Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 2 de mayo de 2017

Leyenda de mujer


El silencio del viento


El silencio del viento,
me estremece, me acuna, me mece,
como si fuera mi amado ausente.
entre ráfagas sin sonido,
mi cuerpo siente instantes de dicha y placer.
estoy contigo.

El silencio del viento
Desde más allá, lejos, a la distancia,
el eco del silencio quiebra por instantes mi soledad.
sé que estas pensando en mí siempre.
Y en el aire del silencio del viento
lloro a las sombras en el rumor de mi alma,
que se acerca irrealmente a tu lecho,
quieto, muy quieto…
a fuerza de silencios y de besos.

El silencio del viento,
Me siento engañada,
porque llega el día
Y en mi gran lecho vacio, limpio,
sin señales de las almas
otra vez me confirman con dureza, la soledad,
diciendo que todos eran encuentro fugaces aquí abajo
de las luces distantes, azares sin respuesta,
No, ni carne, ni alma.

El silencio del viento,
Callado, calmo, vago,
como las sombras grises y palpitantes
que no se pueden besar
si no es poniendo los labios en el aire
contra algo que pasa
Y se pierde.
¡Tiemblo por dar cariño a la nada!

El silencio del viento,
¿Y si no fuera verdadero en silencio del viento,
fugaz, huracanado, suave briza o tan sólo
un soplo de aire seco y húmedo
que pasa por mi lado sin darme cuenta,
sin siquiera tocarme?
¿ y si no fueran las sombras del silencio,
sombras sin formas?
¿Si las sombras fueran en verdad reales
yo las estrecharía a mi cuerpo
con el viento danzando a mi alrededor
las besaría,
me palpitarían encendidas entre mis brazos,
todas miedosas de carne?

El silencio del viento,
Se acerca con alfabetos de letras
que se clavarán en el aire alto del más allá,
luminosos en el cielo
Y se guardarán en un mundo perdido
ya que todas las almas en el silencio del mundo…
sienten su curso como las estrellas
que vivieron en valles floridos de la tierra
Y besaron labios humanos.

El silencio del viento,
Volverá con su presencia pura
para recomponer el mundo con sólo recuerdos vagos
dentro de la niebla de los destinos humanos.
silencio que arroja a los cielos las alegrías,
los disimulos, los tiempo, las palabras,
antifaces leves sin luz ni eternidad.

Mientras te espero…


Mientras te espero…
mi cuerpo tiende a caer,
mi mente no quiere reaccionar,
mis palabras mudas estarán.

Te esperé…
ansiosa de tu regreso,
pero siento la trágica fatalidad
de no ser más
que una marca en un cuerpo
que huyó de mi lado.

Mis labios se han secado,
sedientos de tus besos,
sin ellos
es austero el firmamento.

Mientras te espero…
has dejado tu marca
en el fuego de mi pecho.

Florilegio de mi pulso enamorado,
que dirige cada hueso de mis dedos
que rasgan las cuerdas del violín
 mientras te espero.

Sabes ya que no eres,
hoy, aquí, más que el recuerdo de tu planta,
que un día arrastró
la arena que llamamos tiempo.

Tú, ahora, en mí
eres hoy, sólo huella de tu huella,
de aquella
 que marcaste entre mis brazos.

¡Sensación de retorno!
Pero, ¿De dónde?
¿Dónde?

Allí estuvimos, sí, juntos
para encontrarnos y amarnos,
pero las presencias de siempre no bastaban.

Los besos se quedaban a medio vivir
de nuestros labios,
no sabían volar en una plenitud total.

Mientras te espero…
escribiré versos,
versos que desgarren el alma.

En su primer intento,
versos que simulen estrofas,
pero tú,
eres la poesía que pierdo.

Mientras te espero…
 recuerdo mi mirada mirándote,
sentía paraísos,
virginales jardines de ti,
donde ahora, sin luz, ya no se puede entrar.

Por eso, nos marchamos,
se deshizo el abrazo,
se apartaron los ojos,
dejaron de mirarse,
para buscar el mundo donde nos encontráramos.

Y, de pronto, nos encontramos,
Sí, allí.
¿Cómo fue el encuentro?
¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos con las manos,
buscándonos a tientas,
con los gritos clamando,
con los besos que el vacío besaban?

¿Con choque de materia y materia,
combate de alma contra alma,
que a fuerza de contacto se convirtió
en victoria gozosa de los dos,
en un prodigioso pacto de amor
de tu ser con mi ser, enteros?

Mientras te espero…
 sucedió el milagro,
tan sencillo,
como una luz que se encuentra con otra luz,
y queda así iluminando el mundo.

Y aquí, dentro de nuestras almas,
pervive el prodigioso saber que nos hallamos
y que mi dónde está
no sufre memoria.

No sé quién eres


No sé quién eres,
ser anónimo,
desconocido,
que quiere entrar
por resquicios de mi entreabierta vida
para escudriñar mi alma
que como alba nube
se eleva hacia el infinito.

En los duros biseles del silencio,
inmóvil como águila señera
no permitiré que hurgues mis deseos
ni roces el llamado de mi voz.

No sé quién eres,
te desconozco,
tu voz es extraña para mí,
te desconozco en mis miradas,
desnuda o disfrazada.

Eres el desconocido
por estas tierras de mi hoy
y de mi mañana.
No quiero tener cerca
el aire que te cerca la garganta
ni despertar en tus pupilas
por no apoyar mis ojos en el aire.

Tus llamadas son nada para mí,
tú no estás en el verde levantado del árbol
donde pierdo mi albedrío
y en el viento caliente del estío,
ni en la orilla del mar enamorado.

No sé quién eres,
tú estás contra un muro hablando
y mis sentidos crecen a tu espalda,
flamígero cipreses en hilera
y por los aires un círculo amarillo
huye demudando mi casta y pura alma.

Quieres hurgar la raíz de mis sentidos vedando
con tu figura con un cerco de jóvenes olmos
mis poemas de amor
que se esconden de ti,
el desconocido.

No sé quién eres,
muda su verdura el monte nuevo
con un temblor tocado de rocío
y tú el anónimo como un árbol
doncel quieres irrumpir en mi vida
con un viento por vientos perseguidos.

Crece en mí una hiedra pálida
de dudas ahogando
en desazón al pensamiento
y buscas de tener las horas de la espera
en la ramazón elástica del viento.

No sé quién eres,
sólo sé que estás rezagando mi camino
como cruz que aprieta
las nubes contra el cielo.

Es inútil que me busques
me persigas con tu voz,
tú pisas otro suelo
y lo ignoro cuál es tu anhelo,
yo soy vagabunda del cielo,
tú un vagabundo de la tierra.

No sé quién eres,
no me busques, no me podrás hallar,
la luna es una nota errante
que se extravió de su cantar
y con su luz agonizante me esconde
y entre secretos me cobija
para que tú no me encuentres jamás.

No sé quién eres
y prefiero no saberlo.