Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 2 de julio de 2016

Palpitar de versos


Ecos de besos no dados


Ecos de besos no dados,
 resuenan en mi alma
como alas rotas de aflicción
y deseos reprimidos,
esos instantes que no se olvidan,
 tan vacíos,
devueltos por las sombras,
tan vacíos,
rechazados por el tiempo.

Ecos de besos no dados,
ese instante que pudo ser tierno
y pleno de gozo,
pasó despacio por mi lado
y mi cuerpo desnudo,
desnudo de sangre de alas,
sin ojos para recordarte,
sin labios para recoger
el zumo de tus mieles,
se perdió en el canto
de los helados campanarios.

Los suspiros del mar
me humedecieron las únicas palabras
y los besos no dados
 por los que vale vivir.

Ecos de besos no dados,
fue tan solo un instante breve
de la nada
acurrucado en una eterna espera
 en la cueva del destino,
 sin manos para decir nunca,
 sin labios para besar los tuyos.

Ecos de besos no dados,
como dueños del silencio,
son como una tribu
de palabras mutiladas
y de tibiezas no recibidas,
se elevan entre montañas
hacia las nubes,
lejos, muy lejos,
en una partición de sol
en pequeños soles negros.

Hay en la espera del beso
 un rumor a lilas
rompiéndose en la lluvia gris del alba.
Ecos de besos no dados,
soy como una viajera,
mujer poeta,
que ha dejado su cuerpo
 junto a la luz
y ha cantado la tristeza
de lo que nace.

Mi alma sin tus besos
 se estremece toda,
volcándose en la madre de las tinieblas.
Entre hilo e hilo de su tejido
de espera encierra
 el anhelo del beso no dado,
 guardado como tesoro
en el mundo para mí
perdido entero sin ti.

Ecos de besos no dados
que pasarán entre el frío,
el viento, la lluvia, el trueno,
 resonando por un minuto de vida breve
 en los confines del mundo,
danzando como palabras de amor
en paraísos no encontrados,
que saltan de estrella a estrella,
de sombra en sombra.

Voy por galerías
donde vagan los besos
que no encuentran mis labios,
esperándolos,
sabiendo que no llegarán a mí.

Todo sonido en eco tuyo
me lo convierte el alma que te espera
 y ahora en esta hora inocente
me siento en el umbral de mi mirada
como sonámbula
en una cornisa de niebla
esperando despertar como flor
 que se abre al viento
en un camino de espejos
donde los besos son dados
 como encantamiento creciendo
solos en la noche pálida,
enlazando fuegos de silencio,
ingenios en espejos de triste transparencia.

Pequeñas promesas


Pequeñas promesas,
 vienen desde muy lejos,
nos atrapan, nos envuelven,
dándonos alegrías al escucharlas.

Son fugaces y tiernas,
nos despiertan sentimientos
 que creímos ocultos,
que ya nos habían abandonado.

Pequeñas promesas de amor,
de un amor que arrastra recuerdos vagos,
ya casi olvidados,
los cuales creí inexistentes
pero cuán profundos
se arraigaron en nuestras almas.

Nos hacen crecer poderosas alas 
para cortar como golondrina 
el cielo azul y celeste
de esta aurora nueva
y me siento casta, luminosa,
 transparente, serena,
andando libre y sin sombras
en un camino de estrellas.

Pequeñas promesas
que pasan por el aire como ramos verdes,
cercando mi sosiego,
posando un viento en mis labios,
 guardando tu augurio en cofre de plata.

Mis manos están prontas
 a recibir tu ofrecimiento,
rogando que se cumplan mi deseo
de estar junto a ti,
 tan sólo instantes, minutos de mí existir,
calmo y sereno.

Pequeñas promesas,
 te escucho, te nombro y te reclamo
y mi deseo reverdece hacia adentro,
 puliendo artesonados tu ausencia.

Recorre mis orillas
un viento adolescente en primavera
y en este otoño mío
la estirpe de mis cantos se levanta
 y la sangre vibra, palpita,
te convoca y te necesita a mi lado,
 entre suspiros entrecortados y hondos.

