandones nunca
 porque creo
que cabalgando
en vientos de perfume y oro
 llegas a mí
con tus caricias suaves
como pétalos de rosas,
ellas me atan
a la sombra de tu fuego
y en la sal
de tus palabras.

Allí
entre tus brazos
enredé mi alma
para siempre.

Soy soñadora,
apasionada
y acaricio el silencio
de tu ausencia
porque desde otra lejanía,
 siento el sayal de tus manos
y tus brazos
como caricias desbocadas
 que en galopes de metal
y oro
llegan a mi cuerpo nostalgioso,
así brota mi alma parca,
 allí bulle
mi amor pleno.

Infinita ingenuidad,
¿a dónde me conduces?,
 ¿a qué lugar escondido me llevas?,
 siento que candorosa y virgen
me arrancas en cada brazo
 un suspiro
y desarmas mi alma
en cada beso.

Todo está intacto
en tu inocencia pura,
eres mi música blanca
que enciende mi inspiración
y hace nacer
como hilos invisibles
mis poemas de amor,
frases que encienden
 mis limpias noches de ilusión
y de deseos guardados.

Infinita ingenuidad,
manso camino
perfumado de azahares,
de lilas
y de azucenas
 donde tu aroma
me envuelve suavemente
 llevándome a altas cimas
de goces buscados.

Ser sincera
me conduce al reflejo
 donde se dibuja mi alma.

Allí donde una imagen más
 de las que tienes
me harán vivir en un rincón
de tu presente.

Infinita ingenuidad,
siento tus alas
y nubes de música en mis manos,
 siento que todo en mí
quiere volar,
me llevas en brazos
a un mundo
que aturde mis sentidos
y me ofreces amor,
 tu amor.

Comúlgate conmigo
en mi pureza
y haz de mi vida
un lugar mágico
donde el amor vibre
y palpite
como tierno pájaro
tembloroso,
 inocente
y puro.

El cantar del alma


El cantar del alma,
que surge de las profundidades
de mi mundo interior,
inundándome de esperanzas,
amor, ilusiones y felicidad.

Me siento rodeada por hadas mágicas,
Ángeles divinos que me protegen
y me dan su bendición
y su numen, su inspiración,
con las cuales escribo
con total intensidad
poesías de amor
ya que el verbo del vivir
es amar.

Amar en todas sus formas
formando una cadena de poesías
que nos unan contra el mal y el caos.

El cantar del alma,
amoroso, ilusionado,
impactante, inesperado.
En un fluir continuo
que conlleva al mundo mágico
de la poesía de amor
la que te dedico a ti,
mi amado ausente y lejano.

El cantar del alma
cae en cataratas silentes,
día a día
por las curvas sencillas del viento,
desplazando su caudal de perfumes
en el tiempo,
sin más banderas
que el acento claro de la paz.

Te siento cada día cantar,
más no sé donde,
eres algo que vive más allá
de mi misma,
ya que eres nube y horizonte lejano.

¡Sentí tu beso sobre mi alma!

El cantar del alma
se eleva como himno del amor eterno,
quiero abrazar con mi cuerpo de luna,
el templo de oro de tu alma tranquila.

Para que tú oigas
mi cantar se afinan
a veces, las estrofas,
como las huellas de las gaviotas
en las playas.

El cantar del alma
es para ti
que vas tiñendo con tu amor
mis palabras,
todo lo ocupas tú,
todo lo ocupas.

Voy creando con mi cantar
un collar infinito  
para ti,
y miro lejanas mis estrofas
ya que más que mías,
son tuyas.

Tropiezos


Tropiezos oscilantes,
ondulados,
deslizantes
que me llevan a un mundo nuevo
cada día,
exhausta de ir
tras aventuras nuevas
en mi diario vivir.

Caigo,
me levanto,
vuelvo a caer
y a empezar otra vez
la ininterrumpida danza
tras lo inesperado,
lo imprevisto
que se presenta tantas veces
sin ser buscado
e interrumpe con suavidad,
con ternura,
instantes plenos de amor.

Tropiezos que siempre me conducen
a lugares misteriosos
entre hadas mágicas
y gnomos y duendes furtivos
que me guían
para poder volverme a levantar,
bien alta mi frente
y no inclinarme ni resbalar
de a poco hacia el suelo arenoso
y oscuro
donde yace la soledad sufriente.

Tropiezos, sin tregua,
los tiré en el aire diáfano
para que vayan
en volandas por el cielo
haciéndolos agua
para que llenen los cauces del mundo
con espuma desatada y áurea.

Tropiezos,
deslices que me llevan a abandonar
mis esperanzas
pero no mis prosas poéticas de amor,
las que dejaré que llenen
miles de páginas vírgenes
como bandadas de pájaros al vuelo.

Tropiezos tambaleantes,
callados
pero sentidos,
guardados en el fondo
de lo que mis manos palpan
y mis ojos tocan.
Tropiezos vacilantes,
vulnerables,
aparecen súbitamente
en cualquier instante,
en el menos esperado
y los dejo pasar
sin resistencias ni resquemores.

Suspendidos quedan,
ingrávidos,
buscando un pequeño resquicio
para hacerme vacilar
y sentir esa opresión en el pecho
que sólo el amor puro puede hacer
que los deje atrás,
en el ayer pasado.

Tropiezos,
resbalares sin culpa,
dificultades que afloran
como cactus en el desierto
o como racimos de púrpura salvaje
que cuelgan en el ceibal.

Poco a poco
los pimpollos van apareciendo
como el amor en mi alma
y el canto suave
y sonoro
que abre el sendero
a la esperanza
sin vacilaciones turbias,
sólo con certeras creencias
de que todo, ya pasó.

Querer vivir anhelando amores
en infatigable sed de calmas sin tropiezos,
con ilusiones de vida,
sin cansancios,
tan solo con un poco de felicidad
en instantes inolvidables
plenos de ilusión,
ideas, fe,
imaginación,
creando siempre
sueños de amor.