Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 16 de julio de 2015

Amargo desengaño


Cercana ilusión


Cercana ilusión,
quiero estar contigo,
no te encuentro en horizontes sin fin,
mis pasos resuenan en la acera solitaria
y se pierden en la cinta del eco
enredada en la cabellera de los árboles.

Ha de haber una puerta sin cerrojos,
una ventana sin vidrios,
un espejo caído en mil cristales,
por las que podré entrar
y encontrarte amado mío.

Cercana ilusión,
como un ladrón de cielo,
buscando la raíz de los quebrantos,
la razón terrible de por qué te has marchado.
Creo haber hallado el verdadero sendero
por el que nos encontraremos,
aún en sueños
donde los seres se desnudan íntegramente,
no hay sonrisas falsas,
gestos ocultando intensiones equívocas.

Cercana ilusión,
si pudiera gritar para encontrarte lo haría,
las palabras serían testamentos para repetir libres de mentiras,
la hazaña del día.
No te perderé,
estoy llena de ti,
llevo conmigo tu esperanza invicta
y los diluvios de nuestros cuerpos
empapados de amor.

Te encontraré para amarte más,
déjame entrar a tu íntimo alfabeto
para saber lo tuyo por su nombre
y a través de tus letras hablar de lo que permanece
y también de auroras y de nieblas.
Cercana ilusión,
déjame entrar para aprenderte
y girar en tu órbita de voces
hablándote de lo que me acontece
y descubriéndote a ti, mi amado amante.

Y en el perenigraje lento
de las horas que resbalan
coloreándose hacia el alba
mi cercana ilusión se cumple
y tú vendrás hacia mí
haciendo eterna nuestra unión
como faz que se dobla
en el arco haciéndose durar.

Cercana ilusión,
plenitud total,
sin quebranto ni inclinaciones inciertas,
centro donde el esplendor
se esparce entre instantes a la deriva.
Al fondo de nuestros secretos,
los dos sabemos que nos amamos,
que tuya soy, que tú eres mío,
nuestros ojos develan sus brumas,
nos miramos frente a frente,
tejiendo un manto de niebla
para ocultarnos
de aquellos que niegan lo nuestro.

Cercana ilusión,
el deseo en nuestros cuerpos nos acerca,
nos empuja a estar juntos en ritmos,
balanceos de gozos y danzas.
Seremos como dos llamas
que apagan su calor
cuando están más fundidas
y tienen más desolación
cuando parecen más unidas.
Ya estamos cerca, muy cerca,
nuestros cuerpos se buscan con fervor.

Estamos en el borde del sueño
y nuestra desnudez
absorberá la luz de los espejos
y eres tú y soy yo
y es un caminar en círculo
dar a nuestros hechos dimensión de arco
y a solas con un impulso loco
decirte
“Te amo”.

Invisibles en el Paraíso


Invisibles en el Paraíso.
Nuestro lugar secretísimo
donde nadie nunca nos encontrará, nadie
y es allí donde te siento cada día
rozándome sutilmente con todo tu amor
que es como una mariposa
que vuela en el aire de la mañana,
como el viento suave que roza mis cabellos.

Nos amamos sin prejuicios ni condiciones,
sin esperas ni reservas,
sin egoísmos ni sombras,
sin cadenas ni sumisiones,
el mundo real para nosotros no existe.

Invisibles en el Paraíso.
Nos amamos con la profundidad insondable del océano,
con la claridad del Sol en las montañas
con la fuerza suprema de vientos huracanados.
Nuestras almas se buscan tras toda emoción.

Invisibles en el Paraíso.
Frente a nosotros enmudece el mar,
la arena,
el cielo y la mirada
y desde la lejanía se sienten ecos,
palabras,
voces que suenan clamando por la claridad y el amor.

¡Paz!
¡Vida!
Nacidos para la vida
y el amor fuimos creados.

Invisibles en el Paraíso.
Cogidos de la mano,
con pasos errabundos y lentos,
emprendemos nuestro camino solitario
y hemos subido al cielo,
a las estrellas luminosas,
en la inmensa noche azul llena de temblorosos ojos.

