Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 28 de octubre de 2019

No debo


Tus ansiadas caricias


Tus ansiadas caricias,
cuantas veces he estado,
espía del silencio,
esperando tus dulces ternuras
aunque tan sólo a través de tu voz.

Añoro con los ojos cerrados
el recorrido de tus tiernas pruebas de amor,
de tu ser ascendiendo
por escala de tactos,
de besos, de abrazos,
de palabras con las que decías:
te quiero.

Tus ansiadas caricias,
puro milagro en mi,
dentro de tu querer y ahora,
confusa, las busco
 al formarse el día
en la gran duda oscura.

Y agoniza esta criatura
que tú dejas atrás,
inútil ser de antes
que entre auroras seguras
te espera por siempre.

Tus ansiadas caricias,
suaves como el transcurso de cada día
pleno de amor,
no fluyen hacia mí,
 las nostalgias de sentirlas
 invaden mi piel.

Reclamo con desesperación,
con urgencias tus besos furtivos,
extraño los goces robados,
el fuego inminente
desatado por la pasión.

Exigente mi cuerpo y mi alma
murmuran a los vientos tu nombre,
imploran a los cielos
el diluvio divino de tus abrazos
y el torrente de tus besos.

Tus ansiadas caricias,
colmadas de placer
que existen en la profundidad de mi amor,
ansío tus suaves toques
entre suspiros de ilusiones
refugiados en mi piel.

Fueron el reposo en mis sueños
y revivieron mis despertares
con sentimientos encontrados
en la distancia que destruye el pesar.

Tus ansiadas caricias,
al no sentirlas,
 la incertidumbre me invade
y en esta ingrata lejanía
la inquietud por no tenerte
me destroza muy dentro
al no estar tú cerca de mí.

Tal vez el tiempo me traiga con la noche
la esencia de tu cuerpo sin prisas
 envolviendo mi entorno
de fragancias mágicas
 de eternas esperas.

Mis ilusiones vagan sin rumbo
 buscando tu destino
como versos, como prosas.
Ocupan parte de mi vida,
inconclusas e incoherentes frases
por ti acalladas,
razón de más para seguir amándote
en mis sueños de noches estrelladas.

Ahora que ya no puedo dejar de amarte
cómo dejar caricias olvidadas.
Tus ansiadas caricias,
sutiles estelas en mi piel dejaron,
 reclamando tu amor
para calmar mi sed de enamorada.

Desearía si pudiera,
sentirte cerca de mí,
disfrutar de tus abrazos y tu presencia,
estar a tu lado y sentir
que soy todo en tu vivir.

La Desconocida


La desconocida,
la que desapareció tras sus huellas,
a su lugar escondido y misterioso.
¿Quién es ella,
la innombrable, la sin nombre,
la que huye del mundo
disipándose en las tinieblas
vagas y temblorosas?
¿A dónde se dirige
con su paso cansino y torpe?
¿Por qué sus hombros se inclinan
 hacia el suelo
y sus ojos no se vuelven a mirar el cielo?

La desconocida,
la que un día se sintió vencida,
 la que no encontraba escape
de su laberinto de amor,
que no comprendía nada por tener tanto temor.
Vuelve sin pronunciar palabra alguna,
es aquella, la que viste llorar,
en su mirada se ve que no cree en nada,
su corazón de tanto sufrir
se tornó de hierro fuerte.
¿Cuál fue la razón de su cambio,
de su soberbia figura
ahora cabizbaja y apocada?

La desconocida,
la que sólo conoce la noche,
con sus ropajes oscuros,
negros y grises,
su rostro oculto
con un manto de enredaderas mustias,
se acerca despacio,
 con su paso cansino,
buscando lo que dejó atrás,
 sus amores ahora ya ocultos,
su felicidad perdida
en mil vericuetos hondos y secretos.

Su alma fría la atormenta
con hondos dolores
de nostalgias ya idas.
Camina sin saber adonde dirigirse
y a veces, fugazmente,
en un breve instante,
distingue una luz que la lleva
a su destino perdido
del cual ya no tiene memoria.

Se desliza entre dos mundos,
regresa del submundo
 donde estaba sumergida
para encontrar su yo perdido.
La desconocida,
para salvar su mundo
y limpiarlo de espadas
viene en busca de la antigua luz,
de la lámpara olvidada,
envuelta en la noche cruel
de sus pensamientos.

