Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 12 de junio de 2017

Déjame volar


Lo que soy y lo que fuí


Soy un alma peregrina
iluminada por el amor,
entre arrullos y cantos,
entre claridades de luna
y brisas de jardín
con el corazón infinito
en el cáliz naciente.

Boca que busca
el nuevo verbo de besar.
Fui un mundo en sombras,
sin fuentes para beber
ni refugio de dulzura
en el vago adormecer.

Lo que soy y lo que fui,
ser transformado con el cuerpo
llevando el alma,
siempre vanamente
a pensar en ti
para que te vuelva a olvidar.

Hoy soy aire
que me llena de espacio
y equilibrio con calma
voy al cóncavo delirio
con mi mirada ininterrumpida
en el vasto universo.

Lo que soy y lo que fui,
cuerpo íntegro,
alma no más adolorida,
en el mañana iré a lugares lejanos
sin querer ni un resquicio de sombra,
apresando siempre
el resplandor supremo de un verso.

Fui en el ayer, ayer de ayeres,
los cantos del dolor entre sollozos roncos,
el amor me había abandonado
y mi corazón sufriente,
casi temblando
se hundía en el mar de llantos
entre gritos y clamores
en la cavidad negra de las olas
y en el abismo del viento
donde va lo que muere.

Lo vi descender
al pozo de las tormentas,
abrirse como un loto
en las aguas tranquilas,
bailando en las olas,
rebotando en las crestas.

Soy ahora en este Hoy
un alma inagotable
que mana de una fuente
refulgente: amor.
Amo la vida,
abro los brazos, me regocijo
y me yergo embelesada
ante el milagro del existir.

Antes, mi espíritu vagaba
por la extensión de la nada,
insensible a las señales del viento melodioso,
ahora río, canto, danzo
y los versos, las ideas, las palabras de amor,
revolotean a mi alrededor,
girando bailes sin traspiés,
volando en el viento
hasta las hojas amarillentas
que las esperaban con inquietud.

Mi mundo interior
ni se disuelve ni vacila,
se desatan por dentro
los miedos sin morir
y como el canto de un violonchelo
se evade y se extiende
en el aire amortiguado
y se derrama entre olas de caricias
y ternuras frescas.

Lo que soy y lo que fui,
antes no tenía el caudal del amor
que como río desbordante
inunda tierras y campos,
ahora tengo un corazón
pleno de esperanzas
y de deseos de paz y de felicidad,
yendo al claro manantial
donde la sed termina
y comienza mi mundo de azul dulzura
resplandeciendo en la transparencia
de un nuevo amanecer.

Noche larga


¿Por qué la oscura noche es tan larga?
¿Cuál es el misterio
de que nos inunde
la tristeza y la soledad?
En la noche larga
la sombra de los cipreses
es como un grito en la niebla.

Se alzan al cielo
sin saber la razón
coro de voces descalzas
que se posan
sobre las copas oscuras de los árboles.

Yo sueño contigo, amor,
con que tus manos
se van perdiendo a lo lejos
como dos trémulas alas
tras la negrura del cielo.
Noche larga,
sin ti mi vida es soledad de soledades,
mi corazón está solo
como un rosal sin colores.

Si viera tus ojos
en esta espera apesadumbrada
 volcaría la alegría
con canciones de primavera
y se trocarían en lumbres
mis soledades en sombras.

¡Cómo sueño las horas azules
que me esperan
tendida a tu lado,
sin más luz que la luz de tus ojos,
 sin más lecho que aquel de tu brazo!

Noche larga contigo a mi lado
sintiendo a mi amor florecer
 en la mística voz de tu canto:
notas tristes, alegres y hondas
que unirán mi emoción a tu rapto.

¡Oh! Noche larga, regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo.

Noche larga
que con un velo de recuerdo
se enlaza, apretado
y nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando.

Se ha callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
ya la noche no es tan larga
porque convertida en un solo murmullo
se interna en mi alma cantando.

Es la noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado
 y es mi vida algo así
como un soplo ensartado
de impulsos plenos y pasionales.

En esta noche larga, mi amor,
se han unido nuestras risas
 más blancas que el blanco
y ¡oh milagro!
en la luz de una lágrima
se han besado tu llanto y mi llanto…

Se ha quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos
 y hay mil pájaros vivos
en mi alma en esta noche larga de amor
entre cantos sin tristezas ni pesares.

Ya la noche no es tan larga
tendida a tu lado,
entre tus caricias
y el gesto de tu abrazo,
en tus palabras cuelgan rumores
parecidos al lenguaje
que llevas en tu boca de agua,
desde el más quieto charco
al más agreste risco.

Esta noche se ha ido casi aurora,
casi ronda de luna entre montañas,
noche rasgada al tiempo repetido
entre esencias altas y claras,
 circundando de emoción
mi espíritu todo.

Cálidos crepúsculos


Cálidos crepúsculos,
junto a tu lado, frente al mar,
el horizonte cuajado de mil colores polifacéticos
nos envuelve en su magia de espejismo,
de visiones
que nos transportan a nuestro mundo de dos,
hundiéndonos lentamente
en la inmensidad del cielo.

Cálidos crepúsculos,
admirable naturaleza,
siempre la misma y diferente,
 maravillosa de belleza,
renovada constantemente
que nos sumerge en oleadas de pasión
 frente al sol
anunciando su poniente
bajo la celeste amplitud.

Estos momentos imborrables
son fuente de inspiración de poemas de amor
y manantial de ritmos y cantos
para que los versos como tesoros escondidos
surjan en estas tardes de escarlata.

Cálidos crepúsculos,
denme a beber la poesía
en el raudal de meditaciones sin fin
 como salmos que desbordan cielos y tierras.

El himno al amor todo lo ennoblece,
 todo se agranda a sus clamores,
el firmamento resplandece,
la tierra se cuaja de flores.

Cálidos crepúsculos,
hay en su grandeza,
ternura que fulgura,
armonía que se potencia
en segundos apenas
y los versos vuelan con las aves,
con los rumores de los ríos.

Es la hora del amor,
retornan a los nidos, las leves golondrinas,
sus alas son dos mimos flotantes en el viento,
los bosques se adormecen
y velan las colinas,
es el momento del recogimiento
y del silencio profundo
surcado por suspiros apasionados.

Poco a poco,
 puéblense de sombras el ambiente
y levántanse del fondo de nuestras almas
los sagrados sones de nuestro amor
descendiendo por diáfanas escalas
 a nuestros cuerpos temblorosos de pasión.

Cálidos crepúsculos,
como música con ritmos sin fin,
son instantes que la ilusión guía,
la tarde apaga sus colores
y los astros encienden sus lumbreras,
nuestros corazones palpitan
y vibran al unísono
en un total arrobamiento de confidencias
y secretos íntimos.

Parece que flotamos
en una suave cadencia
entre el cielo y el mar,
nuestros pies no son pies,
son alas de aves,
bajo el fanal errante de la luna
que despacio asciende
con su áurea luz, espectral y hermosa,
dilatando el paisaje que nos protege,
nos cobija como un temblor de encaje.

Luna que comienza
 a alumbrar nuestro camino,
vago y blanquecino
hacia nuestro nido cálido
y embriagador de dichas supremas.

Cálidos crepúsculos,
 luces que el cielo envía
como poesía ardiente
en el atardecer nostálgico,
conduciéndonos entre bellezas de luces
al encuentro de nuestros cuerpos
que se buscan con ardor
y entrelazan entre hilos de ternura,
contemplando absortos
 la imagen del cielo
unida a la forma de la Tierra.