Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 26 de marzo de 2012

Lo desconocido



Lo desconocido, lo misterioso, lo escondido entre brumas y tinieblas, entre ondas de sueños y de penumbras, trepando con lentitud, grave y severa hacia la tarde reclinada en el poniente.
 Pasan los años de la vida humana, rugientes olas que atisba el vigía, siempre a la espera de que llegue el forastero, el intruso que se cuela en nuestra vida, encontrándonos en un ensueño de locas fantasías.
 Lo desconocido, es la sombra que se queja, en el pasado y en el futuro por no encontrarme en el existir de su vida.
 Lo ignorado, lo incógnito, lo inesperado, aparece súbitamente, buscando el tiempo que como río que huye lo aleja de su amada y quiere proseguir, perdido, su búsqueda que quizás se halle en la sombra de un remoto ayer.
 Lo desconocido me lleva a tiempos pasados, donde los arrullos y la claridad de la luna se elevan y nombra y repite mi nombre y abriendo tus alas serenas, aduermes mis penas.
 El ignoto, desde una melodía de lejana orquesta viene con el día y anda en la floresta, sus brazos me estrechan, entibian las ansias de conocerlo, de mirar sus ojos y que ya no seas un desconocido.
 La extraña, tenaz, clama en  sonoros ecos de un romance cercano.
 El silencio avanza, pálido y trémulo, ante él la esperanza, deshoja en flor, buscando mi alma, su dicha y honor.
 Clama en su alabanza ¡te quiero conmigo! ¡aparece ya! ¡no te escondas ni huyas! ¡ven a mi lado!
 Todo es tan fugaz, la vida pasa, feliz entre las flores, los cantos y fulgores de amaneceres brillantes sin enturbiar el deseo de encontrar entre la transparente mañana a la amada que no tuvo ayer.
 Lo desconocido, el de fugaces dichas, el de fugaz emblema, se va como el perfume, se extingue como el canto… ¿hacia dónde va mi desconocido? Te quiero a mi lado, que me acunes con tu brisa y tu gracia especial y al reflejarme el límpido fulgor de la alborada, te miro frente a frente, te reconozco, alma, ¡ven, te llamo, tú el desconocido! ¡No me dejes más!
 Te encuentro en el hoy, sobre las sombras nocturnas del éter, en la inmensidad la luna triste y taciturna, vaga en pálida soledad si tú y yo no estamos juntos.
 Los dos nos comunicamos en un lenguaje sutil, cuando los cristales duplican la luna como una nota errante que se extravió en su cantar y con su luz agonizante nos buscamos sin podernos hallar.

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