Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




Haz click para ver los videos de mis prosas poéticas.


jueves, 9 de mayo de 2013

Una luz encendida


Ánforas de fuego


Ánforas de fuego, cántaro de amor que impregnas en mis venas por mis poros, la pasión y el deseo.
Que no entre ni el soplo del viento en el ajeno silencio que pueda apagar este fuego en chispas doradas que vuelen al espacio en centellas de amor.
Ánforas de fuego, cuenco de recuerdos ardientes ya que la llama del amor nunca debe extinguirse.
Voluptuoso sentimiento que nos arrebatan a caricias incontrolables, de profundos gozos.
Ánforas de fuego, entre gritos y gemidos la pasión incontrolable nos inunda, apareció en mi interior un fuego que me abraza, una locura de amor inconfesable.
Deseo sentir tus brazos protegiéndome y sentir como tu corazón late.
Solos en ese instante las manos se encuentran, se entrelazan juguetonas, juegas con picardías y se aprietan con fuerza.
Ha aparecido en mi interior un fuego que no se extingue, que crece a cada segundo y se hace más fuerte.
Ánforas de fuego, me llevan a mis cándidos papeles a posar el verso que del vacío se salve con la esperanza de ser tan sólo fábula, sí en poemas níveos, que se posan suavemente en papeles en blanco.
Fuego de amor, que trasunta la piel y hace aparecer en mi interior un fuego que no se extingue, que crece a cada segundo y se hace más fuerte.
Ánforas de fuego, colmadas de caricias suaves, tenues, leves, que erizan mi piel y hacen palpitar mi corazón con latidos fuertes y galopantes.
Tus manos suaves me hacen sentir querida, mimada y me adormezco en tu pecho sintiendo vibrar el amor que nace entre los dos, amor clamoroso, vibrante.
Amor sin límites, entrega total, tú y yo, yo y tú y a la vez, sólo uno, fundiéndonos en una llama inextinguible como un antorcha que nunca se apaga.
Aticemos el fuego de nuestro amor para que no se apague nunca, con nuestros cuerpos unidos, brazos entrelazados, espíritus colmados de pasiones ardientes.
Ánforas de fuego, que arda el amor siempre entre nosotros dos, en un fuego que a la vez sirva de luz y calor y que a ambos nos abrase pero que no nos consuma jamás.
Mi sino es arder y ardiendo viviré junto a ti, tiemblo de pensar en el aproximado encuentro de dos amantes que arden y se necesitan mutuamente.

Seré tu oasis


Seré tu oasis, tu remanso, tu alivio, entre árboles llenos de nidos, soñando en remansos dormidos, en lechos de algas y flores.
Iré contigo a aquel mundo perdido donde hubo tanto canto, soy feliz en ser tu oasis, por el verde tierno que nos rodea, en esas hojas nuevas, suelta la flor su perfume más si una frase la inspira.
Seré tu refugio, tu ansiado nido, seré tus versos, el tesoro conquistado en la isla encantada, lejos del mundanal ruido.
Seré tu oasis, ven hacia mí! soy feliz en tu luz enajenada, huyo de mi y entro en ella y me envuelve tu dorada dulzura.
Lánguidas miradas en los rayos de la luna, resbalando una a una entre ramaje dormido mientras un silencio majestuoso nos envuelve y nos lleva a escuchar notas calladas, bajas.
En voz baja y al oído conversan  con la laguna cerca de donde tú y yo reposamos en un plácido y feliz momento.
Seré tu oasis, seré tu paz, todo vive en reposo, todo en calma, la claridad triunfa y desde el alto sol cuanto más orlar más vibra, goza.
Con inocente ritmo todo el paisaje canta y nos cuenta sus misterios en un alado idioma sin palabras, como regalo de gracia.
Seré tu oasis y por las noches, vírgenes de estrellas, nos conducen en lentas caravanas en policromos paisajes, granos de arena que brillan con centellas de plata.
Seré tu oasis, frases nobles y sinceras, cláusulas níveas, lentas pasan, versos de celestes temas a lo lejos se escuchan y la escritura que llega ya se fue, rápida, indescifrable, la que con plumas veloces sobre otras se precipitan y se borran las ya escritas por otros astros, en el paisaje lo esbozado por los galas la tórtola lo arrebata.
En las hojas de la mañana nunca me canso de llenarlas de los siglos de poemas.
Seré tu oasis, en la fuente de agua en medio de los arenales, de melodías nos inunda con música de arpas que nos dan ilusiones ópticas, espejismos que con trémulos desafíos nos hacen vibrar ¡qué milagro!
Estamos tan lejos y tan cerca, ávidos esperando la suave brisa por lugares habitados en medio de los áridos y desérticos terrenos.
Seré tu oasis, tu descanso, estación detenida allí en el camino de la vida, estremecidos de placer de estar juntos en este puro silencio, en este espacio detenido en el tiempo creando en su entorno ondas de calma.

Volar hacia otras esferas


Volar hacia otras esferas como almas gemebundas o voces apocalípticas que con alas de profecías rozan en instantes breves otras esferas del gran orbe.
¿No sientes que alarmado está el mundo en su temblor?
Siente que hay dos seres que han decidido romper el lazo hechizado que es vivir en este mundo e irse aceleradamente hacia caminos desconocidos entre luceros  con máscaras de mil colores para poder poner final a tanto gran poder que abruma.
Temblar haremos el tímpano del mundo, pasando ruinas de historia, ecos de mares antiguos, murallas destruidas.
Volar hacia otras esferas, entre suaves curvas y caminos diáfanos.
La bóveda, al cerrarse abre más cielo para que tú yo podamos mirarnos en las estrellas fugaces que cruzan raudas el espacio infinito.
Y en la hermosura vasta de estos límites siente el alma que nada la termina.
Volar hacia otras esferas, este espacio que no era más que espacio a nadie dedicado, aire en vacío, se redime en nosotros, poniendo plata sobre piedra, fieras luces del sumo mediodía, claridad toda hueca, de tan clara, ya es misterio.
Volar hacia otras esferas, como flechas del alba cruzando por los espacios incorpóreos, no hieren, nos traen vida de colores y de amores.
La bóveda, al cerrarse, abre más cielo y en la hermosura de estos límites, el alma se va, poco a poco, uniendo con su mitad, su mitad del alma.
Nos vamos en suave concavidad, nido de dioses, Venus, Atenea, Zeus, Minerva y sus siluetas en columnas del cielo se posan inmóviles, ingrávidas, impasibles en su auge de majestuosidad suprema.
Volar hacia otras esferas, con lentitud, en fabuloso procesión, rodando con el mundo y en cada vuelta la hermosura crece, la de ayer, la inédita.
La luz estrena nuestro vuelo, nos hace ir al más allá, juntos, abrazados los dos en uno, acreciendo nuestro plural.
Nada nos confunde, ni lo invisible, todo es prodigio, es temblor, es cadencia, caminando hacia la imagen de lo no perdido, latiendo junto en lo eterno, años, siglos, de amor fresco.
Tiempo divino que llegó a ser tiempo poco a poco, mañana tras su aurora, estío que se junta con otoño, primaveras sumadas al invierno.
Lenta rueda que nos va subiendo sin prisa hasta nuestro nuevo cielo.