Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 4 de junio de 2017

El elegido


Mañana del ayer


Mañana del  ayer,
vivida con intensidad total
como si fuera un Hoy
último y deseado.

Sobrevuelo como una dinastía de soles,
amo y soy amada,
estoy envuelta en hilos
de unión perdurable y recíproca.

Mañana del ayer,
ya vivida desnuda,
he soñado una noche solar
con viento y lluvia,
me borraron como a un fuego,
como a un poema
escrito en un muro.

Mañana del ayer,
más allá del olvido,
alguna vez de un costado de la luna
verás cómo caen los besos
que brillan en mí.

Las sombras sonreirán altivas
luciendo el silencio que gime vagabundo,
vendrán las hojas impávidas
que algún día fueron
lo que a mis ojos vendrán
las mustias fragancias
que innatas descendieron del alado son.

Mañana del ayer,
esperada,
ansiada,
deseosa de vivir las rojas alegrías
que burbujean intensas en el sol,
que redondean las armonías
equidistantes en el humo
danzante del amor nuestro.

No me abandones, mi amor,
en esta verdadera mañana del ayer.

No quiero que falte poesía,
en el Hoy del hoy,
entre ensueños rezagados.

Pido el silencio entre nosotros dos,
que nos amemos juntos,
como si fuéramos uno,
solo tú y yo.

Mañana del ayer,
sed
silencio
encuentro
amor.

Vida, mi vida, déjate caer
déjate doler, mi vida,
déjate enlazar de fuego,
de silencio ingenuo,
de piedras verdes en la noche clara,
déjate caer, ahora,
ya, mi vida.

Mañana del ayer, cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
el temor de no tenerte solo tiene poemas,
solo tú haces de mi memoria
una viajera fascinante,
un fuego incesante.

Candidez amorosa


Candidez amorosa,
mis pasos de alondra,
pisaron el otoño húmedo
y te sentí volar entre la fronda
 indiferente de viejos pergaminos,
te fuiste lejos,
a lugares inciertos.

Quise seguir tu vuelo solitario,
quise amarrar mis ojos
a tus amadas alas,
quise rehacer mis dedos
con tus plumas,
quise volar cerca de ti,
entretejiéndome
entre tus cálidas caricias.

Candidez amorosa,
inocente, crédula,
creía fácil seguirte y tenerte cerca,
más tú volabas, volabas…
Autómata, juguete de papel y cielo
y te tragaba el viento
y te mordía la distancia luminosa.

Y yo, soñaba… soñaba…
que hoy… tal vez mañana…
quizás un día
yo sería la rama de tu nido.
Candidez amorosa,
entre trinos y cantos, versos y metáforas,
 tejiendo nuestro hogar
para ser tuya en nuestra rama
y donde allí posarás tu piel
con el ahogo de tu aliento.

Pero el tiempo pasó,
 lento, muy lento,
no hubo nido, tú volaste…
Fuiste un cuento, mi sueño,
mi leyenda de otoño en serenata.

Candidez amorosa,
cuando mis ojos gritan tu nombre
en la soledad de la distancia imperdible,
el recordar el abrazo de tu piel,
de nave humedecida,
me sacude y me hiere,
me desdobla y me eleva,
buscándote en esa distancia lejana
donde tú te resguardaste,
 te escondiste.

Mi vida es ahora
un cielo trivial de sueños locos
que llenas con tu aliento
de viajero errante y taciturno.
Aprieta mis deseos,
caliéntame las carnes
con tu pasión de viento.

El sol será mañana
un plato de lujurias
y tú serás mi boca
y mis manos desgajadas.

Candidez amorosa,
¿adónde me conduces?
 ¿Por sendas de ingenuidad,
candor, inocencia?

Creo en todo lo que me rodea 
y a veces agobiada, debilitada,
 por creer en imposibles,
me tiendo
en el manto oscuro y plácido
del campo abierto a la noche
y entre las estrellas rutilantes
 me voy en tu búsqueda
con tus sueños y pensando imposibles,
que nuestro amor como pájaro sin alas,
se acurruca desarmado
en nuestros cuerpos,
en nuestras bocas,
en nuestros corazones.

Candidez amorosa,
canta el río mojado de tipas
y empedrada en la sed del silencio
se consumen nuestras formas
 fundidas en el tiempo inagotable.

Placeres y gozos,
 caricias que desgarra,
besos que dibujan
nuestros rostros temblorosos.
Es nuestro amor
que muere cada noche
para nacer…
y volver a morir a cada instante.

Amor mío,
desboca los temores indefensos,
mi aliento con tu boca,
haz mi piel con tus ojos de humo
 y del mundo sin final
 la comunión de una eterna entrega.

Fuiste tú


Fuiste tú,
me dejaste en el mundo irreal de la poesía,
mundo mágico donde estoy sola,
 en otra dimensión,
viviendo momentos únicos conmigo misma.

Mis poesías de amor,
son paradisíacas,
tiernas, dulces, a veces severas, duras,
despiadadas, adoloridas
y ¿cuál es la razón que me insta
 a estar jugando con las palabras,
 saboreándolas,
deleitándome con ellas?
 ¿Es que existe una razón verdadera?

No, es irreal,
 es del otro mundo,
 de otros cielos, de otros horizontes
y vienen despacio, sin apuro,
sin prisas a buscarme
y a llevarme a lugares lejanos y secretos.

Fuiste tú…
mi inspiración, mi numen,
 mi amor consagrado
hasta el último anhelo de mi alma.

Me haces vivir
en nostálgicos y melancólicos suspiros
que desde mi mundo interior
surgen aún más allá de la nada,
del no existir
en esta realidad sin amor verdadero.

Fuiste tú…
me transformaste,
soy y seré un ser diferente
desde el instante
en que apareciste en mi vida,
 me enamoré del AMOR,
me diste el todo
que siento que soy hoy.

Entre metáforas,
 sílabas, letras, frases, sinónimos,
 mi mente se va sola
con ellas a danzar,
 a disfrutar de la música,
 a amar la vida con total intensidad.
Sin saber por qué, las poesías,
 con prisas, con prioridades inusitadas
quieren ir a las páginas en blanco.

 Corren, se entrecruzan, se vuelcan  
perdidas sin saber qué expresar,
 si es el amor el intenso
o el tranquilo dulzor
de caricias no sentidas.

Se van enhebradas en letras tejidas
con encajes de fulgores brillantes,
opacos, refulgentes
a recorrer el orbe
en mantos de amor
para envolver en redes
 las almas necesitadas
de sentimientos puros,
 inocentes y vírgenes.

Fuiste tú…
cambiaste mi entorno,
mi sensibilidad más honda, más sentida,
me elevó a bordes abismales
de remotos tiempos,
de ayeres y de presentes inesperados
con profundos deseos
de amar y ser amada.

Fuiste tú…
el que despertaste mis ansias,
mis angustias, mis puros deseos
de volar sin alas, lejos, muy lejos,
 a cielos azules entre nubes áureas
como campos de algodón,
buscando el don de la esperanza,
el deseo de vivir
volcando mi sentir
en trozos minúsculos de papel
o en hojas apergaminadas
o en caminos de arena
donde se borran con la espuma del amor.

Fuiste tú…
me diste la vida, esta vida mía
que me hace amar por sendas sin fin,
 derramando como pétalos de jazmines
sentimientos hondos, sinceros, únicos,
transferibles de un alma a otra,
tendiendo mis anhelados puentes
donde la vida renace
y el ser humano se une
entrelazando dedos, manos, brazos, mentes
para limpiar nuestro planeta
de oscuros y misteriosos sentimientos
 malvados y mezquinos.