Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 8 de abril de 2020

Caminos de ilusión


Reencuentro con mi vida


Reencuentro con mi vida,
poco a poco
te vas acercando a mí
y mi vida renace,
una y otra vez.

En mis noches oscuras de silencio,
deseo tenerte junto a mí,
para sentir,
aunque sea de lejos,
el dulce néctar que tienen
tus besos con sabor a miel.

Te quiero junto a mi,
no rompas el volumen de tus besos
en la puerta del viento en su armonía.
Reencuentro con mi vida,
al sentir el sabor a ti
y ahí estás,
rezagando mi camino,
 ancla de oro y cadena de mis anhelos,
 piel que adorna el pulso de mis ojos,
cruz que agrieta
en trozos acrisolados
las nubes contra el cielo.

Reencuentro con mi vida
como agua lenta,
 sí pausada, sí cantada,
se allega por tus manos a mi pecho.

¡Oh río sin espumas,
tan bravío que moja
las veredas de mi cielo!
Mientras las estrellas ríen y guiñan,
mis suspiros
se vuelven entrecortados y estremecidos
desde el fondo de mi alma,
cuando tú, deliciosamente
me acaricias y no me dejas ir de tu lado.

Reencuentro con mi vida,
esta mujer poeta, en la noche y en tu hora,
 rodeada por las tinieblas del ocaso,
 vibra y tiembla pensando en ti.

Escribiendo poemas, poesías.
colmadas de amor
para que al extinguirse el último, sagrado,
son de la campana,
levántense desde el fondo del alma
 las visiones de ayeres olvidados,
 poblados de sombras
en el ambiente pasado.
Reencuentro con mi vida,
hoy pensando en ti,
en el verdadero amor
duermo más profundamente
 sin que el sueño de la mentira me consuma.

Reencuentro con mi vida,
te tengo a mi lado como mi guía,
mi protección, mi cayado,
mi amante ideal
y después de tanto andar,
atisbando entre las nieblas vespertinas,
no perderé el camino
por la ilusión de dejar de verte.

¡En verde valle umbrío
aún estamos juntos!
¡Qué collados nos amparan y ocultan!
¡Qué ramas sumergidas
en niebla y cielo
nos protegen y cubren nuestro nido!

Reencuentro con mi vida,
cuando la tarde apaga sus colores
y los astros encienden sus lumbreras
y se duermen las aves y las flores,
 estoy contigo, amado mío
y resurgen los sentimientos
en grupos de ternuras,
delicias, besos, caricias.

¡Cuánta esperanza!
irradia aún desde las sombras
el reencontrarnos otra vez
y caminar juntos,
manos entrelazadas,
 pies juntos y desnudos
por la senda de ésta, la vida nuestra
 siguiendo unidos el ideal
que en breves instantes tan sólo se alcanza.

Reencuentro con mi vida,
hoy ya juntos
se apartan temerosas
como evitando el borde de un abismo
 las promesas no cumplidas,
teniendo ambos la ilusión como guía.

Eres mi santa inspiración,
 yo tan sólo tu mujer poeta
pero juntos hallamos
 la fuente bullidora del Amor
que desciendo por diáfanas escalas
en un lenguaje sonoro
en el silencio azul de las etéreas alas.

Candidez amorosa


Candidez amorosa,
mis pasos de alondra,
pisaron el otoño húmedo
y te sentí volar entre la fronda
 indiferente de viejos pergaminos,
te fuiste lejos,
a lugares inciertos.

Quise seguir tu vuelo solitario,
quise amarrar mis ojos
a tus amadas alas,
quise rehacer mis dedos
con tus plumas,
quise volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre tus cálidas caricias.

Candidez amorosa,
inocente, crédula,
creía fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú volabas, volabas…
Autómata, juguete de papel y cielo
y te tragaba el viento
y te mordía la distancia luminosa.

Y yo, soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día
yo sería la rama de tu nido.
Candidez amorosa,
entre trinos y cantos, versos y metáforas,
 tejiendo nuestro hogar
para ser tuya en nuestra rama
y donde allí posarás tu piel
con el ahogo de tu aliento.

