Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 11 de abril de 2013

Alegrías y pesares


Flechas en el corazón


Flechas en el corazón, son como lanzas filosas, cortas, agudas, que despacio, lentamente, se incrustan de a poco en mi pecho sintiendo inquietud, dolor y angustia. 
Flechas en el corazón, dañinas y molestas, debo arrancarlas sin apuro, de a poco, para que no arranquen ni un trozo de mi alma que busca el amor. 
Espero a Eros con sus flechas de amor, entregadas por Cupido en un momento inesperado, en un devenir del tiempo. 
Y de pronto, en un momento de mi vida, surgieron como flechas perfumadas y dardos nacarados con mieles, mis palabras en un poema de amor viajaron hasta tu alma.
Dulce estrella de la pasión, ojos de luna, corazón suave y tierno de mi locura. 
Primero fue un poema de amor, luego otro y luego otro.
Sobre las costas de tu espíritu se fueron amontonando mis versos.
Flechas en el corazón que atravesaron tu voluntad, que fue cediendo como una ciudad asediada y las venas de tus sentimientos se abrieron como flores.
Flechas en el corazón que me llevaron hasta tus brazos, la increíble recompensa de los cielos y de todos los dioses, tus párpados entornados mirando hacia el infinito en un apretado abrazo de dos que se aman, tu calmo aliento rodándome el cuello. 
Los poemas son mágicos y enamorar es cosa de magos, el amor que nos trajo Cupido entre cielos celestes, lunas llenas, mares en calma, nos colmó de felicidad, flechó nuestros corazones con la flecha de la ilusión y ésta se expandió sin control dentro de nosotros dos.
Flechas en el corazón desde mi arco de amor te busco y casi sin aliento quedo porque a tu lado no puedo estar, la distancia es inexpugnable y larga.
Pero existe la esperanza de que quizás al menos en otra vida nuestras almas se encuentren enamoradas en un tiempo tan fugaz y eterno, punto de luz para que la esperanza y la ilusión de encontrarte no se escape de mí nunca más.

El día que florecieron los naranjos


Ya florecieron los naranjos. ¡Mi vida toda es una flor abierta y perfumada! Me sonríe a mi el sol o la noche, el amor se acerca. 
¿Rueda para mí el mundo jugándose estaciones naranjos en flor, floridos vergeles?
La belleza de los naranjos vive por encima del mundo como el lucero del gran sino de amar en la gran altitud donde todo es silencio. 
El día que florecieron los naranjos, mi alma se abrió dejando atrás afanosos tropeles de anhelos y palabras truncas. 
Florecieron en las mañanas, sin deshojarse, entre hierbas temblorosas y níveos azahares. 
Fue una avalancha de luz en la ternura de mi espíritu, un instante que desangró en magia.
El día que florecieron los naranjos, nosotros, sí nosotros, amando fuimos los amantes entre suspiros que ahogaron las mareas, en vaivenes de colores iridiscentes, entre dos exóticos velos enlazados en la cumbre de la insinuación.
Nada podrá recrear el bronce tibio y dorado en las palabras entre los naranjos florecidos y las manos desbordadas de perfumes, colores, néctares sublimes que llegan al alma.
El alba se posó en la copa de los naranjos florecidos y como de un sueño me despertó, me pobló de aromas y de mariposas, perfumó mi todo y me acercó al verdor de la esperanza que el amor me traería.
Las flores, entre suspiros, fueron desprendiéndose de tanto amar, pero sus frutos fueron dando lo que necesitaba para no sentir el miedo de dar y perder.
¡Ay amor, el día que florecieron los naranjos, el agua de la acequia iba llena de sol en el vergel cantaba un ruiseñor! y tú y yo nos amamos bajo los naranjos en flor y nuestros besos fueron como sus frutos plenos de gozos y de placer. 
Sueño con mirar en tus ojos tristes flores rozagantes… del alba, el color. 
Quiero en tu sonrisa la fruta exquisita, del mar los arrullos, de un jardín, su olor…
El día que florecieron los naranjos, fui tuya por fin y te sentí cerca de mí en mares de sonrisas y ternuras sin fin.

Raíces profundas


Raíces profundas, sin temblores ni misterios, peregrinas en el tiempo de la vida, en una verdad definitiva. 
Raíces profundas, fecundas que traspasan los límites últimos de nuestro ayer, el de ayeres.
La vida que con tibios presagios sin rumbos, nos lleva sin amores verdaderos a enraizarnos en un correr para nada a un cansancio agotante y asfixiante.
Desde las raíces profundas de mi corazón, siento traspasar como dagas afiladas el dolor de no tenerte ya más a mi lado, te extraño y me hieres sin querer lastimarme.
Es tanta la fuerza que aprieta y ahoga el alma toda pero al final el valor arrecia y se alargan raíces nuevas para crear la felicidad en ti y en mí.
Amor con matices, raíces profundas, crece, camina, corre y nunca se olvida. Cautiverio de emociones verdaderas, soñadoras, amor fortalecido, recordarte sólo me queda ya que te has ido para siempre.
Raíces profundas que como puñales diamantinos se clavan, se hunden en nuestro interior, en el cuerpo, en los ojos, en el más allá, todo por un amor ingrato y falso.
Las resistimos obstinadamente en la prolongación de la felicidad oscura, procuramos encontrar suaves y cálidas raíces profundas que nos tornen a una vida luminosa y creativa.
Raíces profundas que por milagro me hacen asombrar, incrédula de que aquello tan cruento estaba en mi vida y que por fin, como por sorpresa me soltó y de prisa, desesperadamente fui a encontrar abrazos cálidos, besos jubilosos, promesas puras y verdaderas que como raíces, níveas, profundas y hondas me llevan al amor prístino al que presagio era en el existir de antes.