Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 27 de agosto de 2016

Mil horas


Magia nocturna


Magia nocturna,
esa bóveda de estrellas,
ese regalo sureño,
es toda magia y es sueño
con noches de luna llena

En la laguna,
media oculta en la totora,
hay un argentado chal
que de frío tiembla y llora
porque el amor de los amores
se ha ido.
¿Volverá?

Magia nocturna,
en alguna ocasión,
la luna luce brillante
porque el lago de los amantes
es aliento a la pasión.

Magia nocturna,
sopla nostalgia
en la penumbra del negro cielo,
jugando al viento con nuestros besos
promete sueños al gran silencio,
de pronto la luna atraviesa
esta noche llena y blanca
tras unos eucaliptos se encuentra
un follaje sobrepuesto
de magia rebosada.

La luna se resistía
a dormir tras el río.
Era el viento celoso
que abrazaba los vergeles
escondiéndose del frío
la luz se fue de mis ojos,
con una magia nocturna
donde permanentemente vivo.

Y sigo buscándote
entre las estrellas titilantes
y en el mar embravecido.
Magia nocturna,
caen sobre la noche
sueño e ilusiones
que se enredan entre hilos
de cristal y plata.

El silencio rescata
la profundidad de los pensamientos
la serenidad del cielo
habita en nuestras mentes,
los rayos de la luna
pintan las almas
y en el espacio se huele
el aroma de la dicha.

Magia nocturna,
el aire se impregna
con el perfume del misterio,
los labios se deleitan
con el sabor de los besos

La magia nocturna resplandece
en los caminos solitarios
vuelan los recuerdos
acariciando los sueños.

Tiempo de amar


Tiempo divino que llegó
a ser tiempo,
poco a poco,
mañana tras su aurora,
mediodía camino de su víspera,
estío que se junta con otoño,
primaveras sumadas a inviernos.

Años que nada saben
 de sus números,
llegándose,
marchándose,
sin prisas,
sol que sale,
sol puesto,
caminos sobre anhelos de amores
hechos trizas
sobre los días lentos,
sobre abrazos,
noches con el ardor urdido
del desvelo
que en la alta madrugada,
da, por fin,
con el contorne exacto de su empeño.

Tiempo divino de amar.
Estaba apoyada en la mañana,
envuelta de luz en primavera,
ascendía la vida por mis hombros
y en las manos temblaba una estrella.

El pálido rocío de tus ojos
se extendió por altísimas nubes
y al dar mi corazón
un primer impulso,
volcó por mis sentidos,
sangre nueva.

Tiempo de amar
dame tu libertad,
no quiero tu fatiga,
no,
ni tus hojas secas,
tus sueños,
ojos cerrados.
Ven a mí,
desde ti.

No desde tu cansancio,
quiero sentir tu libertad
que me trae igual
que un viento cálido,
universal,
una bandada de visiones
que tú veías cerrando tus ojos.

Tiempo de amar,
en el que recogeré
tu imagen primigenia,
en el aire que tallaba
tu presencia.

Y así, naciste
de mis deseos al son
de una viola de amor,
cintura cincelada en nácar verde
y perfil modelado
en blanda cera.

Tiempo de amar,
en los duros biseles del silencio
estabas inmóvil
como águila señera
atisbando desde lejos
mi figura,
para encontrar mi mirada
pura e inocente.

El calor de tus hombros,
enlazaba la cima de los cielos
con la tierra,
tus caricias sin palabras
cubrían mi cuerpo entero,
crecías hacia adentro de mis dedos
cuando tocabas mi piel
sin rozarla siquiera
y al llamado de tus ojos
se alzaba de mi sangre este poema.

Tiempo de amar,
un aire estremecido de ternura
llega hasta mi cuerpo
sediento de amor,
pasión
y gozo.
Con trompas de oro,
te proclamo
mi amado amante.

Tiempo de amar
¡Todo canta en mi entorno
al son de este amor nuevo aún lejano!

Nuestras miradas


Nuestras miradas
fueron como un primer beso
de amantes incipientes.

¡Asombro!
¿Es obra humana tanto gozo?
¿Podrán nuestros labios
encontrarse alguna vez
y con apenas un roce,
sentir el placer,
el amor intenso,
la entrega toda de uno en otro?

Volarán al segundo beso
y al tercero
y hasta que los abrazos
nos inunden en un manto tibio de amor
envuelto tras gasas y tules
abrazados nuestros cuerpos desnudos
como uno solo.

Nuestras bocas férvidas se encontrarán siempre
no sé si en este mundo o en el otro.
¿Por qué si ya los hálitos se juntas,
los labios a posarse nunca llegan?
Tan al borde del beso
y no nos besamos nunca.

Obediente al ardor de un mediodía
muerdo la fruta nueva.
Mi boca anhela el más dulce jugo
y del anhelo no pasa.

Se le niega cuando el labio
presiente su dulzura,
tus labios serán de los míos
me hicieron sentir primavera,
pulpas de mayo,
azúcares de junio,
día a día sumados a la miel de tu boca,
consumación, feliz, lejana y distante.
Desde rutas sin fin,
último paso te presiento, amante,
pie en el aire
trayendo tu amor a donde tu amor espera.
No podemos concebir nunca
que de imposible se vuelve la pareja.

Flechas del alba cruzan
por los incorpóreos aires,
llevándote todo mi amor,
mi dulzura,
mi risa,
mis caricias,
mis pasiones.
No te voy a herir,
te voy a amar
con tanta intensidad
que la bóveda al cerrarse
abre más cielo.

Y en la hermosura basta de estos límites
siente el alma que nada la termina.

Somos imágenes que inclinan su rostro
sobre espejos que nunca se reflejan.