Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 6 de septiembre de 2013

Espejismo

Desencuentros casuales


Desencuentros casuales,
 el destino nos llevó a encontrarnos
y unirnos con intenso amor
pero luego, poco a poco,
 nos fuimos separando.
¿Cuál fue el motivo?
¿Dime un por qué?
Desencuentros fríos y duros
que alejaron el amor,
aquel que era ritmo en una canción,
voz en sentimientos,
sin que interviniera
el pensamiento y la razón.
Están muy cerca los signos
que a veces ignoramos,
 la suerte, los imprevistos
que nos dejan entrever
el desencuentro inesperado.
¿Por qué el alejamiento?
el darse en el ir coloca al ser
 en un ser desprendido, ligero
y sin raíces pero su corazón
vibra y palpita al sentir
que a su lado no está el amor
que hasta ese momento
vivía junto a él.
Eres una luz que se va de mi vida.
¿Será para siempre?
¿O por un desencuentro casual?
En infinitos árboles del mundo,
cada hoja vence al follaje anónimo
por un imperceptible modo
de no ser otra.
Desencuentros casuales,
 como náufragos tristísimos
en el alba de aquel callar
en donde se abolía lo que no era,
nosotros en nosotros,
quedamos solos,
prendidos a los restos del silencio,
tú y yo, los escapados por mirar.
Desencuentros casuales,
¡dejen de existir!
¡tarden en aparecer, grita mi alma!
¡Tardar nos grita el ser entero!
Nuestro anhelo es estar juntos,
 rechazando el separarnos
por tan siquiera un instante.
Y los dos semidespiertos
en la porfiada penumbra,
nos preguntamos la causa
del no estar unidos, inmóviles, quietos
 en la alta noche
 queriendo saber los porqué
de este desencuentro casual
y con un ansia loca de soñar
con el afán de tardarnos en vivir alejados.
Desencuentros casuales,
en lenguaje de dolor el alma sufre
y con luctuosos llantos
 se anegan las heridas de la separación.
La noche solitaria,
serenamente triste,
su manto de tinieblas
de misterio viste.
Después compilaré mis versos,
mis prosas poéticas
para entregártelos a ti
cuando te encuentre otra vez
y el amor nos reúna
llevándote todas mis desilusiones,
volando como insectos de luz en canciones.
Desencuentros casuales,
que sólo sean vuelo de un día,
que nos rocen sin tocarnos,
que apenas desaparezcan
de nuestras vidas.
¡Cuánta esperanza anida en mi corazón
 irradiando luces en las sombras
que aún nos circundan
siguiendo un ideal

 todavía no alcanzado!

Enredadera de amor


Enredadera de amor,
 me envuelves en tu capullo
entre hojas verdes y flores perfumadas,
 me siento atrapada entre tus brazos
como una hiedra estremecida
asciende mi vida sobre tu cuerpo
y en mis manos tiemblan las estrellas.
Enredadera de amor,
tiene forma de besos, de brazos,
hacia mí,
nos vamos juntos temblando de futuro,
 a sentirla de prisa,
segundos, siglos, siempres.
Enredadera de amor,
gozo, delicia lenta de gozar,
de amar, de promesas vibrantes y tensas.
Suya me siento antes de su llegada,
siempre lo espero con mis ojos cerrados
ya que franqueará su paso
abriendo la enredadera que nos cubre,
 su esperada llegada a lo imposible.
Te espero entre verdes follajes
y campanillas azules
que como nido de amor cálido y tierno
nos cobijará y te siento venir
por tus sonidos tan tuyos,
viniendo de tu ausencia
con ese largo rodeo que das para venir.
Enredadera de amor,
abrázame con tus lazos,
déjame sentir tus hojas verdes
acariciadas por la brisa tenue
en todas las madrugadas de nuestras vidas.
Enredadera de amor,
no te enredes en el temor,
que tus tallos no se sequen
y sin flor no dejes
que lazos del dolor
quiebren tus raíces tiernas ahogándolas.
No permitas que tu vida se retuerza
y caiga al vacío,
no dejes que enredaderas del fracaso
agarren fuerte tu destino.
Deja que lazos de perdón
nazcan y broten en tu interior,
sólo así podrás treparte
como enredadera de amor.
¡Vamos enredadera de amor,
buscando siempre más alto!
¡Préndete con firmeza
para florecer en el cielo
ante sublime belleza!
No te rindas nunca
llévame contigo siempre
abrazada a mi amor,
quiero estar en tus ojos
como llama de crepúsculo
y que tus hojas caigan
en el agua de tu alma.
Apegada a tus brazos
como una enredadera,
las hojas secas de otoño
 giran en tu alma,
recogen tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor
que en mi seno arde,
dulce jacinto azul
durmiendo sobre mi espíritu todo.
Enredadera de amor,
 eres mi existencia entera,
 mi eterna pasión,
eres mi libertad,
 mi quimera, mi confusión,
mi nota, mi guía, mi gran obsesión.
Descubrir tu voz de enredadera,
 anudarse a mis ojos
vueltos hacia la noche
y sentir el rastro de tu boca,
sombra que se detiene
en el misterio de mi cuerpo desnudo
entretejido de hojas verdes.
Mi corazón tiembla
como canto de nadie,
soy tuya hasta tus raíces,
soy sangre sin hambre,
dolor sin dolor.
Gajito de enredadera,
déjame estar entre tus ramas
 y llegar a la cúspide de tu amor
enredada entre tus brazos.

