Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 29 de septiembre de 2015

Retrato olvidado


Paradoja del amor


Alguna vez,
aunque tarde,
mi verso debía decirte
lo que para mi has sido,
inseparable amor de mis pensamientos
y a la vez al que le hago llegar
mis palabras, sueltas,
juguetonas de vida,
mis versos más sentidos.

Paradoja de amar
de dos maneras diferentes,
no contradictorias,
sino compartidas
en una ternura insólita,
delicias de amar
entre locuras disímiles
y verdaderas.

Ayer tan cerca y hoy
¿porqué tan lejos?
Paradoja de quererte,
eres tan lejano,
tan inalcanzable.

Yo soy sólo un silencio
en tu recuerdo.

Paradoja del amor,
sentimiento incierto
que te lleva a flotar
entre las nubes o te desliza
a lo profundo del amor.

Mar de tristezas o alegrías,
de lágrimas o sonrisas,
de ilusiones y de quebrantos
que se fortalecen con la tormenta
y se quiebran con la risa.

Paradoja del amor,
eres el espejismo que da de beber,
eres el agua que no sacia la sed.

Única con el inaudito
poder de producir en el corazón
un ocaso y un atardecer.

Paradoja del amor,
eres el mantra de la humanidad,
sólo tú puedas hacer convivir
en una sola alma
dos sentimientos tan diferentes
como son la angustia
y la calma en un solo latido.

Tus recuerdos
arrancan sonrisas y lágrimas,
haces fuerte al más débil
y débil al mas fuerte,
sólo tú puedes desbordar de pasión
al más frío corazón.

Paradoja del amor,
tan volátil como una llama,
tan constante
como la salida del sol cada día.

Eres un vacío
que sólo puede ser llenado
con tu presencia,
tú mantienes la distancia,
yo me acerco muy despacio
y al sentirte cerca de mí,
la felicidad buscada se acerca,
me roza, me da alas al corazón
y me lleva con el viento hacia ti,
con mil jugarretas y piruetas
para que la paradoja del amor
llegue a su fin.

Leyenda


Leyenda

Mis pasos de alondra,
pisaron un otoño húmedo y te sentí volar,
entre la fronda indiferente de viejos pergaminos.
Quise seguir tu vuelo solitario.
Quise amarrar tus ojos a tus alas.
Quise rehacer mis dedos con tus plumas.
Más tu volabas… volabas…
Autómata juguete de papel y cielo.
Y te tragaba el viento.
Y te mordía la distancia luminosa.
Y yo soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día…
yo sería la rama de tu nido.
Y fui la rama.
Y allí posaste tu piel con el ahogo de de tu aliento.
No hubo nido.
Tú volaste…
fuiste un cuento.
Mi sueño, una leyenda de otoño en mi memoria.

“Nadie previno,
 la culpa de existir,
no acepta culpas”

Esperándote


Esperándote,
aguardándote,
aquí estoy escribiendo
las páginas de colores
que cambian con el tiempo.

¡Qué mágicos alfabetos
en estas hojas vacías!.
Tienen rasgos de cristal,
puntas de agua,
monosílabos brillantes.

Esperándote,
escribiéndote a ti,
mi inspiración eterna,
con palabras que se clavan
en lo hondo de mi ser.

Busco frases de amor
para mi númen de siempre,
cláusulas blancas que pasan frente a mí,
lentas  y pausadas
componiendo odas
con ellas de celestes temas.

Esperándote,
con la luna,
el amor y el cielo,
rodeándome de constelaciones,
esperándote el tiempo justo
en que llegarás a mi lado.

Esperándote,
de nuevo, ansiosa,
buscando la palabra,
uniendo sílabas mudas
ante un mar de lágrimas
que me estremecen sin esperar
a que encuentre respuestas
perdidas en el silencio.

Esperándote,
descubriendo hojas como pergaminos,
procurando descifrar
en libros de sílabas polvorientos
una frase clave para mi palabra.

Aquí estoy,
esperándote como desde el principio
porque un nuevo sol
me enseñará las palabras graves,
mañana ya sabré alzar las notas,
hoy, sólo entrego mi palabra
hecha poesía.

Todo es canto y poesía para ti.
Siempre estaré pendiente de tu existir
y estarás en lo más profundo de mi ser.

Todos mis poemas,
los que escribí velozmente
en hojas que precipitadas apenas
las letras las cubrían,
allí volaban lo escrito
como alas de las mañanas,
pluma tras pluma se iban.

Pero hoy, aquí,
yo estoy a tu lado,
esperando tu amor
diáfano y puro.