Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 7 de enero de 2018

En pos de ti


Soy tuya


Soy tuya,
y por siempre
me sedujiste con tus palabras
veloces,
empavesadas de risas,
invitándome a ir
a dónde ellas me llevan.

No te atiendo,
no las sigo,
estoy mirando los labios
que deseo besar con pasión.

Te miro
y me inspiras amor
se que para ti
soy una simple desconocida
pero despertaste a la poeta
que aún
no había latido en mí,
con el amor a flor de piel.

Seductor mágico de mujeres
cuando deseas algo vas en su búsqueda
no pienso en lo que tú quieres,
ni lo envidio,
es lo de menos,
lo quieres hoy,
lo deseas mañana
lo olvidarás por una experiencia nueva.

En mí, los hombres ven
un abrazo que no doy
es el amor, que desbandado
por mi alma y mi cuerpo
surca los aires,
sin nadie a su lado.

No te esperaré más allá
de los fines y los términos.
No importa donde estés,
quiero verte a ti
querer porque me quedo
en el puro acto
de tu deseo,
queriéndote.

Tuya soy,
lo seré siempre,
tu mirada de cristal
inundó de estrellas
mis noches de insomnio

Tu tierna sonrisa
que de ventura pintó
mil rostros de mujeres,
tus manos suaves
que tatuaron en versos
la mar,
y me dejaron completa,
plena,
de ansias y anhelos,
ahora y siempre
seré tuya,
aún
cuando tú lo ignores.

Ahora me pierdo en la inmensidad cósmica
pero me encuentro, sí…
sí, me encuentro en mi interior.
Ahora puedo por tu seducción
volar para sentir mi libertad
Y aquí estoy aquí,
libre, sí…
Es que el sol queda lejos,
pero mi corazón no,
porque en el inverso ahora
estás conmigo por siempre
Tuya soy
olvídame,
ni recuerdes mi nombre.
Ignórame,
no soy nada,
ni nadie
pero para mí, tú lo eres todo,
reclino mi alma
y me refugio
en un pedacito de amor,
te amo antes de huir a la muerte.

El aroma de la noche


El aroma de la noche,
con un perfume de yerba buena y a pinos,
con olores refinados que se despertarán
en el campo a la mañana.
A veces rumoroso se aproxima
y a veces alejándose se apaga.
Con inocente ritmo todo el paisaje canta.

Es la hora del amor
y al vernos juntos un espejo azulado,
un arcoíris se enciende.
El olor de la esperanza,
siempre es el más deseado
pues es la sal de la vida,
la que yo siempre he soñado.
Todo el paisaje canta.

La luz en los renuevos
y en las nubes se enciende.
El aroma de la noche
se nos acerca más
por el vagabundo viento entre las ramas.
Todo el pastizal con flores húmedas de fragancia
nos inundan en nuestro tibio lecho
ebrios de dicha y amor encendido.

Me gusta el aroma apasionante de la noche,
fragancia melancólica
de magia escondida.
Inquieta y penetrante
como nuestro deseo y pasión.
Tan puro y tan denso…
como un vino de amores.

El aroma de la noche
nos conduce entre susurros,
murmullos de amor,
perfumes de magnolias,
azucenas, amapolas,
que nos tienden juntos,
en un nido de paz.

El canto de la aurora se asoma
como una claridad triunfante,
vuelve en la nave de la noche blanca
y él se hace más denso cuanto más aclara.

Huye y ajusta el corazón
su rítmico latir a la cadencia
que inspirada con un millón de notas
nos subyuga y en un millón de arpegios
nos levante cuando al comenzar a brillar
la aurora todo el paisaje canta.

El aroma de la noche,
misterioso, vibrante,
subyugante,
un naranjal en flor nos acuna
y tú aprietas mis deseos
bajo las estrellas rutilantes,
calientas mi piel con tu pasión al viento.

Fluye el río del tiempo,
nos empapamos en sus aguas,
se nos encoge la voz,
nuestras miradas se endulzan.
Se nos agranda el corazón,
la piernas se acalambran,
se estremecen nuestros brazos
y se yerguen nuestras espaldas.

El aroma de la noche,
límpido, calmo,
cálido y el aire hiende en pos de la campana,
averigua del río los cristales,
perfumes, luces,
formas y sonidos azuzan
y apaciguan nuestros sentidos en un riesgoso
y repetido juego de amor hasta lo imposible.

Detrás, en la noche,
la espesa niebla del misterio y más allá,
ocultos en nuestro recóndito lugar,
un dios mudo,
sordo y ciego nos contempla.

Cuando el cielo se afina al conjuro
de un sutil cosquilleo de flautas
y la última estrella remisa abandona
su puesto de guardia,
no perdemos tú y yo
en el abrazo final de esta noche nuestra
y nos seguiremos amando siempre.

Presagios tormentosos


Presagios tormentosos,
¿es que acaso la tormenta,
furiosa y creciente
en el cielo oscuro y misterioso
abruma nuestro amor
o a la inversa lo acrecienta
entre los truenos y los relámpagos?
Palpita un viento ardiente
como el que sopla de un gigantesco incendio
y una tromba guerrera brama truenos
que prestos estallan en aullidos
de airadas tempestades.

Presagios tormentosos,
el cielo,
impenetrable y duro nos hace unirnos
en un abrazo total y apretado
como queriendo alejar el escudo de granito
que se nos acerca queriendo hundir
el mundo con su enorme paso.

Parecen descender del infinito
invisibles espíritus blandiendo
espadas de relámpagos
y nosotros corremos manos entrelazadas,
pies desnudos buscando
una cueva secreta para encontrar el refugio
ante esta majestad abrumadora
que nos hace desfallecer
ante la belleza y el miedo.

Nuestro amor se agiganta
ante tanta inmensidad
que hace retemblar el firmamento.

Presagios tormentosos,
el perfume de la tierra mojada
nos inunda al peso de sí misma,
después irá veloz como un meteoro
al fondo del abismo.

Con galas de volcán,
el sol radiante en niebla roja
de fulgor metálico
traspuso lentamente el horizonte
y nos asombramos ante la llegada
de una noche sin astros,
entre las sombras,
la tormenta avanza rodeada
de grises nubarrones.

De pronto,
el viento silba más agudo
y la tierra se puebla de visiones,
buscando en vano nuestras miradas
un salvador escudo.
Ya los truenos errantes retumban
con salvajes estampidos.
En tropel se suceden los relámpagos
a cuyo parpadeo la tierra,
loca de pavor,
se humilla.

Presagios tormentosos,
la tormenta está aquí,
entre nosotros,
chocan los truenos entre sí
y estallan.

La tempestad en sus furores crece,
es más viva la lumbre del rayo,
mundos hechos campanas
que repican por todo el firmamento conmovido.

Cuando se apaga la lumbre de un relámpago,
se puebla la noche de una sombra,
tan oscura que nos oculta a los dos
como dos figuras misteriosas e inexistentes.

Se desata la lluvia,
bajo el soplo de un viento
huracanado que sacude los árboles,
diluvia y nosotros bajo el agua
como fantasmas aturdidos,
corremos y danzamos
entre truenos y viento.

¡Por fin,
desde la altura de un cielo azul profundo,
las estrellas de cándida hermosura,
llenas de compasión y de ternura
dejan caer sus luces sobre nuestro mundo!

Presagios tormentosos
que nos lleva a unirnos
más en un revuelo de besos
bajo un manto tembloroso a la tibieza
de nuestro nido dejando lejos
la fiera luz de las voces
de huracanes lejanos.