Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 15 de junio de 2016

Nardo



Verte nunca más


Verte nunca más,
ya no estás más en mi vida,
te fuiste sin una palabra,
mi amado ausente.
Ya no te espero ni un minuto más.
Perfumes, luces, formas y sonidos,
desentrañados de su cautiverio,
azuzan y apaciguan los sentidos en un riesgoso
y repetido juego.
Detrás de la espesa niebla del misterio,
huiste escondido tu figura apagada,
sin  una despedida,
te fuiste a buscar otro amor.

Verte nunca más,
¡Pobre mi amado ausente!
te equivocaste en tu búsqueda,
tu vida no va hacer la misma,
vas a sufrir y te arrepentirás.
Pero todo ya es tarde,
te quiero lejos de mí.
Deja mi vida libre,
independiente, sola.
Mi cuerpo solitario,
arrastrando las tinieblas,
que relámpagos furtivos van cortando,
pero poco a poco voy subiendo la cuesta,
de sentirme abandonada
y me encamino enamorada de la vida,
hacia un nuevo amor.

Verte nunca más,
Ya no puedo encontrarte más,
allí en esa distancia,
imprecisa,
lejana, donde tú estás ausente.
En vano iría en busca tuya,
allí donde fue mi pensamiento a sorprenderte,
en tu misterioso lugar donde ahora te encuentras.
Y ya perdida, ciega, no sabré como alcanzarte,
en dónde estabas, si con abrir la puerta nada más,
o si con gritos o si sólo me sentirás,
te llegará mi ansia en la absoluta espera inmóvil,
inminencia, gozo, pánico,
sin otras alas que el silencio.
¡Libre al fin de hostigamientos, llantos 
y pesares.
Ando libre sin que las sombras y las piedras,
pesen sobre la espalda.
Siento que ángeles de coral vigilan mi seguro cuerpo,
convertido en puente que al infinito por las olas saltan.

Soledad desconsolada


Soledad desconsolada,
miedo, temblor en mí, en mi cuerpo,
terror terrible, inmóvil, está ya cerca,
es la soledad desconsolada,
pegando el oído al cielo se la oiría,
en su gran marcha subceleste,
hollando nubes.
Ella, la desmedida, remotísima,
se acerca aceleradamente,
a una velocidad de luz de estrella
y tarda todavía en llegar,
porque procede de más allá de las constelaciones,
ella tan vaga e indecisa antes…
tiene escogido, cuerpo, sitio y hora.
Soy yo su destinada presa
y me doy cuenta que a mi lado solo hay,
un hueco de tu ausencia,
a ti mi amado ausente,
te persigo por los más misteriosos recónditos,
donde te has refugiado después de irte de mi lado.

Soledad desconsolada,
no te puedo hallar ni debajo de la piel de mis sentidos.
Tú te has ido a una tierra burilada,
buscando a otro amor que te atrape sin que te des cuenta.
¡oh! mi blando corazón débil, solitario, llora,
para que llorando mi desvelo vuele lejos
y te olvide.
¡Todo que acabado está!
como un gran mundo a oscuras,
te marchaste entonces.
¿Dónde está tu cuerpo ahora,
vacilante, todo trémulo recordando mis besos?
Sólo queda la certidumbre de tu ausencia,
sin labios.
¿y dónde está ahora la angustia, el tormento,
cielos negros estrellados que pueden ser,
que quizás de haber sido tan solo un sueño?
y en un cándido papel, que su candor se le aumenta,
necesita el poema de amor,
la carta suprema, para que del vacío,
se salve de quedarse por siempre en blanco.
Tú no eres de nada,
de querer sin más, nunca supiste que eras un no querer,
pasaban por ti los sueños sin ver que te traspasaban.  

Locura sería


Locura sería,
si continuara de por vida buscándote,
sin dejar un solo minuto de hacerlo.
¿acompañan las almas?
¿se las siente?
¿o lo que te acompañan son pedales minúsculos de vidrio,
o las puntas de las fugaces rosadas de los dedos?
¿acompañan las ansias?
¿Y las “más”, las “mas, las “más”?
¿no te acompañan?
¿o tienes junto a ti en tú interior la música,
tan mártir destrozada de chocar contra las paredes,
las que tocan desesperadamente sin besar?
¿acompañan las alas o están lejos?
Y te digo:
¿te acompañan ese inmenso querer de estar contigo,
que se llama el amor?
¿o sigo sola, sin otra compañía que mira muy despacio,
con los ojos arrasados de llantos
y sentirse desnuda, sola, con tu desnudo prometido?

Locura sería,
tú desististe el abrazo,
se apartaron tus ojos,
me dejaste de mirar para buscar ese otro mundo,
por tan nuevo y anhelado amor.
Y yo dolida, pensante, en su locura de amor,
no sabe que otra fuerza más que la suya,
allí afuera está jugando con ella.
La pensativa y el viento,
la atormentada y su pelo,
el amor y el aire, nada.
Fluye el río del tiempo,
se empapa una en sus aguas,
se escoge la voz,
mi mirada se amansa porque ahora se ,
que nunca volverás.

Locura sería,
se me achica el corazón,
mis fuerzas se aceleran,
se me entumecen los brazos,
ya no estarás más a mi lado,
amado ausente.
Ayer mis ojos acertaban distancias
y como un remolino mis dos brazos giraban,
destrozando malezas,
o blandiendo ira el no tenerte más en mis brazos.
A veces el jardín,
convidador me llama,
cuando en rosa, jazmines y geranios,
estallan o verdean modosos.
Voy cantando bajito , sin ahondar mis pisadas,
así mis huellas se pierden en la nada,
como con un dejo de lastima y pena ,
por haber sido tuya.
Atónita mi voz halla,
no ha de escalar lo indecible
y cuestionar lo visible,
excede el entendimiento.
fue un paseo por el cuento,
el estar contigo
y ¡fue duro despertar!
¡ya no más!
¡las poesías me esperan a conglomeradas,
para dar paz a mi corazón!