Vehemente amor


Vehemente amor,
apasionado,
te amo intensamente,
me debía bastar con lo que ya me has dado
y pido más y más,
cada beso tuyo
me pide otro para cumplirse a sí mismo
ya que tú nunca podrás
dar otra cosa de tí más perfecta.
Se cierran mis ojos esperándote,
 límpida,
impetuosa como la voz primera
 porque tu entrega es reconquista de ti,
 vuelves a mí en cada momento
entusiasta, fogoso,
 buscando mis más íntimos secretos.
Vehemente amor, efusivo,
totalmente entregado
a este querer de dos,
por eso no te expliques tu amor,
 ni me lo expliques,
 obedecerlo basta.
Me hundo en tu querer,
llenándolo de síes de gozos,
de pasiones, de deseos sin fin.
Tu forma de querer
 es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
en el silencio.
Tus besos
son ofrecerme los labios
 para que los bese yo.
Vehemente amor,
estoy abrazada a tí
sin preguntarte nada,
de miedo a que no sea verdad
que tú vives y quieres.
Estoy abrazada a ti,
sin mirar y sin tocarte,
no vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
ese soledad inmensa
de quererte sólo yo.
Vehemente amor,
el firmamento resplandece
cuando me acunas en tus brazos
y me llevas las manos a tu pecho,
 amor, que desnudándote
caminas sobre el muro
que cerca mi silencio.
Mi piel se enciende
con rubores de deseo
y floto sobre el agua
que mana mis recónditos adentros.
Sacúdanse las bases de mi sangre
 para que aparezca tu nombre contra el cielo.
Vehemente amor,
 te necesito a mi lado,
 cerca muy cerca,
mi cuerpo enredado en el tuyo
 en un aire estremecido de ternura
y bajado de altísimas esferas.
Tú eres para mí
viola de amor que toca
con sus notas
cada fibra de mi cuerpo todo
cincelado en nácar verde
y perfil modelado en blanda cera.
Apoyada en el calor de tus hombros,
enlazo las cimas de lo cielos en la tierra.
Creces hacia dentro de mis dedos
y al roce y al llamado de tus ojos
se alza de mi sangre
 un efusivo abrazo
que te cobija muy dentro mío.
Vehemente amor,
no quiero que te vuelvas recuerdo,
sombra esquiva entre mis brazos,
quiero tu ardiente cuerpo
que me entregas entre tus brazos.
Eres mi felicidad,
mi dicha toda,
dentro de mi te llevo
porque digo tu nombre.
¡Ven y tú llegas despacio y quedo!
¡Ven a mis brazos abiertos!
¡Ven con tu amor que me ata
y me desata en cada lujuria
de tu mirada errante
con tu alas que me envuelven toda,
con tus labios de amantes
ardorosos y tiernos!
Seré tu pasión,
 tendrás que amarme
con tu brazos redentores.
Vehemente amor,
 ¡cómo decirte que te quiero mío
y me quiero tuya

por toda la eternidad!

