Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 20 de julio de 2016

Cantares

Encuentro inesperado


Encuentro inesperado,
fortuito, sin esperanzas
de que el amor único
fuera el que se acercaba, acechaba,
con ímpetus de pasión y deseo.
Mi alma se sintió acongojada,
mi mente colmada de pensamientos
incoherentes y confusos.

¿Qué sucedió en mi vida
que el amor, el sentido,
se fue y aparece otro,
no deseado, no esperado?
¿Por qué, amor no esperado,
llegas sin avisar, sin decir nada,
como ladrón por la noche,
con tan sólo ansias desesperadas
de estar junto a mí
con promesas de hacer feliz
a quien no puede impedir que entres?

Encuentro inesperado,
llegas arrasando con todos los sentimientos
que están a tu lado
para después irte
y dejar vacío mi corazón,
y tristeza en mi vida, gris y sin ilusiones.

No quiero más
que llegues a tocar
ni un dedo de mis manos,
ni a respirar a mi lado,
ni a sentir el palpitar de mi sangre
corriendo por mi cuerpo.

Tú no eres ni serás
la luz de mi oscuridad,
a pesar de tu tenacidad
y paciencia por serlo.
Encuentro inesperado, no deseado,
te quiero lejos de mí, muy lejos,
que las distancias se muevan
como alas batientes,
llevándote al horizonte de tu vida, sin mí.

Vete moviéndote con el viento
en su susurrar, sosegado,
a montes que su verdor
sangra en el río.

Encuentro inesperado,
con el hombre que alguna vez
formó parte de mi vida
pero que un día cualquiera,
como todos los amantes
abandonaron el sentimiento,
se dijeron adiós.

Él encontró su camino,
yo encontré un nuevo sentido
a mi manera de construir mi sendero.
No hubo propuesta ni un acuerdo,
todo se entregó a la nada,
a lo inconcluso,
sin palabras,
uno marcó una ruta,
yo hablé con un suspiro.

¿Por qué regresaste a mi vida?
No quiero que ni roces mi cuerpo,
ni me mires a los ojos,
mi amor por ti se acabó,
sólo dejaste un zumbido en mi alma,
palabras sin prefijos,
vocablos inentendibles,
una dicción no percibida.

No regreses más,
vete más allá de la lejanía,
sin distancia,
que desaparezca mi nombre
recogido de tu boca
que antes era el color
en la música del viento.

Encuentro inesperado,
con sabor insípido y roces furtivos
como dagas en mi pecho.
Necesito salir corriendo, agitada,
mojada en frío, huyendo de ti,
el que me hizo sufrir,
desgarrando mi corazón.

Voy hacia el camino
a una libertad madura,
con sabor a un amor de mariposas frescas,
hacia la luz,
a saborear la paz
en espera del verdadero amor.

Aromas de vergeles


Aromas de vergeles,
en prados florecidos
de multicolores flores
y de fragancias exquisitas,
allí quiero estar.

Ir en busca
del edén divino de belleza,
para no volver nada
o para volver
inhibida de fragancias
de alelíes, rosas, azahares,
azaleas, jazmines.

Tenderme en los jardines
y unida a las abejas
oír y aprender el dúo
que en la flor recién abierta,
el perfume y el color
misteriosamente elevan.

Pasar por rosaledas,
contigo abrazada
y que su aroma nos inunde
en una nube de esencia
como emanaciones de amor recién florecido.

Aromas de vergeles, de bosques umbríos
que beben luz de las estrellas,
dormitamos en el silencio blanco
de la luna llena
o como en potros de llamas
cabalgamos en los cometas.

Pensativa y calma
en el vergel sumergida,
surgen de mi corazón de poeta
los versos de amor para ti
que un rojo sol prisionero
encerrado, encuentra.
Quiero volar contigo
por todo el universo
y regresar con las flores inmortales
del pénsil de la belleza.

