Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 25 de febrero de 2013

Imagen viva


Danza circular


Danza circular, bailo la vida, siendo lo que soy, una y otra vez, me renuevo con las estaciones del Universo y mi cuerpo es el cuerpo de todo lo que es.
Yo soy la que soy, una con el gran Sol, soy esa esencia que nunca morirá… a pesar de desangrarme por el camino, viajando los senderos que eligió mi corazón.
Danza circular, rítmica, audaz a veces, sensual otra, lenta o vibrante, pero siempre plena aún bailando conmigo misma pero dedicada a ti, mi amor.
Danza circular, la bailo de madrugada con la espiral de la luz… bailo hasta que el fuego sagrado de la noche se enciende, me libero y me desapego de todo, apego con la música del cielo… ¡Ven, acércate, baila conmigo la hermosa danza de la vida!
Danza circular, apasiona el aire y vuelve leve la sed del amor, nacen los versos entre caligrafías de perlas en un mar de pasión irradiando encantamientos y concediendo dones como la dulzura de la miel, la caricia del musgo, el fuego del mar.
Danza circular, entre arabescos de luz, entre nervaduras del cielo y abrazos de agua.
Danza circular, arremolina sentimientos y me deja en un espacio único, mágico, irreal, imantando el alma con geometrías vegetales y tules de plata enredados en mi piel.
Danza circular, es contigo que estoy, amor, disolviendo la fragua de la pena que quema, movimientos con resplandores, sin los siete velos, sí con estrellas migratorias en arterias doradas, palpitando árboles y cuerpos enramados en remolinos y ascensiones.
Danza circular, la música nos envuelve entre capullos concediéndonos el don de amar y se mueven resplandores como vuelos de arcángeles sin espadas.
Mis pasos son pasos de una danza, bailo poesías entre colores y movimientos, fogosos e intensos, creando espumas, nubecillas, jardines celestes, corolas blancas.
Danza circular, que comienza antes de que llegue el día, labradora, la aurora se levanta entre estrellas rezagadas que con sus luces que aún recorren los cielos por el mar aún van a sembrarlas.
Estalla la danza entre mil sones redondos de eterna magia y esplendores, estallan en los espacios claros, cubriendo de mitos que la luz guarda.
Danza circular, eterna y sentida, todo baila, brazos, manos, pies y dedos y hasta los ojos y labios tiemblan en rítmicos parpadeos y balbuceos de amor y cubren su verdad guardada en lo profundo de su seno con latires gozosos y palpitantes albores.

Margaritas deshojadas


Margaritas deshojadas, sus pétalos blancos, amarillos y lilas colman el campo como manto entretejido de “te quiero y no te quiero”.
Son conciertos de notas aterciopeladas moviendo a ratos el sauzal y después tornándose a la quietud hecha de amores perdidos y hallados sin saberlo entre cantos y sentires. 
¡Oh, vientos del jardín de los recuerdos!, desde el fondo soplad, trayéndome las margaritas deshojadas que las quiero besar.
Entre albas transparentes vestidas de ilusión, cuyos llantos sin causa derramaron sobre las flores, mi inocencia pasó.
Margaritas deshojadas, tengo pétalos en los labios y palabras escarlatas que jamás he intentado pronunciar.
Tengo secretos inconfesables, que de tanto guardarlos, los he perdido entre mil pétalos blancos que mis ojos viajeros del tiempo, cansados de pronosticar, se diluyen entre este mar de margaritas deshojadas.
Tengo pétalos pegados en mis sienes, en mi pelo, en mis manos, en mis yemas, como plumillas que escriben sueños, nácares, tesoros…
Tengo pétalos, suaves pétalos carnosos de mis margaritas deshojadas debajo de mis pies, recorriendo el gran sendero blanco, amarillento de mi nido de amor.
Invierto en el presente, apuesto a futuro, a poesía y floraciones perennes, a todas las margaritas deshojadas por amor, a los pensamientos cárdenos de setiembre y a las flores de los montes que no vacilan abrazando en adoptar retoños nuevos.
Tengo en suma un chal de pétalos tejidos y destejidos de margaritas deshojadas, alegre, colorido, al que accedo una y otra vez por éste y otros poemas inspirados por ti, mi amor.
Margaritas deshojadas, perdidas, desperdigadas en el prado, mágicas en mi lecho de ilusiones de amor por ti, irradian el fulgor que seca las fuentes de mi llanto.
En sus pétalos te recuerdo y amorosa te exalto, mientras en la tarde te inclinas en tus largas manos y te envuelven como tules que en tu pecho se derraman.
Margaritas deshojadas, manantial de dicha que suave se extiende entre caminos y senderos remontando los sueños a las nubes altas como río de la música, llovizna de suaves pétalos, que serenamente por dentro nos abrazan.
Blancas vislumbres, flores fugacísimas, florecen y se deshojan por los campos como pétalos de espuma por una playa entre esplendores del mediodía y el trabajo del alba.
Margaritas deshojadas, par ti, mi amor, pidiendo tu quiéreme, siempre tu quiéreme, ya te amo sin haberte visto nunca, ya te busco por los confines del mundo, ya sin ti no puedo vivir, te necesito amor. 

Mis huellas en tu mar


Mis huellas en tu mar, mis marcas en tu piel, entre estrías de luces, entre maravillosos perfiles que rutilan por el agua entre festejos y júbilos al velar el ardoroso buscarte en la plenitud del acierto de este amor por ti.
Dejé mis huellas en tu cuerpo de mar, entre un oleaje resplandeciente de ardores que te recorren como finas plumas del aire, cubriéndote de besos, caricias, en las puntas de las olas intentando cubrirte con mis ansias locas.
Mis huellas en tu mar, iluminan mis intentos de que no me olvides nunca, entre clamoreos festivos, jubilosos, inocentes, plenos de relumbres, de fulgores, proclamando cómo te estoy queriendo y dejándote ante tu orilla mi cuerpo virgen y puro que alegremente se te entrega.
Las olas van formando con monosílabos palabras de amor que te susurran entrecortadas para que las descubras sirviéndote a tus deseos de que tú y yo formemos un doble espejo donde nos refugiaremos para amarnos.
Mis huellas en tu mar casi desaparecen, se desdibujan, las olas en la arena las van llevando entre la espuma hacia la espesura del mar, donde tú me esperas, ansioso y desesperado por tenerme entre tus brazos.
Mis huellas en tu mar se adentran entre las aguas en una actividad a veces frenética y a veces pausada, fluyendo hacia ti, mi amante, porque eres amado.
Muestra en tu hacer, ¡que eres un afluente del gran fluido que es la vida!
Mis huellas en tu mar, como magia de amores, viviéndolos, sintiéndolos en grandiosos momentos de belleza y gozo sin par, entre imágenes de desbordantes fantasías y percepciones en torno a lo Divino.
El mar nos ciñe, más y más, como un cerco de alegría, colmándonos de asombro al mirarnos entre espumas que desfallecen en la orilla.
Mis huellas en tu mar se hunden de a una, de a cien, de a mil, las incontables pisadas cristalinas, que como figuras de blanco mármol quieren estrecharte entre sus senos, de una  en otra, evadiéndose ligeras y permaneciendo siendo ninfas.
Son juego de raudo amor, entre tú y esta ninfa rápida que apenas erguida cae entre tu espuma desfalleciendo en tu orilla entre verdes curvas, con luces vagas en un gran hervor de cuerpos en proyecto. Se enlazan en las ondas en altas quejas estremecidas de gozos y placeres, entre deseos que se alzan en ligeras crestas de ondinas, entre ansias que se mueren en blancuras de amores nuevos.