Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 28 de diciembre de 2019

Las letras duermen


Murmullos en la noche


Murmullos en la noche,
colmada de cálidas palabras
encendiendo velas donde el viento
sacude negra soledad.

Ayer en la noche,
entre los silbidos del viento
acaricié el pétalo de tu sombra.
¡Qué extraño fue!

Murmullos en la noche,
los dos quietos,
abrazados en un solo cuerpo,
sentimos en oleadas
de viento y agua
que la esperanza viene a nosotros.

Murmullos en la noche,
somos dos,
sólo dos,
con miedo a ser uno.

Miedo a amar y a dejarse amar
miedo a pasión desbocada,
 miedos a besos furtivos y deseados,
miedo a vivir entrelazados
bajo las ramas confundidas y anhelantes
de los ligustros.
Miedo de ser naturaleza,
viva,
en la naturaleza.

Murmullos en la noche,
delirios alucinantes
de saborear la paz
serena de tu amor
y cada mañana tu aliento
de cigarra anida
mis ojos abiertos
en la penumbra quieta.

Murmullos en la noche,
que mi alma juglaresca escucha
como fondo apabullado,
son murmullos que
como arrullos de horas muertas
nos nombran,
para unirnos con mil ojos
confundidos de caricias
en un viento indiferente
que juguetea con nuestros cuerpos
plenos de amor.

Murmullos en la noche,
quiero que tú
 con tus palabras y gemidos de amor
aturdas todos mis sentidos.

Comúlgate conmigo,
apagan los murmullos que deliran
desboca los temores indefensos
y sólo
¡ámame!
y será, entonces, el mundo nuestro.

¡Ámame!
Seré la sal de tu camino
y el verde de tu sombra acogedora,
seré tu cuerpo de perfumes
y aromas dulces,
brazos de estatuas,
esculpidas por la pasión fresca
de mis formas tuyas.

Tiempo del adiós


Tiempo del adiós,
se me perdió el amor
ayer estuvo cerca,
muy cerca,
hoy ya no dijo ¡adiós!

Transitó por mí,
con sus caricias,
sus gozos,
sus sonrisas
su entrega.

Tiempo del adiós,
ahora sólo rescato tu rostro
del silencio ahumado,
sin miradas.

Su silueta,
su porte fino,
elegante,
se ha filtrado en el tiempo
entre sordinas y esmeriles.

El recuerdo
 es ya olvido.

Tiempo del adiós,
el fuego que era nuestro sustento
dejó sólo sus cenizas en mi aliento,
no he muerto,
te he dicho ¡adiós!

Desvivida y realizada
me encontrarás en el durazno,
presa,
donde su piel,
estío enamorado
perfecciona el temblor
de cada beso
y hasta mi corazón,
multiplicado,
arderá entre las ramas del cerezo.

Tiempo del adiós,
ya mi voz
entre tímidos fanales de amor,
no enciende su ardor
ni su perplejidad eterna,
en movimiento continuo.

Creí que eras el esperado de siempre
con tu voz melodiosa
y seductora,
música para mi sangre,
harta de pájaros
o diálogos inventados.

Fuiste mi sueño creído
milagro realizado
el impulso que hacía arder mi sangre
y ahora ya estás en el pasado
en el tiempo del adiós.

De ti apenas sobrevive
una imagen difusa y estival.

Tiempo del adiós,
no deseo olvidarte nunca
quiero apresar la sosegada llama
que entibia mis ojos
pensando en ti.

Quiero perderme
en la enigmática y secreta
zona de la alborada
donde digo carmín,
azul,
violeta,
y al nombrarlos se esfuman
en fantástica pirueta airada,
llevándome hasta volver a alcanzarte.

Allí, en lo imposible,
pero, herida,
me desplomo
como golondrina lastimada y sola.

Tiempo del adiós,
en mi vida estarás siempre
entre mis sueños,
tu esencia,
no los contornos de tu perfil
sino tu sustancia
cuyo temblor hace latir mi alma.

Sigo siendo


Sigo siendo tuya,
cuanta falta me haces,
escúchame,
búscame para volver
a creer en el amor.
Tengo para ti
besos y caricias dulces.

Sigo siendo tuya
aunque tengo mis manos vacías
y vacío de tu amor
está mi corazón
aunque siempre en mi mente
estás presente
en cada lar que busco.

Sigo siendo
ese ser
que siempre buscaste,
libre, sensible,
pura y casta,
que escribe poemas de amor
que tú inspiras sin saberlo,
tú renaces al amante
y haces que sólo sepa hablar
con el corazón primero.

Sigo siendo
la luz que te ilumina,
los brazos que te arropan,
tu luz y tu paz,
la que vela por tus sueños
la que te guía
en tus momentos de duda.

Sigo siendo
la que sin condiciones
ni obsesiones
pinta en tu cara sonrisas
porque la mayor de mis pasiones
eres tú.

Sigo siendo
la que espera que me emociones
con tus vaivenes de sosiego
y arrumacos de gozo y felicidad
porque tu amor
me hace libre
y a tu amor me entrego.

Sigo siendo
un ser sin sombras
ya que desde que llegaste a mi
me has iluminado,
has colmado mis días
de risas y alegrías
y has alejado las tristes
melancolías de mi alma.

Tu amor impulsa mi pluma,
escribo para ti,
sigo estando cerca de ti
en cada milésimo
de mi segundo de vida
y por ti triunfa
lo cierto en mí.

Sigo siendo
como nube,
luna de misterio,
sin vaguedades indistintas,
sólo yo para ti,
sin inquietudes ni desapegos.

De virginidad me ceñí
para guardarme
para cuando me encuentres,
me cerqué de niebla
en mis sueños,
me quité mis formas
y voy y vengo,
ingrávida de blancura
en suspenso para esperarte
y seguir siendo tuya.

Esclava dulce
que acepta su entorno
porque el amor
es el que la apresó en su cautiverio
y quedó esperando para salir
entre los aires volando
cuando me encuentres.