Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 6 de marzo de 2017

Desilusión inesperada


Sortilegio


Sortilegio,
Magia de amar
a alguien lejano y distante.

El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí
vuelvo a recogerme.

Comprendo,
en una mano las cosas
y en la otra su sombra.

Sortilegio.
Los que me hirieron
también están desnudos,
nada me arrebataron,
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
quedó un retrato de sus ojos.

Encantamiento,
conjuro de Amor,
mis pasos de alondra
pisaron un otoño húmedo
y te sentí
alejarte volando,
entre la fronda indiferente
y deshojada
de viejos pergaminos.

Como en un embrujo sutil
y misterioso
quise seguir tu cielo solitario,
quise amarrar mis ojos a tus alas,
quise rehacer todo mi cuerpo
con tus plumas blanquecinas.

Sortilegio,
embrujo de un Amor
que se lo iba, despacio,
llevando el viento
a distancias luminosas
entre colores de crepúsculos
rojos,
amarillos,
naranjas,
de un sol que se adormece en el mar
iluminado por sus rayos.

Sortilegio,
como mágica sombra
de mariposa nocturna
voy en tu búsqueda
hacia una unión madura
con sabor a mieles de amor.

Adivinación,
de volver a encontrarte
y allá voy con mis delirios
a saborear la paz serena
de tu amor.

Sortilegio,
tú… amante mío,
en un encantamiento inesperado
no estás en mí,
sólo siento una lluvia
 de suavidades indefensas
que me llevan con mi sed de verte
al silencio de una inútil búsqueda
de tus miradas grises.

Sortilegio,
deseo que una mágica noche
enciendas la leñas de tus brazos
para recibirme entre tus encendidas manos.

te busco desde el abismo a la cumbre
ardida en ardiente lumbre.

Desde la cresta a la breña
ensueño que se desempeña,
desde el confín a la arena,
desvelo que se serena,
en un eterno recomenzar,
en un encantamiento sin fin.

Invadiendo mi silencio


Invadiendo mi silencio,
tú el que intentas murmurar,
constantemente,
tus palabras sentidas de amor
no dejando que me encuentre
a solas conmigo misma
para borrar de mi mundo interior,
antiguas desolaciones.

Quiero mi silencio mudo
 incluso hasta en el viento que toca mi oído,
o el eco que se asoma a burlar mi voz.
Hoy necesito soledad,
el cielo está oscuro,
la luna se ha ido,
 las flores no tienen la esencia de ayer.

Las aves volaron dejando su nido,
me siento sola,
pero sé que tú vendrás
al grito desesperado de
¡vuelve a mí, no me abandones,
necesito tu amor!

Invadiendo mi silencio,
estoy en penumbras con todo mi hastío
 y en cada suspiro lloro una oración
que clamo en silencio
porque sé que todo fue pasado
y que tú vendrás a mí,
dejando en tinieblas, dolores ya idos.

Invade el silencio todos mis espacios,
mi vida marchita navega sin ti,
en un triste andar
 se mueren mis pasos,
 te buscan sin tregua
para que me traigas al hoy
donde tú me esperas.

Invadiendo mi silencio,
sin ningún encuentro, sé mi amor,
 vigía de esta silenciosa
que quiere regresar
de su viaje interminable
en el desierto de su alma
y que su corazón,
de la mano dulce de la brisa,
llegue hasta ti.

En la caricia de tu voz,
yo era el umbral de tu presencia,
yo estaba en la sombra de tu nombre,
yo habitaba en ti,
 pero en mi mundo de silencio,
no te encuentro
y un profundo dolor invade mi corazón.

No me dejes estar en el completo olvido,
hazme llegar sólo una caricia leve,
el recuerdo de una sonrisa,
 la mano dulce de la brisa
y acércate con ternura
a mi mundo de silencio.

Invadiendo mi silencio,
 tú, sin prisa, despacio, lentamente,
te vas adentrando en mi mundo
 para hacerme beber
la fuente de la vida,
aquella que dejé
sin casi darme cuenta.

¡Ven! ¡Entra en mi alma y hazla renacer!
Que poco a poco
tu magia invada mi ser
despertando sus deseos
 de gozar y amar
y así lograrás detener el tiempo
entrando al silencio de mi alma
para vivir contigo
suspiros leves y caricias cercanas.

No quiero que seas
en mi mundo de silencio
un simple reflejo
en mi imaginación
y que al despertar mis ojos no te lloren.

Invadiendo mi silencio
con tu presencia en mi cuerpo
para darme la flor del amor de la vida
que hoy desvela mis pensamientos
con silencio de olvido.

Pequeñas promesas


Pequeñas promesas,
 vienen desde muy lejos,
nos atrapan, nos envuelven,
dándonos alegrías al escucharlas.

Son fugaces y tiernas,
nos despiertan sentimientos
 que creímos ocultos,
que ya nos habían abandonado.

Pequeñas promesas de amor,
de un amor que arrastra recuerdos vagos,
ya casi olvidados,
los cuales creí inexistentes
pero cuán profundos
se arraigaron en nuestras almas.

Nos hacen crecer poderosas alas 
para cortar como golondrina 
el cielo azul y celeste
de esta aurora nueva
y me siento casta, luminosa,
 transparente, serena,
andando libre y sin sombras
en un camino de estrellas.

Pequeñas promesas
que pasan por el aire como ramos verdes,
cercando mi sosiego,
posando un viento en mis labios,
 guardando tu augurio en cofre de plata.

Mis manos están prontas
 a recibir tu ofrecimiento,
rogando que se cumplan mi deseo
de estar junto a ti,
 tan sólo instantes, minutos de mí existir,
calmo y sereno.

Pequeñas promesas,
 te escucho, te nombro y te reclamo
y mi deseo reverdece hacia adentro,
 puliendo artesonados tu ausencia.

Recorre mis orillas
un viento adolescente en primavera
y en este otoño mío
la estirpe de mis cantos se levanta
 y la sangre vibra, palpita,
te convoca y te necesita a mi lado,
 entre suspiros entrecortados y hondos.

Pequeñas promesas,
 el indicio de ti, es como un signo
de dorada abeja en el aire de alelíes,
 la miel de mis labios muda
al carmín tus besos esperados.

Renuevas mis anhelos y esperanzas
y siento crecer en mis solares,
olivos, laureles y mirtos blandos
y proclama con todos mis sentidos
¡tuya soy entre aires de cristal
y oros perfumados!

Pequeñas promesas,
tan sentidas y anheladas
que temo despertar en tus pupilas
por no apoyar mis ojos en los tuyos
y por un breve resquicio de mi frente
se asoman a mi pecho  tus sentidos
y tiemblan las barandas de mi cuerpo
al sentir apoyar tus leves
y deseados brazos
 en mi cuerpo estremecido.

Pequeñas promesas,
siento promisiones que de tu piel sin nubes
se levanta un sol joven de rosas circuido
 y mi boca en la boca del estío
se inicia en el secreto de nombrarte.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
no me defraudes,
 prométeme no olvidarme,
sé que el amor se despertó en los dos
y se derramó en nuestras almas,
reflejándose tu imagen en mi cuerpo
como el frescor de la creación primera.

¡Pequeñas promesas,
acérquense, arrumáquenme,
denme la tibieza primera
de un amor amanecido y luminoso!