Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 1 de diciembre de 2016

La voz del alma


Caricias a mi corazón


Caricias a mi corazón
son tus dulces palabras de amor,
tiernas,
leves.

Dejas en mí
luces brillantes
de colores iridiscentes.
Soy feliz,
te siento dentro de mí,
mi sangre corre a prisa
latiendo en mi cuerpo
con pasión y gozo.

Te necesito dentro de mí,
los vientos se congregan
trayendo hacia mí
las caricias anheladas.

Mi corazón ya no me pertenece,
ha abandonado mi cuerpo
y lo he depositado en tus manos.

¡Cuídalo!
¡Ámalo!
Es tuyo, te pertenece.

Te amo Hoy y siempre,
cada latido de mi corazón es sólo por tí,
¡Cuántas alegrías tremolantes,
gozo inmediato,
caricia que se acerca,
despacio, leve,
a mi corazón tibio de amor!

Consumación feliz de tanta ruta,
último paso, amante,
pie en el aire,
que trae amor,
a donde amor espera.

Caricias a mi corazón,
¡Qué alegría, saber que en cada hora
algo que está viniendo
nos espera!

Como un campanario,
canta la alegría
cuando satisfecho el corazón
y el tumulto brota de la melodía,
de la carcajada,
claro borbollón.

Caricias a mi corazón
que hacen reír, cantar,
y la risa retoza
como un potro altanero y gentil.
¡Lástima que la vida se alboroza
pocas veces así!

Caricias a mi corazón,
con tus manos como plumas
dibujas tu amor con pasión
y suavidad de jazmines.

Mis formas inanimadas
viven, tiemblan,
se hacen carne bajo el cincel
embebido de tu pasión noble y pura.

¡Qué sensación tan profunda
arrancas de mis entrañas!

¡Qué grito de amor desgarra
de mis poros y mi sangre!

Caricias a mi corazón,
me haces temblar de amor
al sentirte a mi lado,
eres dulce, tierno,
suave como terciopelo,
y leve, como tul de encaje.

Caricias a mi corazón
que desgarran besos,
que dibujan nuestros rostros asombrosos,
iluminados de placer y alegrías sin par.

Amante reviví


Amante reviví
volví a ser la mujer,
enamorada del amor,
porque encontré en ti
la ternura, el mimo, la nobleza,
la alegría de tú corazón.

Amándote reviví,
mi alma se colmó,
amor, alegría, gozo,
Placer de placeres.

Tú eres mi amor de verdad,
lo imposible siempre llega.
Felicidad destilada
por el tiempo en sus colmenas,
por el aire o por abejas.

Aprendí con paciencia a esperarte,
A sentir tú presencia llegar,
despacito,
besándome el cuello,
las manos mi todo.

Amándote reviví,
me llevaste por el sendero,
que inspiró la poesía.
En un raudal de inspiración
que es fragor de lucha en el día,
y en la noche meditación.

Nuestro primer beso de amantes
¡asombro!
¿Es obra humana tanto gozo?
¿Podrán los sabios repetirlos?

Vuelan hacia el segundo beso
más que beso claridad,
quieren buscar la certeza alegre
de su don de hacer milagros.

Amándote reviví,
mis armoniosas risas y lloros en flor,
se congregaron al rumor de las alas de mis sueños.

¡Versos!, con ímpetu alado
al ideal ascended
y en las estrofas verted
el amor que por ti siento.

Ahora, contigo a mi lado,
río,
canto,
bailo,
amo,
mi cuerpo vibra junto al tuyo.

Amándote reviví,
Cuando abrí la puerta de mi vida,
el perfume lejano de tú ausencia
me acarició la piel.

Sentí que me abrazaban,
‘’en su silencio’’, me dije.
Era tú silencio colmado de amor,
que se acerco muy cerca mío
con el fuego de tu piel .

Amándote reviví,
obediente al ardor de un mediodía
muerdo la fruta nueva.
La boca anhela el más celado jugo
del anhelo que me pasa.

Besos para ti,
contigo reviví,
presiento en cada instante,
la dulzura de la primavera,
pulpas de enero,
azúcares de marzo,
día a día,
sumados a la almendra.

Contigo reviví,
Amándote en una consumación feliz que trae amor,
A donde amor espera.

Nadie


Nadie,
no fue nadie ni nada,
la Muerte me llevó
por vericuetos misteriosos
atravesando murallas,
 abismos, cuevas,
llevándose con ella mis amores,
 mis alegrías, mis risas,
 mis poemas, mis danzas.

¿Por qué hizo esto?
¿Cuál es la razón de este secuestro no tan furtivo?
Me llevó lejos de ti,
mi amante, mi amado.

Nadie,
voy en busca de la clave
o algún poema en alguna flor
para descifrar el tiempo que nos queda,
mírame sin los ojos
para fraguar en el confín del infinito
y sobreviviré en la memoria de un beso.

Esto sería posible,
 caer en el abismo sin fondo
a inaugurar la memoria vacía
frente al silencio eterno de la Muerte.

Nadie,
sólo nos queda reptar
en los polvos de los huesos de nadie
 y esperar en ese sitio la luz
que borre mi nombre y mi sombra
de la historia de todos.

Tendré que escribirlo todo para no olvidar,
o morir con una granada de palabras
y miles de preguntas como esquirlas.

Danzan en el viento
las hojas amarillas del otoño
presagiando la arritmia
del pulso de la Muerte.


Cargo mi equipaje de rosas marchitadas,
el herrumbre de la sombra
y un nombre como tantos.

Arde y cruje la madera,
esparciendo las cenizas
de este crematorio de esperanza.

El tiempo acalla voces,
el recuerdo horada surcos de dolor,
todo conspira la herencia de los muertos,
el frio del invierno,
el silencio de los pájaros.

Nadie,
sin ti soy nadie,
te necesito muy junto a mí
en la vida y en la muerte,
acá y más allá,
cerca y lejos.

En el paisaje celestial se posa la mirada
del ojo que no existe,
bajo el pie del caminante,
el hueco interminable del abismo.

La memoria juega el juego del olvido
sin nombre que me nombre,
se agrieta esta montaña de silencio
y hace cumbre la última palabra
¡Adiós!