Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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martes, 11 de abril de 2017

La noche venuciana


Hoy te siento


Hoy te siento,
aquí cerca mío.
La ternura de tus caricias
y tu mirada
es una franja azul y verde
entre el cielo y el agua.

Es una estela dejada en la piel.
Tu ternura es energía
transformada en besos.
Es un ave coqueteando con las olas.
Es una hoja balanceada por el viento.
Es un rosal floreciendo.

Tu ternura la percibo
en el abrazo cálido y sensual,
en el poder escribirte
a través de ella las poesías,
las palabras que nacen del alma para ti.

Hoy te siento
en el gesto delicado
que sale del alma,
en la forma en que me llamas.
La ternura es el suspiro del amor.

Hoy te siento
a través de tu calma
con que has sabido llenar mi alma
y hasta el menor de mis pensamientos
inspirando hoy cada letra
de cada poema que te escribo.

Es bella y verdadera tu esencia,
le escribo a lo que tu presencia
en todo mi existir genera.
Cuando un día
mis poemas lleguen a ti
entenderás que te amé así,
por no saber amar de otra manera.

Percibo tu ternura
y mi corazón infinito
como el cielo se convierte en volcán
cuya hirviente lava,
llega hasta el alma,
es como un dulce poema
que alegro mi triste razón,
eres una luz en mi alma
me alumbra
en todos los caminos de mi vida.

Hoy te siento
en una noche muy obscura,
noche de eclipse de luna,
la estrellas a mi alrededor
tiñen el cielo de color.

Tiemblo de amor
cuando se anuncia
la inminente llegada de mi amante,
a quien espero despacio
igual que un fruto colgado
sobre el fresco de la grana.

Y viene hacia mi
desprendido y risueño,
eterno signo de bondad y ternura
y nos encontramos en el cenit,
yo inocente y pura,
él noble y único.

Hoy te siento.
Desde lejos,
ya en el umbral del encuentro
y mi voz leve como un hilo
que sale de su noche,
trémula lo llama
¡Ven!
¡Te espero!
¿Desde dónde?

Es entre ondas sucesivas
de un querer al otro,
de ternura leve,
luminosa por el sol,
purísima y diáfana,
de blancura total y mi trémula espera
avanza soñando,
se acerca y las almas
se reconocen radiantes
en el camino que las esperaba
y en el papel amanecen
unas palabras
¡Amor,
hoy te siento!

Hoy Tú No Estás


Hoy tú no estás,
en mi presente
no te veo
y mi corazón se estruja,
 la sangre palpita despacito
 y por mis mejillas
caen las lágrimas
que nacen
de mi alma dolorida.

Me paro
en el recuerdo
para poder hablarte
y me descubro
andando caminos ya recorridos,
momentos que vivimos,
 irrepetibles horas
que no fueron eternas
y se llevó la aurora.

Hoy tú no estás,
es una espera larga
y el pasado sin tiempo
se escurre entre las manos
dejándome de nuevo
con mi dolor a solas,
un eco de palabras
y tus ojos
que me acarician el alma
como vuelo de alondras.

Hoy tú no estás
con paciencia,
calma,
con el viento
te seguiré buscando
en las hojas del jazmín,
 entre las olas del mar,
en las canciones,
en las esquinas,
en los pliegues de mi piel,
en el silencio que me mata.

Hoy tú no estás
y la espera en mi alma es tuya,
en el sabor de tu deseo,
en mis lágrimas
que ansían encontrarte
en poemas olvidados.

Hoy cansada
 te seguiré buscando
atenta,
expectante,
anhelante en mis sueños de hoy,
mañana,
mi amor
de nuevo esperaré
tu presencia a mi lado
y pensaré que susurras en mis oídos
diciéndome
que me amas.

Te busco
y siempre tú apareces,
 miradas,
suspiros…
¡ay amor de mil amores,
amarte será una profecía!
Y guardaré este amor
muy secretamente
porque buscarte
será siempre tenerte
muy cerca de mí.

Hoy tú no estás custodiando
el hechizo de mis sueños
y entre el follaje de tu prado
y en el fresco temblor
de su rocío,
creo verte
y mis ansias se colman
de alegría y repaso
la ciudad,
exploro el río
e indago por el mar
por mí cantado.

Hoy tú no estás
en el verde levantado
del árbol
dónde pierdo mi albedrío,
ni en el viento caliente del estío,
ni en la orilla del mar enamorado.

Hoy tú no estás
y la espera es larga
y sombría
pero con el ruido de mi aliento
te seguiré pensando
en mi silencio,
 mis pupilas se encenderán
 temblando
y mis labios
en una llama angustiante
y quejumbrosa
te seguirán llamando.

Iré por tibios rincones,
 abriré mis puertas
para que el sol te ilumine
y te indique
 el camino
 hacia mi querer.
Hoy tú no estás,
 te esperé con ansias
en mi larga noche,
inmóvil contemplé las estrellas,
grité con fuerza tu nombre
y sólo una luz azul
 bañó mi rostro.

Bien lejos


Bien lejos,
desde la distancia imprevisible,
te invoco, a ti,
señor de mis amores
y entre sílabas deslumbrantes
quizás te diga:
¡Ven a mí!
¡Acércate!.

Bien lejos,
por el aire,
sin volar,
sin tocar tierra,
mi vida está suspendida
sin tiempos puros,
equidistante de los dos crepúsculos,
solamente por buscarte a ti.

Tiempos de gozos ya idos,
horas limpias,
esperando nuevos alfabetos
que se hacen y deshacen
en rapidísimas palabras
como versos tendidos en el cielo.

Bien lejos,
los caminos pueden recorrerse,
sin dar más que un paso,
un paso que se convierte en el deseo,
en la necesidad de estar con el ser amado.

Amor lejano,
lejos como una estrella,
tú mi amado te encuentras de mí.

Y aunque no pueda verte
por la distancia mi amor
se expande por toda la tierra
y toda ansia se calma
tan sólo en escribir versos para ti.

Bien lejos,
distingo los destellos
de tus besos apasionados,
son relumbres,
claridades,
alejándose,
acercándose y en delirantes titubeos
los siento cerca,
cerca de mí,
a la sangre de mis venas
que van en busca de su centro,
mi corazón enamorado.

Bien lejos,
vienes y vas
y tu canto vive dentro de mí,
alma arriba,
alma abajo,
cantando y recantando.

En la lejanía,
cuando se va tu sol cantas estrellas,
se va estrellando el alma,
con los ojos cerrados,
de luceros,
en tu cantar nocturno,
me brisas y él me entrega
desde la distancia al mismo río
de tu eterno cántico.

Vienes y vas desde bien lejos,
desde el humo a la nada,
a través de los poemas.

¡Cuántas más luces hay,
más dudas tiemblan y vibran
de pena mi alma toda!

Delicadas,
ardientes,
nuestras almas se buscan
por nuestro diferir,
como por un camino
donde no hay despedidas.

Y al final,
el hallazgo,
el contacto del uno con el otro,
la nueva separación vencida,
la unión pura,
brotando de la lejanía.

Y mirándonos en el triunfo
como de un agua quieta,
tú y yo,
otra vez sólo veremos un rostro.

La noche no es más solitaria,
ni serenamente triste,
sin manto de tinieblas,
nos encontramos desde lejos,
bien lejos,
para encender la pasión
que no estaba dormida.