Pequeñas promesas,
 el indicio de ti, es como un signo
de dorada abeja en el aire de alelíes,
 la miel de mis labios muda
al carmín tus besos esperados.

Renuevas mis anhelos y esperanzas
y siento crecer en mis solares,
olivos, laureles y mirtos blandos
y proclama con todos mis sentidos
¡tuya soy entre aires de cristal
y oros perfumados!

Pequeñas promesas,
tan sentidas y anheladas
que temo despertar en tus pupilas
por no apoyar mis ojos en los tuyos
y por un breve resquicio de mi frente
se asoman a mi pecho  tus sentidos
y tiemblan las barandas de mi cuerpo
al sentir apoyar tus leves
y deseados brazos
 en mi cuerpo estremecido.

Pequeñas promesas,
siento promisiones que de tu piel sin nubes
se levanta un sol joven de rosas circuido
 y mi boca en la boca del estío
se inicia en el secreto de nombrarte.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
no me defraudes,
 prométeme no olvidarme,
sé que el amor se despertó en los dos
y se derramó en nuestras almas,
reflejándose tu imagen en mi cuerpo
como el frescor de la creación primera.

¡Pequeñas promesas,
acérquense, arrumáquenme,
denme la tibieza primera
de un amor amanecido y luminoso!

Deseos reprimidos


Deseos reprimidos, escondidos, misteriosos,
 ocultos en lugares secretos del alma,
 todo en ellos son canjes, 
ola y nube, horizonte y orilla.

Deseos reprimidos, 
de escapismos y desapariciones, 
vuelos a otros mundos 
donde la lucha no existe 
y donde está velando 
en puro juego 
ese ardoroso buscar 
en la plenitud del acierto.

Tratar de encontrar el universo 
cuando se aclare
 la razón final del movimiento, 
del no moverse, 
del esperar un mediodía sin tarde, 
la luz en paz, 
renuncia del tiempo al tiempo.

Deseos reprimidos 
que buscan en mi interior
 la plena consumación del amor pasional, 
sensual, del amor,
 igual, igual, 
que de tanto ardor 
me conduce al sosiego 
mientras mi lira sin cesar lo aclama.

Deseos reprimidos, 
son el eco que resuena en mis entrañas, 
como los versos en mi alma 
que cantan a lo grande 
porque van conmigo 
con un corazón que las alturas ama 
en un ideal cuyos fulgores persigo.

Aspiro a que se insinúen 
en el real mundo en que vivo.
¿Qué buscan? 
¿Qué esconden? 
¿Amares tumultuosos, espontáneos, vibrantes, 
sin doblegarse a un doble juego?

Deseos reprimidos, 
quiero alcanzarlos, una vez, mil veces,
 con decisión inequívoca, 
con prisa desatada, 
con mis ilusiones volando 
hacia altos templos de vestales iniciales.

Deseos reprimidos,
 los quiero por audaces, 
los quiero por ingenuos, 
yo sé que en sus anhelos hay horizontes 
para los mundos y los cielos.
Placeres, quereres, poderes,
 entran sin desearlos
 a la porosidad lumínica 
de todo mi ser.

Deseos reprimidos, 
los ansío dentro de mí, 
por doquier aparecen
 en cualquier lugar, 
en momentos imprevistos, 
sin tener un ápice de necesidad, 
de poder, de poseer, 
de intentar aprisionar al amor
 entre barreras semiabiertas 
para sentirme más libre, 
dispuesta a intentarlo todo, 
a descubrir lo más obvio,
 a lograr el descubrimiento 
del deseo realizado.

Deseos reprimidos, íntimos, 
que intuyen los aromas del amor, 
que dan vitalidad, 
fuerza, ternura y placer
para que la vida transcurra sin tregua, 
con pausas moduladas, 
sin insistentes sobresaltos, 
como queriendo volar.

Deseos reprimidos, 
tejedores de urgencias, de reclamos,
 de esperas, sin prisas ni bravatas, 
pero con insistencia terca 
para poder llegar a recoger 
el aroma del mundo 
y sentirse dentro de él… 
profundo y con total fuerza
 ilimitada y necesitada.