Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Caminamos


Noche del adiós


Noche del adiós,
recuerdos dolorosos
de una noche a otra sombra,
llegando con cada paso
a ese otro lugar lejos de ti
al que te revolcaron todas las corrientes.

El viento me aspira lejos de ti,
me lleva al humo de la víspera del adiós
entre el aliento desvaído de la niebla,

Noche del adiós,
debo apresurarme
entre la oscilación y la caída,
debo atrapar la escarcha
que se disuelve en el jardín,
sometiéndome a un además tan rápido
que se asemeja a la quietud.

Noche del adiós,
último adiós,
no te veré más,
pliego mis alas para no verte,
para no resquebrajarme
y perder mi motivo de vida
en el polvo de mi nuevo camino.

Noche del adiós,
todo es posible
cuando nuestro entorno se desborda
y rehace un recuento la memoria.

Imprevistas alquimias,
Abrazos con el aire,
Peldaños que chirrían,
Cajones y puertas clausurados,
Carruajes en marcha.

Noche del adiós,
ya no sé quién soy
y a dónde me dirijo,
viaje a tumbos
en tu tablón precario
justo en el filo del marejada.

Tú te llevaste oculta
tu credencial de amor
en la noche cerrada,
no sé qué era,
sortija, perla, grano de sal, escapulario,
pero se fue contigo.

Y vas descubriendo
una parábola de brasas
a medida que te alejas.

Noche del adiós,
sólo recuerdo con ansias
tu cabeza reposada
de pronto junto a mí
entre los matorrales de la sombra.

Sigue esperándote la húmeda llanura
para tus pies desnudos y furtivos,
la aspereza del cardo,
la recordada escarcha del amanecer.

Te seguiré amando
hasta el fin de mis días,
recordaré tus besos cálidos y suaves,
tus manos acariciando toda mi piel,
tus besos recorriendo mi cuerpo.

Noche del adiós,
miraré mis manos siempre
para sentir que llegas otra vez
a buscarme.

Déjame en aire tu sonrisa
y  tal vez, cubras con tu piel,
noche tras noc
la desbordada noche del adiós.

Soy tuya


Soy tuya,
y por siempre
me sedujiste con tus palabras
veloces,
empavesadas de risas,
invitándome a ir
a dónde ellas me llevan.

No te atiendo,
no las sigo,
estoy mirando los labios
que deseo besar con pasión.

Te miro
y me inspiras amor
se que para ti
soy una simple desconocida
pero despertaste a la poeta
que aún
no había latido en mí,
con el amor a flor de piel.

Seductor mágico de mujeres
cuando deseas algo vas en su búsqueda
no pienso en lo que tú quieres,
ni lo envidio,
es lo de menos,
lo quieres hoy,
lo deseas mañana
lo olvidarás por una experiencia nueva.

En mí, los hombres ven
un abrazo que no doy
es el amor, que desbandado
por mi alma y mi cuerpo
surca los aires,
sin nadie a su lado.

No te esperaré más allá
de los fines y los términos.
No importa donde estés,
quiero verte a ti
querer porque me quedo
en el puro acto
de tu deseo,
queriéndote.

Tuya soy,
lo seré siempre,
tu mirada de cristal
inundó de estrellas
mis noches de insomnio

Tu tierna sonrisa
que de ventura pintó
mil rostros de mujeres,
tus manos suaves
que tatuaron en versos
la mar,
y me dejaron completa,
plena,
de ansias y anhelos,
ahora y siempre
seré tuya,
aún
cuando tú lo ignores.

Ahora me pierdo en la inmensidad cósmica
pero me encuentro, sí…
sí, me encuentro en mi interior.
Ahora puedo por tu seducción
volar para sentir mi libertad
Y aquí estoy aquí,
libre, sí…
Es que el sol queda lejos,
pero mi corazón no,
porque en el inverso ahora
estás conmigo por siempre
Tuya soy
olvídame,
ni recuerdes mi nombre.
Ignórame,
no soy nada,
ni nadie
pero para mí, tú lo eres todo,
reclino mi alma
y me refugio
en un pedacito de amor,
te amo antes de huir a la muerte.

Ritmos y silencios


Ritmos y silencios,
 la naturaleza toda,
siempre la misma y diferente,
nos conduce a  momentos
 únicos e inolvidables.

Dame a beber la poesía en el raudal
 de inspiración que es fragor de lucha
 en el día y en la noche meditación.
Una melodía de lejana orquesta
 viene con el día y anda en la floresta.

¿No ves alma mía
 que el silencio se aquieta
entre algarabías y festejos?
Entre ritmos y silencios,
el silencio avanza y ante él,
la esperanza del vivir entre ímpetus,
 anhelos,
deshoja una flor y el alma recibe dicha,
 alegría,
 surgiendo sin querer versos,
palabras de amor,
 prosas poéticas.

Prefiero los ritmos,
 las cadencias,
 las canciones,
 ya que el silencio
puede ser un humo congelado
 sin olor a combates,
 un perfume que estuvo,
un color que exprimió su gama de color,
el acto,
 revelado en un veraz espejo.

Los ritmos son palabras,
extendiéndose de una vez a sí mismos,
es plenitud de amores,
plenitud de periplo.

Ritmos y silencios,
 juntos se entremezclan,
 se enhebran en hilos de plata,
son dos ingredientes:
siempre y nunca.
Del silencio al silencio.
Tal el viaje completo.
En el trayecto,
ritmos, bacanales,
algarazos, proezas musicales,
 poemas de amor que vuelan.
Pero, en ambos confines del paisaje,
 silencios.

Es como un viaje,
 es la vida,
 en ambos confines
 del paisaje del existir,
 silencios.
Uno gesta el abordaje,
impío,
el otro acecha
entre corales engañosos,
las fauces abismales,
 prontas para el viajero de la vida.

Ritmos y silencios,
en motín valeroso y vocinglero,
como ángeles rebeldes,
nos alzamos para burlar el férreo derrotero
 y encontrar el sendero luminoso de la vida,
el de la alegría,
amor,
placer y gozo.

Más por más
 que hurguemos nuestro destino
está en el timón el rumbo
 escrito de cada viajero.

Un bandazo final y naufragamos,
voraz silencio engulle nuestro grito
pero con todas nuestras fuerzas
 e inagotable energía
 emergemos a la luz
 que nos hace estallar en cabriolas y danzas.

Ritmos y silencios,
nuestra vida nos disuelve
con la espuma del mar,
nos remonta con la bruma,
nos desbrida con el viento
y con un hondo estremecimiento
se aquerencia en nuestro interior
el deseo único de amar hasta la muerte.

Destellan en nuestro derredor
 un símil de paraíso,
un horizonte claro y puro,
 un límpido cielo azul
entre deslumbrantes colores
de crepúsculos cambiantes
 y así entre ritmos y silencios
 nuestra vida se desliza entre hechizos,
 magia de amores y desamores,
entre combates sempiternos
en búsqueda de la verdad de amo
sea tan solo un momento.