Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 31 de octubre de 2012

Dime tú…


Dime tú…
 ¿Cómo no quererte, si te pienso todo el día?
¿Cómo no añorarte, si te quiero junto a mí?
¿Cómo no buscarte, si sin conocerte bien me haces falta?
¿Cómo no soñarte, si te acaricio hasta en sueños?
¿Cómo no sentirme perdida, si hay veces que me dejas en la nada?
¿Cómo no querer acariciarte, si la brisa siempre lo hace?
¿Cómo no enamorarme, dime cómo si he depositado mi fe en ti?
Fue tan poco el tiempo para amarte que parece no hubiera sucedido. Pero está aquí, mi corazón herido, sufriendo sólo al recordarte. 
¡Qué triste, cruel condena! buscaré refugio en el olvido.
El olvido tarda, lentamente, pero llega y el corazón parece conformarse, en el fondo del alma una voz clama, más no hay corazón donde abrigarse.
Dime tú que puedo hacer si quiero quererte y sólo puedo amarte, quiero olvidarte pero vives en mi mente, quiero no oírte pero gritas en mi corazón, quiero alejarme pero estás en mí.
Dime tú cómo hago para vivir si te necesito, a ti, como el día necesita la noche para descansar.
Dime tú… te escucho y suspiro con todos mis sentidos, ¡te amo! ven y ¡búscame ya!
Cuando estoy triste pienso en ti porque recuerdo todos los momentos que pasé contigo.
Cuando quiero que alguien me escuche, pienso en ti porque recuerdo todo lo que me escuchaste decir.
Cuando quiero abrazar, pienso porque recuerdo todos nuestros abrazos.
Pero ahora que tú no estás conmigo pienso mucho en ti, sólo me pregunto algo: dime tú, ¿qué piensas de mí?
El día menos pensado te llevaré al cielo, dormirás en una cometa, bailarás en una nube y cubriré todo tu cuerpo con sonido de trompeta.
Una noche pensando en ti, mis ojos se humedecieron y entonces comprendí lo mucho que te quiero.
El día menos pensado te raptaré un instante y te llevaré muy lejos donde nadie te encuentre, donde nadie te descubra, donde nadie lo sepa.
Dime tú amor, un día no sabrás como ni cuando te besaré profundamente, soñarás con ese día, esperarás que en la mañana te ame eternamente.
Tengo miedo de verte, necesidad de verte, esperanza de verte, desazones de verte. Tengo ganas de hallarte, preocupación de hallarte, certidumbre de hallarte, pobres dudas de hallarte.
Tengo ganas de oírte, alegrías de oírte y temores de oírte.
Dime tú, ¿piensas en mí?

Espejismo

Espejismo



Espejismo, tú eres un espejismo en mi vida, eres una mentira de agua y sombra en el desierto de mi existir.
Espejismo, tú no brillas en mi vida, aunque brilles con una luz de agua. No amarras aunque amarres la vida. No llegas aunque llegues, no besas aunque beses…
Reflejo, falsedades de agua en tus ojos que como prismas de plata no brillan con el amor que dices sentir.
Espejismo, eres el verde que no existe, la frescura de ninguna brisa, la palabra de fuego que nadie escribió sobre el muro de mi vida…
Yo misma, proyectada en la noche por mí, en ensueño, ¡eso eres tú!...
Espejismo, sólo eres el espejismo de lo que un día fuiste, una luz difusa que se apagó en la nada cuando la memoria del tiempo se propagó en el más allá.
Espejismo, ilusión de entretejer lenguajes entrecruzados, engaños de tu voz, de tu susurro, de tus te quieros apasionados, eras delirios de un amor fracasado, antes del sollozo de los sauces y de las flores que acabaron en rimas, versos que empezaron tallos.
Espejismo, fuiste tan sólo inocente tacto de tu trémula mano que volvió derrotado como visión de engaño.
No eres más el único y verdadero ni el gran dolor que consuela al desnudo del alma.
Espejismo, sólo pasiones aparentes, falsos besos, ¿de dónde se han oído? ¿Cómo se creen reflejados en esa forma turbia de un espejo de agua?
Cruzando concéntricas tinieblas entre luces, vagas historias de amor, creídas por mi verdaderas y por ello, día a día, noche a noche estoy volviendo a mi interior para encontrarme a mi misma, limpia, casta y pura, con fe en que los espejismos desaparezcan ya de mi vida y broten nuevos arrullos a mi alma triste, dulce y melancólica en claridades de luna y brisas del jardín florido.
El húmedo espejismo borró toda la gala matutina, ni un árbol, ni una nube se destaca ya en esta blanquecina cerrazón que entristece el alba y no ilumina, débil luz crepuscular y opaca, ¡eso eres tú!
Espejismo, ¡hálito de abismo! flotas en esta alborada agonizante que me fatiga y marea y me marca de oscuros pensamientos, obsesionantes.
¡Desaparece ya! ¡húndete en el más allá, en el desierto lejano! ¡Déjame vivir esperando sin cansancios ni desalientos, el amor que me busca detrás de ti.