Pero el tiempo pasó,
 lento, muy lento,
no hubo nido, tú volaste…
Fuiste un cuento, mi sueño,
mi leyenda de otoño en serenata.

Candidez amorosa,
cuando mis ojos gritan tu nombre
en la soledad de la distancia imperdible,
el recordar el abrazo de tu piel,
de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me eleva,
buscándote en esa distancia lejana
donde tú te resguardaste,
 te escondiste.

Mi vida es ahora
un cielo trivial de sueños locos
que llenas con tu aliento
de viajero errante y taciturno.
Aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes
con tu pasión de viento.

El sol será mañana
un plato de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas.

Candidez amorosa,
¿adónde me conduces?
 ¿Por sendas de ingenuidad,
candor, inocencia?

Creo en todo lo que me rodea 
y a veces agobiada, debilitada,
 por creer en imposibles,
me tiendo
en el manto oscuro y plácido
del campo abierto a la noche
y entre las estrellas rutilantes
 me voy en tu búsqueda
con tus sueños y pensando imposibles,
que nuestro amor como pájaro sin alas,
se acurruca desarmado
en nuestros cuerpos,
en nuestras bocas,
en nuestros corazones.

Candidez amorosa,
canta el río mojado de tipas
y empedrada en la sed del silencio
se consumen nuestras formas
 fundidas en el tiempo inagotable.

Placeres y gozos,
 caricias que desgarra,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es nuestro amor
que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.

Amor mío,
desboca los temores indefensos,
mi aliento con tu boca,
haz mi piel con tus ojos de humo
 y del mundo sin final
 la comunión de una eterna entrega.

Préstame tu luz


Préstame tu luz, la tuya,
la que ilumina con fulgores mi cercado todo,
dándome las rojas alegrías
que burbujean intensas
en el sol que redondea las armonías
equidistantes en el humo danzante del amor.

Préstame tu luz,
es el color del tiempo
donde aun me atrevo a amar,
ilumina mi mirada
que creí perdida en una lejanía distante.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
por aso me derramo
en llantos y sangra mi corazón.
¡Préstame tu luz, la necesito!,
mis manos se angustian en el aire
por el largo alumbrar del movimiento.

Quiero sentirla como se siente
el agua del puerto, pensativa, calmada.
La gozaré en un temblor de hojas
en que se paran gotas del cielo al suelo.

La quiero para soltarla al viento
al son de mis deseos,
eres la luz de mis mañanas
que aguardo entre mis cantos,
risas y sones de poemas
que tú me inspiras,
que caen sobre el papel
como manchas florecida del azar.

Dame tu luz,
no me dejes en las sombras
entre las angustias,
los deseos no cumplidos
y el dolor de no tener la luz
que no se tiene
y el gozo de esperar la que vendrá.

Quiero colmarme
con la claridad que tú tienes.
Vamos hacia ella los dos,
nunca más solos.
Mundo de dos,
verdad de dos,
verdad paradisíaca
iluminada por tu luz prístina y pura
ya no más días y noches solos.

Préstame tu luz
la que abre mis caminos
y pone en sus finales
embarcaderos con alas,
en un nido nuestro
donde nos encontramos
con el alma y las manos,
en suaves y aterciopeladas caricias
y alegrías en un final cierto
en nuestro existir.

Préstame tu luz,
mi cuerpo tiembla,
es la felicidad que está ya cerca
en su gran marcha subceleste,
hollando nubes, quebradas, roquedales,
a una velocidad de luz de estrella
desde las lejanas constelaciones
donde mis ojos bien abiertos
las esperan con frenesí y anhelo.

Es tu luz,
la que buscaba,
no luces soñadas, sólo la tuya,
la que ilumina mi vida toda
y se expande
luciendo en mi alma su forma decisiva.

Me estremezco sólo de pensar
que mi alba iluminada en desatada prisa
me transporta a tu mundo,
amado mío
en alas leves hacia la felicidad
del gran gozo de amar y ser amada.