Aromas de vergeles
que hacen nacer el ideal del poeta,
el que está en el mundo interior
pleno de encanto.
Suelta la flor su perfume,
mas si una frase lo aspira,
se evapora o se consume
en las cuerdas del violín.

Efluvios de suspiros de amor
en un intangible ensueño,
donde lejana, la flor se esconde.
Aromas de vergeles,
donde la mujer poeta
escribe lo que es en su fantasía,
ave y flor, mirlo y lavanda,
pues viven sólo en la bruma
que en la ilusión se levanta
ese canto que perfuma
y ese perfume que canta.

Aromas de vergeles,
bálsamo de colores que nos inundan,
los verdes más verdes,
los tornasolados ocres,
los lacres de hojas marchitas
nos inundan de amor placentero,
pleno de paz y belleza.

Tendida en ese campo infinito
entre amapolas y margaritas
el aroma de la tierra húmeda
hiende mi alma necesitada
de tu intenso amor.

¿Bajo qué fronda te escondes?
Ven y tiéndete a mi lado,
el cielo nos acaricia,
el viento nos mece
y las hierbas frescas
nos acunan en su mullido lecho.

Aromas de vergeles,
en esta aurora placentera,
entre mil estupendos follajes,
temblorosos de primavera,
nuestro amor crece, se agiganta,
entre sones de música celestial
y canto de pájaros.

Inquietud


Inquietud porque el temor,
 la duda me acechan,
de que los poemas de mi mundo mágico
 desaparezcan insólitamente,
 sin saber por qué.

Ellos emergen
en un momento perfecto
como el principio de mi vida,
en tropeles avanzan,
se entrecruzan, se deshilvanan,
caen al vacío del papel en blanco
con su destino: que lleguen a tus manos.

Inquietud,
mis lágrimas errantes
entre mis versos peregrinos
que abren la puerta del amor
entre la afanosa y perdurable angustia
que como ala es canción
y me estremece el alma
al temer ser herida y lastimada.

Inquietud, por tus desdenes,
la guardo clavada en mi espíritu
como cruel espina perfumada,
amante de la rosa.

La guardo cual amado tesoro,
en mis desvelos
cuando para mis líricos consuelos
irradian desde lejos mis versos,
tu alborada
para llenar de palabras de amor,
 tu memoria.

Inquietud de amar
 que con versos y cantos
será notoria por hacerlas
 nosotros la sublimación de nuestros anhelos.
No importa que se alargue nuestra espera,
sin prisas viviremos en la gloria.

Inquietud fugaz y pasajera,
quiero mirarte cara a cara,
 viéndonos en lo que somos,
brotando desde las dichas cumplidas ayer,
la dicha futura llamándonos
y otra vez la vida se siente
como un sueño trémulo
entre pimpollos florecidos de alelíes,
campanillas azules, rosas, amapolas,
 enredaderas de vida de un existir pleno.

Siente vibrar el amor dentro de mí,
¿Dónde se habrá guardado la estrella mía,
mi cristal ambarino de centelleante color?
Inquietud de que tú, amor,
no existas en mi vida
y esta ternura que ciñe mis hombros,
que entolda el oro de mi corazón
 me colme de pena.

¿Adónde buscaré el agua
si sólo conozco el eco de la fuente?
La noche me niega su torso de aurora
y voy extrañada, perdida, anonadada
 al mundo en que tú estás
trocando el aire azul
en búsqueda por el cielo
donde estás tú, mi amado.

No queda mucho tiempo, todo cambia.
¿No sientes inmensas huestes de besos,
de resistencias, de porvenir en las manos,
de arrebatos y de calmas?
Inquietud de que perdamos el segundo fugaz
de encontrarnos,
porque allí, detrás de los besos,
de las miradas, del gozo sin forma,
están y seguros,
nuestros mutuos sentimientos esperados,
esperando,
defendiendo en penumbra
 lo felizmente encontrado.