En un rincón de mi alma



En un rincón de mi alma, escondidas, apretadas, enlazadas, nacen mis letras, mis prosas, mis poemas que nuestro amor creó.
Son los versos que lloran en la lira, que se quedó sin cuerdas.
Son las aves de mi niñez que buscan y no encuentran un árbol protector en que posarse.
Las busco con desesperación pero las estrofas de amor se anidan en frases que escribo como amor para ti.
En un rincón de mi alma donde nadie encuentra se oculta el poema de amor que nos unió, poema que escribí con dedos de amor y llanto de cristal por la falta de tu presencia que tu ausencia se llevó.
Ausencia que se siente como cuando el fuego se extingue porque el aire ya no está.
En un rincón de mi alma, se guarece entre frondas de lágrimas el dolor de no tenerte a mi lado y pido noticias de ti al viento, al ave, a la flor, al bosque y a los astros del firmamento.
Mas no he de dejar de buscarte pues me dice una voz secreta: ¡sigue no te canses, mujer poeta!
Él ha de venir a buscarte por tierras, mares y cielos, en su cansada fantasía.
En un rincón de mi alma, aturdida y desangrada revolotean recuerdos purificados del pasado y como en una tierra mullida danza en amores trenzados a mano delicada, intrincada filigrana como un gran amor donado.
En un rincón de mi alma, mis sueños peregrinos prosiguen sin tregua la búsqueda de tu amor, se afanan, luchan, persiguiendo al mañana que te traerá otra vez hacia mí.
Y como una luz como telar exangüe que el cielo ilumina mis tristezas hilvanan enviando a mis páginas, letras como poesía de la noche fría.
En un rincón de mi alma,  te tengo guardado, tú, el soñador, el amor compartido, luz en mi dolor y mi arpa reza ¡oh luz! ¡oh belleza blanca de ilusiones!
¡Cuánta esperanza irradia en mi alma la sombra de tu ser ausente, siguiendo un ideal y un sueño que no se alcanza!
Y hay en éste, mi otoño, cuando la vida empieza a declinar, mi corazón rebosa de amor y mi espíritu se anega de ilusiones en el silencio que flota a nuestro alrededor, rodeándonos como un tapiz vaporoso entre hilos alados y brillantes.
El sueño de amor inunda mi alma y en mis versos gira como magia del más allá, inundando mi alma de un existir único y verdadero  donde no existe el mago azul de la mentira.

Aromas de vergeles



Aromas de vergeles, en prados florecidos de multicolores flores y de fragancias exquisitas, allí quiero estar.
Ir en busca del edén divino de belleza, para no volver nada o para volver inhibida de fragancias de alelíes, rosas, azahares, azaleas, jazmines.
Tenderme en los jardines y unida a las abejas oír y aprender el dúo que en la flor recién abierta, el perfume y el color misteriosamente elevan.
Pasar por rosaledas, contigo abrazada y que su aroma nos inunde en una nube de esencia como emanaciones de amor recién florecido.
Aromas de vergeles, de bosques umbríos que beben luz de las estrellas, dormitamos en el silencio blanco de la luna llena o como en potros de llamas cabalgamos en los cometas.
Pensativa y calma en el vergel sumergida, surgen de mi corazón de poeta los versos de amor para ti que un rojo sol prisionero encerrado, encuentra.
Quiero volar contigo por todo el universo y regresar con las flores inmortales del pénsil de la belleza.
Aromas de vergeles que hacen nacer el ideal del poeta, el que está en el mundo interior pleno de encanto.
Suelta la flor su perfume, mas si una frase lo aspira, se evapora o se consume en las cuerdas del violín.
Efluvios de suspiros de amor en un intangible ensueño, donde lejana, la flor se esconde.
Aromas de vergeles, donde la mujer poeta escribe lo que es en su fantasía, ave y flor, mirlo y lavanda, pues viven sólo en la bruma que en la ilusión se levanta ese canto que perfuma y ese perfume que canta.
Aromas de vergeles, bálsamo de colores que nos inundan, los verdes más verdes, los tornasolados ocres, los lacres de hojas marchitas nos inundan de amor placentero, pleno de paz y belleza.
Tendida en ese campo infinito entre amapolas y margaritas el aroma de la tierra húmeda hiende mi alma necesitada de tu intenso amor.
¿Bajo qué fronda te escondes? Ven y tiéndete a mi lado, el cielo nos acaricia, el viento nos mece y las hierbas frescas nos acunan en su mullido lecho.
Aromas de vergeles, en esta aurora placentera, entre mil estupendos follajes, temblorosos de primavera, nuestro amor crece, se agiganta, entre sones de música celestial y canto de pájaros.