Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 4 de junio de 2015

La noche triste


Me dijiste adiós


Me dijiste adiós,
Sin una lagrima en tus ojos, Ni tristeza en tu corazón,
Me sentí acongojada, lastimada,
Herida en lo más profundo de mi alma,
No pretendí nunca que me amaras por siempre,
Pero si cuando ya no te animara el sentimieto hacia mi,
Me lo dijeras sin causarme este profundo dolor.

Me dijiste adiós
Al cabo de un segundo después que me dijiste adiós,
Me estaba muriendo,
Seres inanimados robaron mi vida,
La incertidumbre golpeaba en mi pecho,
Al cabo de un segundo, la fuerza de mi amor hacia ti,
Me sacudió profundamente y logre el espacio del silencio.

Me dijiste adiós
¿Cómo podré iniciar el principio de mi vida sin ti a mi lado?
Entre las leyes de lo negro y blanco,
Entre el conocimiento que me abarca el próximo instante de la luz,
Del sí o no, en la circunstancia,
Si tu adiós escurre mi espíritu en un gélido invierno.

Me dijiste adiós
Si al paso encuentro las cadenas,
Desde mi cierta inocencia envuelta en sangre
Y telas de arena bajo la gris sabana
De mi lecho sin ti.

Me dijiste adiós
¿Cómo podré andar?
En esta noche de lastima,
Sacúdete bajo las sombras de mis manos,
Que me esculpen entre la humedad y el polvo.

Me dijiste adiós
Miro pasar la sombra,
Un reverso de luz donde nunca he sido nada,
Noches ¡Oh prodigio!
Tus manos dejan las mías sin prisa pensativas,
Aplacando alabanzas,
Sin arpa ni música,
Bajo esta ceremonia de dolor.

Me dijiste adiós
Miro mi vida,
Y me dejas escribiendo estos versos,
Donde no vuelvo a reír,
Donde la roca profundiza en mis raíces,
Silencio, culpa,
Mis ojos tristes y este amor que llora a tus pies.

Plenitud sublime


Plenitud sublime,
integridad insuperable es vivir amando
como la única razón
y la verdadera expresión
de ser la misma Vida.

Amor tan sublime que nada expresa,
tan inmaculado que brilla por el infinito,
 así es el amor que por ti siento,
 teniendo en mi laúd cantares
y en el rosal de mi cariño, flores.

Plenitud sublime de vivir,
 amor que llena mi ser
con infinita alegría,
pon en mis versos el tesoro
de las alboradas de plata,
de los mediodías de oro
 y de las tardes de escarlata.

Dame a beber la poesía
en el raudal de inspiración
que es fragor de lucha
en el día y en la noche meditación.

Plenitud sublime, plétora excelsa
que como un himno todo lo ennoblece,
 todo se agranda a sus clamores,
el firmamento resplandece,
la tierra se colma de flores.

El amor, el verdadero,
nacido de mi alma sonora
con la armonía de flotantes alas,
desciende por diáfanas escalas
a bañarse en la fuente bullidora.

Plenitud sublime,
que hace que la inspiración
se colme de recuerdos excelsos
de los momentos en los que estuve
 entre tus brazos,
riendo entre vibrantes notas.

Siempre hay estrellas
que brillan en la noche de mi alma
cuando pienso en ti.
El deseo y el amor
en un instante de semblanza
nos conducen al espacio
con las alas de todas nuestras canciones
para llegar hasta altas nubes
plenas de radiantes ilusiones.

Plenitud sublime,
grandiosa en su clamor,
dilata el paisaje y un temblor
de encaje pone en el follaje.
Amor, luz que el cielo envía
como poesía de la noche fría,
luz toda dolor
por ser toda sueño de blanca belleza.

Plenitud sublime, inesperada,
 sorprendente, apasionada,
con instantes de gozo y de pasión,
nuestras almas se buscan
por nuestro diferir
como por un camino
donde no hay despedidas.

Y al final, el hallazgo, el contacto,
la unión pura brotando como río sin cauce
en un agua quieta
y sólo estaremos tú y yo,
uno y uno,
en un solo rostro, amor, que les sonríe.

Plenitud sublime,
en lenta y arrobada calma
 buscamos la unidad, labio con labio,
acunándonos unidos en una paz cierta y plena.

En mi sueño de poeta
me visto de estrellas para brillar para ti
y nos abrazamos unidos
 en carruaje de cristal
donde nos amamos con pasión
en nuestro Universo de amor
en el que el silencio nos une.

Desilusión desgarradora


Desilusión desgarradora,
 mi corazón sangra
 en una corriente continua
de dolor y pena.
He sido lastimada,
herida sin culpas ni reclamos,
sólo por el hecho de encarar
la verdad frente a frente.

Desilusión desgarradora,
 los sentimientos se enredan, se mezclan
 en un torbellino de dudas y temores.
La vida nos depara, sin darnos cuenta,
pisando a hurtadillas
con situaciones penosas y adoloridas.

¿Cuál es la razón de esta maraña
de iras ajenas en las que estoy sumergida?
Es un ahogo en el alma,
 la maldad, la mezquindad,
buscan la inocencia, la credulidad, la ingenuidad,
para anidarse energías puras y positivas
y así se sostienen en soledades interminables
 de las oscuras noches.

Desilusión desgarradora,
 ¡qué de pesos inmensos, orbitales, celestiales
se apoyan en la nada de hondos abismos,
 buscando por doquier la luz
que los ilumine y les de fuerzas
para continuar su labor
de socavar el bien y el amor.

Me engañan con ficciones,
falsos paraísos flotantes sobre el agua
que me ahogan de pesares infinitos.
Busco lo verdadero, el amor único y total
y no lo puedo hallar,
sólo encuentro signos y simulacros
trazados en papeles blancos, verdes, azules
que vuelan con el viento lejos de mí.

Desilusión desgarradora,
me persiguen esas almas atormentadas
que vuelven del osario inmenso
de los que no se han muerto
porque ya no tienen nada
que  morirse en la vida.

El dolor me acompaña
como símbolo irrefutable
de que existías tú en ese lapso de instantes
de creíble amor
pero mientras yo te sienta,
tú eras la prueba de dolor
de otros momentos en que no me dolías.

Desilusión desgarradora,
has dejado tan sólo polvo,
vagos rastros fugaces,
recuerdos ínfimos en mi alma,
rasgada por hendiduras sin sostenes algunos.

Mi alma, como alas,
sosteniéndose sola a fuerza
de aleteos desesperados,
 pesarosos, a fuerza de no posarse nunca,
de tratar de volar
llevando  por doquier
 la esperanza de que existe el amor,
ése, el verdadero, el creíble,
no en leves mundos frágiles,
sí en únicos y donde se albergan
las verdades más profundas.

Desilusión desgarradora,
no quiero pedir apoyo para superarla,
ni a los barcos ni al tiempo.
Quiero internarme sola en galerías enormes,
abriendo en los granos de arena
las minas de llamas o azahares,
para hilvanar entretejiendo
ese amor dulce
que no desgarra ni hiere.

Y en ese desliz, en estelas,
pisando nubes sin huellas,
no mirar más el recuerdo
 de esas sombras mezquinas y oscuras
que ya no existen más.

Mis manos están vacías de ellas
 igual que mi corazón y mi alma.