Tropiezos del corazón

Daga hiriente


Daga hiriente,
atravesó mi corazón
y traspasó los límites de mi cuerpo
en mi mundo frágil,
me hirió muy dentro,
lastimando mi Yo íntimo.
Hemos vivido juntos,
 el tiempo se contaba
apenas por minutos,
un minuto era un siglo,
 una vida, un instante de amor.
Nos cobijaban techos,
 menos que techos, nubes,
 menos que nubes, cielos,
aún menos, aire, nada.
Daga de dolor,
 inmenso océano de lágrimas
inundó mares y ríos.
Galerías enormes de congojas,
pesares, tristezas,
sin pisadas de dos, ni estelas recordadas.
Daga hiriente
como punzantes flechas afiladas
cursaron el aire y traspasaron mi pecho
dejando heridas punzantes en el alma
y las manos vacías y yertas de amor.
Mi lecho de nubes,
el nido de amor quedó vacío,
sangrante, frío, solo.
¿Será este minuto próximo
 o mañana o en el borde mismo
ya del jamás donde tu carne y la mía,
mi nombre y el tuyo
no se encontrarán?
Daga hiriente,
de pesar, de un latiente sufrir
que hace brotar lluvia de llanto
entre mantos de niebla,
 húmeda de cristales,
de hielos lacerantes
que se hunden en mi espíritu,
sin fecha y sin nombre.
Hoy, nuestros besos
están solos en el nido vacío y sangrante.
No queda nada,
absolutamente nada del ayer
vivido entre cantos, poemas, músicas,
sólo queda este dolor agudo,
 lacerante, tétrico
que reboza y agita mi espíritu
sintiendo la vida
como un sueño trémulo, no vivido.
Daga hiriente,
estoy al otro lado de los sueños
que soñaba a ese lado
que se llama la vida que se cumplió.
Y ahora
 de tanto haber realizado nuestro soñar,
nuestro cuerpo está en dos cuerpos.
El mío herido,
cuajado de orlas negras.
Mi espíritu desdichado, acongojado,
 no puede volar alto,
las tinieblas lo rodean,
le impiden ascender a lo alto
buscando la paz imprescindible
para nuestro existir.
Daga hiriente
que por milagro me escapa
de tantas agonías
soslayando en laberintos del alma fugitiva,
 lugares secretos
donde me lastiman y hieren.
Me refugio en cuevas oscurísimas
para no sufrir sin sentir mi cuerpo
en el que el dolor pueda dolerle
buscando lugares sin espinas
entre tinieblas con luces esquivas.
Mi mundo interior
 lleno de esperanzas marchitas,
 sufre entre ilusiones perdidas
y sin tocarme apenas
rozan mi frente alas de profecías.
Me siento herida de muerte sin heridas,
me abandonaste,
ya soy parte del tiempo de tu olvido.
Necesito que mis dudas se disipen,
ver la aurora en fiestas nacarinas,
en rosas, en albores,
el tiempo que perdí sufriendo.
¡Desaparezcan palabras vividas!
¡Encuéntrenme mañanas sin neblinas!
¡Que se acerquen dichosas
tardes otoñales entre frondas verdicientas!
¡El amor me espera,
con nuevas pasiones

 y ardores sin fin!

