Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 5 de marzo de 2015

El desaparecido


La dicha de ser


Siempre se tiene que esperar la dicha
con los ojos terriblemente abiertos.
Escogida estoy ya para la hazaña
del gran gozo del mundo:
de soportar la dicha, entregar todo,
carne, vida, muerte, resurrección;
de acostumbrarme a su caricia indómita,
a su rostro dulce, a sus cabellos desmelenados,
a la quemante lumbre, beso, abrazo,
entrega total de mi cuerpo.

Dicha es lo fácil del alma,
es lo que se tiembla al sentirla venir.
Para que llegue la dicha
Hay que irse separando uno por uno,
de costumbre, capricho hasta
quedaros vacantes, sueltos.
Quedarse bien desnudos de nuestros sueños,
tensas las fuerzas vírgenes dormidas en el ser.

La dicha solo es el anuncio
de su ardiente inminencia galopante.
convoca y pone en pie,
porque la dicha quiere también la dicha.
Desgarrada en dos,
llega con el miedo de su virginidad
inconquistable anhelante de verse conquistada.
Me necesita para ser dichosa lo mismo que a ella yo.

Lucha entre darse y no, partida alma
su lidiar, lo sufrimos nosotros al tenerla.
Los elegidos para ser felices
somos tan solo carne
donde la dicha libra su combate.
Prefiere quedarse a irse,
se desgarra por sus heridas,
nuestra sangre brota, ella, es inmortal.

Dicha que despierta mis poemas
escondidos en el más allá,
los que busco en mi causada fantasía.
Muchas veces misteriosa poesía, para hallarte,
vuelo y vuelo bajo el cielo y el mar.

Te vi llegar
en cada ola que golpea las rocas.
Dicha cual caricia eres mí espuma,
formas parte de mi vida.
Mi dicha con audacia inquieta,
sin cesar, te has buscado la poesía
en el rojo esplendor del mediodía
y en la nocturna soledad secreta.

Te estoy amando


Te estoy amando,
día a día un poco más
y quiero estar contigo
en cada amanecer,
esperando la luz de la mañana,
besando tu piel
para que me sientas.

Siénteme para sentirte,
amor de mis amores.

Te estoy amando
en la entrega de este inmenso amor
que en las manos asustadas
y deseo no más oscuridad
sólo una hermosa noche
que nos abrigue con su manto,
no se nos va a quedar.
.
Te estoy amando,
casi sin darme cuenta,
te preciso en cada instante
y tus energías y deseos
me invaden del más allá.

Quiero beber de tus labios
el rocío del cielo,
el néctar de las flores frescas,
deseadas,
para perderme en tu cuerpo
entre amapolas,
azucenas y rosas.

Hazme sentir
que la vida empieza Hoy
para nosotros,
lejos de traiciones y envidias.

Ya no abrigo esperanzas,
sólo realidades,
tengo aromas de jazmín,
de parra y de trigo
en tus amantes brazos
y en tu pecho…
las aureolas de la luna
de color rosa bordadas.

Quiéreme
como yo te estoy queriendo,
haciendo de este amor
un Paraíso,
que nuestros momentos
sean una eternidad
y tú el único arquitecto
de mi felicidad.

Te estoy amando,
los colores del amor
han asomado a tus mejillas,
porque reímos y cantamos juntos
apretados como en un capullo.

Refúgiate en mi pecho
y yo sentiré tu calor
y tus besos embriagándome
de aromas
que dejas en mis senos.

¡Te estoy amando tanto,
mira de qué manera!

Será porque mis miedos
todos los ahuyentas,
llenas los espacios vacíos
de mis años,
compartes añoranzas
y tiempos que se han ido,
escucha la llovizna que acompaña mis días
con tus dulces besos
en la llegada de mi estío.

Te sumerges en mis oasis
de aguas cristalinas,
para bañar tus sueños
y que allí se cristalicen.

Te estoy amando
¡siente cuánto te amo!

¡Ardiendo estoy
por sentir tus labios en los míos,
estremecida mi alma!

Ven a mí,
¡te daré todo el amor
de nuestro existir!

Tu huella que mi mar se llevó


Tu huella que mi mar se llevó,
lejos, lejísimo,
ni se verán más tus pasos firmes y seguros,
ni sentiré tu húmeda piel sobre mi cuerpo,
desnuda está mi carne,
colando entre mis dedos mansa arena
aunque a veces hacia adentro
el deseo reverdece puliendo
artesonados por tu ausencia.

Tu huella que mi mar se llevó,
otras aguas se mueren en tu pecho
que son mar a mis sueños y mi olvido,
mas tus naves combaten y naufragan
en un abismo de geográfico equilibrio.

Iré a vivir el mañana sin que tú cerques mis huellas,
temblando de futuro,
a sentir la vida de prisa,
segundos, siglos,
siempres,
nada.

Alfabetos de mi espuma
un día te alejaron de mi mar
y yo por perdido te di,
quizás por un instante tan sólo.

Tu huella que mi mar se llevó,
porque ya no sentía las alegrías altas de tu querer
y las angustias de estar aún queriendo
poco me inundaron con lagrimones que anegaron mi pecho.

Sólo quedaron en mi alma los poemas,
las frases,
los monosílabos de amor
que se escondieron dentro,
muy dentro,
para que tu huella no se lo llevara a la nada.

Desde la tarde aquella que mi mar te llevó
aún andan por mis venas mis versos despacito
y muchas cosas he visto que pasaron traídas
y llevadas por el tiempo.

Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos,
sobre mí tú seguiste como el sol en los pétalos.

Y tu huella mi mar se llevó en la brisa de mi dolor caído,
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto,
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.

Tu huella que mi mar se llevó,
te llevaste mis caricias en el gesto de tu abrazo
y en tus palabras quedaron rumores
parecidos al lenguaje que llevabas en tu boca de agua
desde el más quieto charco al más agreste risco.

Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado una espada de espumas blancas.
Ha sonado la lucha y me siento intocada,
mi mar te llevó,
estoy sobre los siglos con fiereza de olas…

¡Nadie palpe la sombra
que mi impulso ahuyentara!
¡A veces la vida me quiere estallar
en canciones de angustia inesperada!

Yo quisiera quedarme en el secreto
de mis penas punzantes como estrellas,
pero mi alma no puede alcanzar
el silencio del poema sin palabras.