Lengua del Paraíso,
sones primeros,
vírgenes,
entre tanteo de los labios en el aire del mundo
para que estrenemos los besos,
los abrazos,
los nombres de los gozos primigenios
que nuevos son para el júbilo nuestro.

Invisibles en el Paraíso.
Que en los tiempos del alma,
allí,
en el más antiguo nos encontremos sin buscarnos,
sin seguir huellas ni en nuestra memoria,
ni en ningún signo nos guiaremos,
nos veremos percibiéndonos nítidamente
entre la niebla gris que poco a poco se fue abriendo
para que nos viéramos y nos amáramos por siempre.

Invisibles en el Paraíso.
Y así,
lo que tú eres cuando yo te lo digo
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Nuestras almas están juntas,
tú me sientes en la tuya,
yo te siento en la mía sin poder entenderlo,
sin saberlo nosotros mismos.

Invisibles en el Paraíso.
Nuestro aire está lleno de esperanzas en vuelo,
las encontramos y las traspasamos
con nuestras alas tiernas
y con un soplo imperceptible nos decimos
¡Te amo!


Aunque estén contra nosotros,
el aire y la soledad,
nos seguiremos queriendo
sobre todo en la alta noche cuando el sueño,
ese retorno al ser desnudo y primero rompe desde las estrellas,
nos queremos sin querer a fuerza de estar queriendo.

Quisiera que estés presente


Quisiera que estés presente
con el color de tus ojos o tu voz o tu risa.
¿Lo sobrenatural nació quizás contigo?
Hoy estoy pensando en ti…
como lo hice ayer
y lo haré mañana.

Mi mente repite tu nombre,
mis labios lo gritan,
mi cuerpo extraña el calor de tu cuerpo.

Te extraño,
extraño el sabor de tus labios…
Extraño la caricia de tus manos.
Quisiera que estés presente,
aquí a mi lado…
Quisiera poder besar tus labios
y tomar tu mano.

Pero no puedo,
no estás presente y te busco
en una búsqueda incierta,
inasequible, eterna,
jugando con nosotros a será o no será.

Sé que te encontraré,
estaré siempre al acecho en las altas madrugadas
por si cruzases por mis soledades
entre alas invisibles que se cruzan
y envuelven mi cuerpo esperándote.

Quisiera tenerte a mi lado
en el frescor de mi cuerpo enternecido
donde la hierba se siente ya iniciada
entre musgo verde y recién brotado,
entre la sombra de los sauces inclinados.

Quisiera que estés presente
y te entregaría un poema de amor
como puñado de agua límpida,
entre un espejo agradecido
donde acontece tamizada la tarde.

Estaré contigo agradecida
de tenerte entre mis brazos
pero es ardua la empresa,
la curva se endereza y pienso
que sin acertar el rumbo
ni la escala estaría mi cuerpo contra el tuyo
en la alta luz que con ímpetu
resbalaríamos en nuestro nido de amor.

¿Cómo apresar la sosegada llama
que te entibia los ojos?
¿O el frenesí que tu mirar proclama
cuando se incendia pródigo de rojos?
Quisiera que estés presente
desvivida por besarte
y mi piel en este estío enamorado
tiembla como adolescente enamorada
y hasta mi corazón multiplicado,
arde entre las ramas del cerezo.

Hollo mi memoria en una espera cotidiana,
corriendo por mis venas mi amor para ti consagrado,
ajena a la honda espera que el tiempo riguroso sazona.

De repente,
llegaste,
como llegan las nuevas
que sacuden las entrañas,
tiembla el aire,
temblamos los dos tan sólo con mirarnos,
empañadas nuestras voces,
quebradas nuestras alas sólo sonrisas y cantos,
besos sin fin
hundiendo nuestras cabezas confundidas
entre nuestros regazos.

Quisiera que estés conmigo siempre
ya que hambrienta de tu amor estoy
y mi cuerpo puro y casto
te reclama fatigando mi corazón y mi respiro.
¡Quiero vivir los besos
con sensación de retorno siempre!