Amor compartido


Amor compartido
¿Cómo podemos vivir compartiendo
nuestro amor sin esperar nada a cambio?
¿O tan solo instantes breves de felicidad
para luego sumergirnos
 en nuestra soledad íntima?
Amor compartido
¿Podemos recibir,
 tan solo una pizca de ternura
en fugaces instantes,
sin sonrojarnos o sentir culpa?
 ¿Por qué, como una marca de la vida,
 el amor traspasa mis umbrales,
hurgando la raíz de mis sentidos?
Amor compartido
¿Cómo hacer para olvidar
que tu amor no es todo mío,
 que muchas de tus miradas
no se encuentran con las mías,
que parte de ti
se haya en otro lar
y que no llegas a encontrarte
 con mi luz que te espera ansiosamente?
Amor compartido
¿Por qué llegar a sentir
que la felicidad de haber sido dos
 no se logra siendo uno?
¿Cómo lo ha logrado alguien,
portador de sueños mudos,
 germinados
 bajo el dulce sabor de besos húmedos
 que ya no se acercan,
sólo distantes llegan sus reflejos?
Amor compartido
¿Aceptado o no?
¿Cómo soslayar la infelicidad
que nos hace llegar
a libar de la tortura
 su crecida ira desatada
en la corriente de la vida?
Amor compartido
¿Cómo ascender por los peldaños del deseo
hasta alcanzar la cumbre
de tu nombre en un grito sólo,
desgarrador y único
sin morir en el dolor y su agonía
 logrando la paz y bonanza?
Amor compartido
¿Podré estar ya siempre
 pensando en tus labios,
en tu voz, en tu cuerpo,
que yo misma te arranqué
para poder, ya sin ellos quererte?
Amor compartido
¿Por qué este afán mío
de hacer posible lo que tú no serás nunca:
mi amor entero y único?
¿Podré vivir sin tenerte a mi lado,
 en tu cuerpo todo mío
o es sólo el gran deseo inútil
de tenerte conmigo, a mi lado,
 en todo lo que haces, verdadero, visible?
Amor compartido
¿Te seguiré esperando por siempre,
con mi corazón de poeta,
después de volar por todo el universo,
regresando con las flores inmortales
que dejaré caer en tu regazo
 en presencias de lo imposible,
 de tu querer vivir conmigo, siempre?
Amor compartido
¿Te encontraré entre las dudas inciertas,
calando en lo más hondo
para ver si, al fin,
estabas entre la angustia desgarradora,
 hiriéndome sin dolor, sólo por señas
y sentir que me perdiste
en las últimas tinieblas del olvido?
Sé que estarás en las cimas de mis besos,
sin dudas y sin mañanas,
en el vértice puro de la alegría alta,
entre júbilos y risas,
 por placeres y gozos,

 apuntando el aire nuestro.

Secretos inconfesables


Secretos inconfesables,
perdidos entre mil pétalos
blancos, amarillos y rojos
que colman mi campo
como manto entretejido
de “te quiero y no te quiero”.
Son conciertos
de notas aterciopeladas
moviendo a ratos el sauzal
y después tornándose
a la quietud hecha de amores perdidos
y hallados sin saberlo
entre cantos y sentires.
¡Oh, vientos del jardín de los recuerdos!,
desde el fondo soplad,
trayéndome los secretos inconfesables
que los quiero recordar.
Entre albas transparentes
vestidas de ilusión,
cuyos llantos sin causa
derramaron sobre las flores,
mi inocencia pasó.
Secretos inconfesables,
tengo pétalos en los labios
y palabras escarlatas
que jamás he intentado pronunciar.
Tengo secretos inconfesables,
que de tanto guardarlos,
los he perdido
entre mil pétalos blancos
que mis ojos viajeros del tiempo,
cansados de pronosticar,
se diluyen
entre este mar de añoranzas perdidas.
Tengo pétalos
pegados en mis sienes,
en mi pelo, en mis manos,
en mis yemas,
como plumillas
que escriben sueños, nácares, tesoros…
Tengo pétalos,
suaves pétalos carnosos
de mis flores preferidas,
debajo de mis pies,
recorriendo el gran sendero blanco,
amarillento, de mi nido de amor.
Invierto en el presente,
apuesto a futuro, a poesía
y floraciones perennes,
a todos los secretos inconfesables
por amor,
a los pensamientos cárdenos de la vida.
Tengo en suma
un chal de pétalos tejidos
y destejidos de flores deshojadas,
alegres, coloridas,
al que accedo una y otra vez
por éste y otros poemas
inspirados por ti, mi amor.
Secretos inconfesables,
perdidos, desperdigados
en el manto de flores mágicas
de mi lecho de ilusiones
de amor por ti,
irradian el fulgor que seca
las fuentes de mi llanto.
En sus pétalos te recuerdo
y amorosa te exalto,
mientras en la tarde
te inclinas en tus largas manos
y te envuelven como tules
que en tu pecho se derraman.
Secretos inconfesables,
manantial de dicha
que suave se extiende
entre caminos y senderos
remontando los sueños
a las nubes altas
como río de la música,
llovizna de suaves pétalos,
que serenamente,

por dentro, nos abrazan.