Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 20 de agosto de 2015

No puedo olvidarte


Volver el tiempo atrás


Volver el tiempo atrás,
nunca más , no quiero sufrir con tu presencia a mi lado,
ni un solo pensamiento de lo que fue mi vida contigo.
Te despediste sin un adiós,
el adiós viene de lejos, de muy antes,
largo, claro, lo sentíamos venir.
Mi cabeza esta inclinada,
pensando en el sufrimiento pasado.
Sin amor,  ¿ilusión, sueño?
Quieta ya, estás contigo misma.
Me desarmo como una nave deshilachada,
en penas.
Quiero volver al pasado, pero debo estar acá,
buscando escribir poesías de amor,
cartas sobre mi dolor y pasión,
frases que te erizan la piel.
Por su amargura y pensamiento sin forma.

Volver el tiempo atrás,
y estas cartas deshacían como telas en desuso,
como cenizas de la hoguera apagada.
El amor nunca perdona a quienes saben amar.
Se cobra su tributo, le pago sin demora,
con el dolor de la distancia… Y ahora.
La luna es una espada en cuyo filo duerme el amor,
ese amor ya perdido, al cual no buscaré más,
tu sombra de fuego enloquecido es ahora un fantasma,
sin asideros,
horizontes sin llegada.
Si éramos nubes yo volaré más lejos a las altas y grises,
tú volaras en remolinos a los algodones sin rumbo.
No quiero ni debo volver al pasado,
esté ya olvidado del todo.

Volver el tiempo atrás,
La tarde reclinada en el poniente,
cuelga en los bordes de la blanca nueve,
llevando mis plegarias y mi lloro.
Siento pena por tantos sueños muertos a mis espaldas,
Siento un dejo de lástima por ti,
mi amor ya ido a otros lares donde la maldad te rodea.
Tú ya no eres más mi respaldo, mi derecho,
eres el fin, mi revés, acabemos con esto por última vez.
No quiero saber más tu derecho y tú revés.
¡adiós! marcha a tu paso.
Yo iré al mío.
Trota mapas de tersa cartulina,
que yo galoparé mi desvarío,
para trocar un ya por un acaso.
¡adiós por siempre amado ausente!
me causaste mucha aflicción y pena,
pero ahora basta ya,
¡vete de mi vida!
¡vete de mis pensamientos que ya locos,
aun lloran por ti!

Alas caídas


Alas caídas,
te fuiste volando raudo y veloz de mi lado,
sin una palabra de adiós,
buscando desesperado tu nuevo amor,
que te estaba esperando en el lugar equivocado
y fue tan raudo tu vuelo,
que caíste con tu cuerpo y mente en una mar de escombros,
donde creíste encontrar el amor que esperabas.
¡ pobre hombre desgraciado y tonto!
tus ojos no se dieron cuenta que te ibas de mi lado,
a una cueva profunda y maldita,
donde te iban a dejar en la ruina y destrozado.

Alas caídas,
la vida en sus múltiples facetas,
tú el que decías que me amaba se omnibuló sorpresivamente,
de otra mujer que tus ojos vieron como la belleza máxima,
quien te hirió y te engaño con sus ojos pardos
y maléficos.
¡pobre de ti mi amado ausente!.
Mi lástima te inundó y no te diste cuenta,
nunca más te vi
y ojala nunca te vea más,
pero mi dolor y pena sigue por tu ausencia,
sangrando las heridas de mi corazón,
que aún no han podido cicatrizar.

Alas caídas,
mi vida continuó sin ti
y surgieron mis poemas de amor
y estas cartas que te seguiré escribiendo,
porque el papel blanco me llama
y me pide que vuelque todas mis penas,
mis anhelos, mis pesares ocultos.
Y tú en volandas arremolinadas volaban hacia tu nuevo amor,
ese amor que te dejó en escombros de pobreza total,
te cambió en tu país al que la llevaste,
por otro amor y te dejó en crisis total.
Te lo merecías , tus locuras provocaban en mí,
el más grande dolor, mis manos quedaron vacías,
al quedarme sola.

Alas caídas,
por ti la tristeza me la ha robado la noche.
Era mía, bien mía, pensaba decirla en versos,
darle forma como dan las lagrimas,
forma tibia al dolor de adentro.
Pero estaba clara la noche
y el papel esperó en vano.
Anduve sin ti por las estrellas y el aire
y el olor de las amapolas,
todo era como un corazón tendido a la confidencia.
Y mi tristeza está ahora lejos, lejísimo, en las estrellas altas,
en esa brisa fresca,
que no puedo aprisionar aunque abro y cierro las manos,
está ya fuera de mí.
¡gracias, mil gracias!
soy feliz en mi soledad,
esperando el nuevo amor.

Pequeñas promesas


Pequeñas promesas,
 vienen desde muy lejos,
nos atrapan, nos envuelven,
dándonos alegrías al escucharlas.

Son fugaces y tiernas,
nos despiertan sentimientos
 que creímos ocultos,
que ya nos habían abandonado.

Pequeñas promesas de amor,
de un amor que arrastra recuerdos vagos,
ya casi olvidados,
los cuales creí inexistentes
pero cuán profundos
se arraigaron en nuestras almas.

Nos hacen crecer poderosas alas 
para cortar como golondrina 
el cielo azul y celeste
de esta aurora nueva
y me siento casta, luminosa,
 transparente, serena,
andando libre y sin sombras
en un camino de estrellas.

Pequeñas promesas
que pasan por el aire como ramos verdes,
cercando mi sosiego,
posando un viento en mis labios,
 guardando tu augurio en cofre de plata.

Mis manos están prontas
 a recibir tu ofrecimiento,
rogando que se cumplan mi deseo
de estar junto a ti,
 tan sólo instantes, minutos de mí existir,
calmo y sereno.

Pequeñas promesas,
 te escucho, te nombro y te reclamo
y mi deseo reverdece hacia adentro,
 puliendo artesonados tu ausencia.

Recorre mis orillas
un viento adolescente en primavera
y en este otoño mío
la estirpe de mis cantos se levanta
 y la sangre vibra, palpita,
te convoca y te necesita a mi lado,
 entre suspiros entrecortados y hondos.

Pequeñas promesas,
 el indicio de ti, es como un signo
de dorada abeja en el aire de alelíes,
 la miel de mis labios muda
al carmín tus besos esperados.

Renuevas mis anhelos y esperanzas
y siento crecer en mis solares,
olivos, laureles y mirtos blandos
y proclama con todos mis sentidos
¡tuya soy entre aires de cristal
y oros perfumados!

Pequeñas promesas,
tan sentidas y anheladas
que temo despertar en tus pupilas
por no apoyar mis ojos en los tuyos
y por un breve resquicio de mi frente
se asoman a mi pecho  tus sentidos
y tiemblan las barandas de mi cuerpo
al sentir apoyar tus leves
y deseados brazos
 en mi cuerpo estremecido.

Pequeñas promesas,
siento promisiones que de tu piel sin nubes
se levanta un sol joven de rosas circuido
 y mi boca en la boca del estío
se inicia en el secreto de nombrarte.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
no me defraudes,
 prométeme no olvidarme,
sé que el amor se despertó en los dos
y se derramó en nuestras almas,
reflejándose tu imagen en mi cuerpo
como el frescor de la creación primera.

¡Pequeñas promesas,
acérquense, arrumáquenme,
denme la tibieza primera
de un amor amanecido y luminoso!