Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 15 de agosto de 2011

Ánforas de fuego


Ánforas de fuego, cántaro de amor que impregnas en mis venas por mis poros, la pasión y el deseo.
Que no entre ni el soplo del viento en el ajeno silencio que pueda apagar este fuego en chispas doradas que vuelen al espacio en centellas de amor.
Ánforas de fuego, cuenco de recuerdos ardientes ya que la llama del amor nunca debe extinguirse.
Voluptuoso sentimiento que nos arrebatan a caricias incontrolables, de profundos gozos.
Ánforas de fuego, entre gritos y gemidos la pasión incontrolable nos inunda, apareció en mi interior un fuego que me abraza, una locura de amor inconfesable.
Deseo sentir tus brazos protegiéndome y sentir como tu corazón late.
Solos en ese instante las manos se encuentran, se entrelazan juguetonas, juegas con picardías y se aprietan con fuerza.
Ha aparecido en mi interior un fuego que no se extingue, que crece a cada segundo y se hace más fuerte.
Ánforas de fuego, me llevan a mis cándidos papeles a posar el verso que del vacío se salve con la esperanza de ser tan sólo fábula, sí en poemas níveos, que se posan suavemente en papeles en blanco.
Fuego de amor, que trasunta la piel y hace aparecer en mi interior un fuego que no se extingue, que crece a cada segundo y se hace más fuerte.
Ánforas de fuego, colmadas de caricias suaves, tenues, leves, que erizan mi piel y hacen palpitar mi corazón con latidos fuertes y galopantes.
Tus manos suaves me hacen sentir querida, mimada y me adormezco en tu pecho sintiendo vibrar el amor que nace entre los dos, amor clamoroso, vibrante.
Amor sin límites, entrega total, tú y yo, yo y tú y a la vez, sólo uno, fundiéndonos en una llama inextinguible como un antorcha que nunca se apaga.
Aticemos el fuego de nuestro amor para que no se apague nunca, con nuestros cuerpos unidos, brazos entrelazados, espíritus colmados de pasiones ardientes.
Ánforas de fuego, que arda el amor siempre entre nosotros dos, en un fuego que a la vez sirva de luz y calor y que a ambos nos abrase pero que no nos consuma jamás.
Mi sino es arder y ardiendo viviré junto a ti, tiemblo de pensar en el aproximado encuentro de dos amantes que arden y se necesitan mutuamente.

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