En una túnica de lentos llantos,
donde nadie la ve,
se envuelve en sus ropajes
y camina sin cesar,
asoman a sus ojos
recuerdos de amores pasados
y sus brazos se mueven
como ramas del agua
y entre sus dedos largos
aprieta sus puños,
su bastón como báculo
la guía hacia el sendero que busca,
que se le escapa y se aleja
de la luz avizorada entre el aire
y los sones en que arden las cañas.

¡Aprieta su cuerpo envejecido y leve!
¡Qué hambre de soles a su frente asalta!
¡Aprieta y no sueltes, palmera alta,
con hojas secas y raídas,
que el alma y la carne
se van con la vida yerta y desolada!
La desconocida, de sus dolidos huesos
y la raíz de su pasado se va consumiendo.

¡Álzate de tus escombros,
que la vida vale
vivirla con amor y esperanza!
¡Espera el nacimiento del nuevo día
desde el polvo de tus muertos,
déjalos ir a los vientos entregados!
¡Quítate ahora, desconocida,
 los disfraces oscuros del ayer,
de los días amargos
y recupera la vida
que quedó flotando bajo tus párpados!

¡Vive, respira, canta,
nada de fuera debe preocupar tus sentidos!
¡Todo se pierde en nieblas de humo
y de incienso!
No recuerdes nada de tus tristes
y pasadas jornadas,
 vive el presente,
la fuente de la eterna luz,
 el futuro mañana
caminará hacia ti.

La Luz Prestada


La luz prestada,
esa que yo te di,
que iluminó tus pasos,
que te dio brillo
y resplandor,
esa que no supiste valorar,
la que alimentó
tu espíritu
y calmó tu sed.

La luz prestada,
que bebiste
como el sol en la tarde,
que encendió fuego
en leña seca,
esa luz
que se llevó el viento del crepúsculo
que entorno a tí da vueltas,
el sol será mañana
un plato de lujuria.

La luz que tuviste
no vino de tí,
es que vino de los soles,
de los ríos,
de la oliva
y te inundó la oscuridad.

La luz prestada
se abrió como ventana
sorprendida
derramando
su fulgor de luciérnagas.

¿Ya no sientes
la falta del destello
que te llevó hacia mí?
¡Qué dolor
que no hayas comprendido
la entrega de mi todo
que te di!
¿No te das cuenta
de que te has sumergido
en mares de tristeza
y en vano
buscas un camino
para salir de tu noche?

Todo en tí
ya es silencio,
el eco no te responde,
las chicharras
no las escuchan tus oídos
y en tus sueños
ya no hay más luz,
estás en la ausencia
del no retorno,
tu ceguera
no te deja ver mi luz.

¡Estás en un cielo monosílabo
donde nadie siente tus pasos!
Eres un inútil gentil-hombre
desnudo y blanco
con venas sin estrenar,
ya la sangre no corre,
está seca,
sin chispas
que en nada prenden.

Vivirás sin la belleza,
la alegría,
la risa,
el canto,
el amor.
La luz prestada intangible,
leve y veloz
se fue de tu lado
y no la alcanzarás
nunca más.
¡Qué lejos estamos
y qué cerca estuvimos!

Lentamente en mí
un nuevo amanecer se acerca
que hace que la tristeza
se fuera al pasado del ayer,
oscureciste mis días
pero ahora
renace en mi alma
la luz brillante
que otra vez inunda mi existir.

El tiempo contigo ya no existe,
saliste de un tiempo
que no dejó huellas ni señales.
¡Qué milagro
ya puedo decir
pasó y partió!

La luz prestada,
partiste a rumbos confundidos
los que te llevarán
a lugares misteriosos,
secretos,
sin retorno.

Tu silencio ya no duele,
mi alma se ilumina
y los poemas de amor,
frases erráticas,
cortan el aire
como flechas afiebradas,
buscando ilusiones nuevas.

Ya desperté
de la sombra
en que me dejaste,
atónita y absorta
en que te fuiste a otro tiempo,
buscando otros amores,
otras miradas,
otros besos.

Despierto
en un rítmico volar de dulces sueños
que me llevan al ideal de amar
y ser amada,
suspiro con el máximo esplendor
de que existe el amor anhelado
que me abre
con su encanto de quimeras
a un existir nuevo.