Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 3 de junio de 2018

Balada a mi amante


Ninfas encantadas


Ninfas encantadas,
surgen por el bosque
luminosas,
misteriosas,
travesías que empiezan
rumbo a Siempre,
buscando en su camino
el alma adolorida
de amor
para darle calor,
luz
y vestirla de armonía,
afanes
de querencias puras.

Ninfas encantadas,
geométricas,
columnas de amor,
arquitectas de sueños,
son un todo invisible
pero su suave roce
nos acaricia al pasar
como náyade del cielo,
nos mima
y nos ama.

Ninfas encantadas,
como ayas cuidadosas
e institutrices permisibles,
nos acogen
en su seno
para sentir
su calor y su protección.
Nanas prodigiosas
que danzan
entre duendes,
gnomos,
dando vida al bosque umbrío
donde tú y yo
nos amamos sin cesar.
Son balsas de salvación
con un polícromo velamen de nubes
vestidas de Venus
hendiendo prodigiosas
auroras
y crepúsculos,
espumas del tiempo de los años,
siglos
y con peripecias supremas,
día y noche nos reúnen,
nos hacen navegar
entre besos dulces
y abrazos fuertes,
empujándonos
a nuestro tibio lecho
de hojas de otoño,
para que lleguemos
al clímax supremo.

Ninfas enamoradas,
dan ansias de vida,
afanes extrañísimos de amor,
de querencias puras,
haciéndonos recalar
en la celeste ensenada,
segura,
la que está lejos,
detrás,
a salvo del Tiempo.

Ninfas enamoradas
calculadoras de sueños,
hijas sin edad,
sólo un diseño traslúcido
que une nuestro cuerpo
a la máxima plenitud
del amar.

Abstractas,
sin misterios,
serafines o ángeles,
mensajeras de pedazos de sonrisas,
de besos,
de caricias.

Ninfas encantadas,
sus alas,
yacen en lo altísimo,
entre plumas de ángeles,
que encomiendan su vuelo
hacia nosotros,
para que en nuestro existir,
vivamos amándonos,
entre gemidos,
quejidos,
reclamos,
suspiros,
del amor cuajado de estrellas.

Tu huella que mi mar se llevó


Tu huella que mi mar se llevó,
lejos, lejísimo,
ni se verán más
tus pasos firmes y seguros,
ni sentiré tu húmeda piel
sobre mi cuerpo,
desnuda está mi carne,
colando entre mis dedos
mansa arena aunque a veces hacia adentro
el deseo reverdece
puliendo artesonados por tu ausencia.

Tu huella que mi mar se llevó,
otras aguas se mueren en tu pecho
que son mar a mis sueños y mi olvido,
mas tus naves combaten
y naufragan en un abismo
de geográfico equilibrio.

Iré a vivir el mañana
sin que tú cerques mis huellas,
temblando de futuro,
a sentir la vida de prisa,
segundos,
siglos,
siempre, nada.

Alfabetos de mi espuma
un día te alejaron de mi mar
y yo por perdido te di,
quizás por un instante tan sólo.

Tu huella que mi mar se llevó,
porque ya no sentía las alegrías altas
de tu querer y las angustias de estar
aún queriendo poco me inundaron
con lagrimones que anegaron mi pecho.

Sólo quedaron en mi alma los poemas,
las frases,
los monosílabos de amor
que se escondieron dentro,
muy dentro,
para que tu huella
no se lo llevara a la nada.

Desde la tarde aquella
que mi mar te llevó
aún andan por mis venas
mis versos despacito
y muchas cosas he visto
que pasaron traídas
y llevadas por el tiempo.

Sobre ti fui pasando
mis horarios perdidos,
sobre mí tú seguiste
como el sol en los pétalos.

Y tu huella mi mar se llevó
en la brisa de mi dolor caído,
con la tristeza ingenua
 de saberme en lo cierto,
tu vida era un profundo batir
de inquietas fuentes
en inmenso río blanco
corriendo hacia el desierto.

Tu huella que mi mar se llevó,
te llevaste mis caricias
en el gesto de tu abrazo
y en tus palabras quedaron rumores
parecidos al lenguaje
que llevabas en tu boca de agua
desde el más quieto charco
al más agreste risco.

Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado una espada
de espumas blancas.
Ha sonado la lucha
y me siento intocada,
mi mar te llevó,
estoy sobre los siglos
con fiereza de olas…

¡Nadie palpe la sombra
que mi impulso ahuyentara!
¡A veces la vida me quiere estallar
en canciones de angustia inesperada!

Yo quisiera quedarme
en el secreto de mis penas punzantes
como estrellas,
pero mi alma no puede alcanzar
el silencio del poema sin palabras.

Amor sin dueño


Amor sin dueño,
quiero que mi alma se eleve hacia lo alto
entre suspiros entrecortados y anhelos de amar
con total intensidad haciendo palpitar el corazón
con ritmos placenteros
y sin ansias ni afanes,
sin que un ser me esconda entre sus brazos
y no pueda sin límites amar hasta el infinito.

Necesito que mis armoniosas
y pequeñas risas y lloros en flor
se congreguen al son de las alas
de mis sueños.
Mis frases,
mis estrofas de amor,
son nubes que flotan
y para ello hay que tener luz de estrella
para iluminar mi vida
en silencio plácido y sin fin.

Amor sin dueño,
quiero ir por veredas
de la tarde perdida y sola,
sin sentir el cercado de ramas
que quieran encerrarme
con trabas ni cerrojos.
No quiero que nadie pase por mi mente
como un aire domado con ramas verdes
que cercan mi sosiego.

Amor sin dueño,
no se atreva ningún ser a entrar
en el plato sonoro de mi silencio
queriendo quemar
la llama hirsuta de mi frente
como un ave de marfil en primer vuelo.
No quiero ser un pentagrama vacío,
me quiero llena de notas
que palpiten en mi alma
encontrando los versos,
las prosas,
que abren las alas y vuelan
levantando un remolino de cadencias
que como ecos lejanos llegan
a horizontes cercanos.

No deseo que mi corazón de poeta
sea un rojo sol prisionero,
quiero sentirme libre para amar
con todo mi espíritu por doquier,
aquí, más allá, lejos,
en infinitos espacios.
Necesito cruzar el éter
dormitando en el silencio blanco
de la luna llena
o como en potros de llamas
cabalgar en los cometas.

Hundirme libre en el mar
o bajar libre al abismo
donde la luz no penetra
y donde millones de ojos me sorprenden
y contemplan,
son los diamantes
que el gnomo amontonó
en sus cavernas.

Amor sin dueño,
vuela, corre, descansa,
se lo coge a puñados como al mar
y cae sobre las almas que me rodean
en un sueño eterno sin despertar ya más.

Suelto, escapado va,
sin que se sepa dónde,
sí pisando los cielos que miramos
o bajo el techo que es la tierra nuestra,
inasequible, incierto,
eterno jugando a existir siempre
y a su paso en las altas madrugadas
unas alas invisibles lo golpean,
lo llaman, lo necesitan,
es el amo seguro que se cierne
volando a ras de tierra
para todos en un enamoramiento total de la vida.