Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 26 de diciembre de 2011

Palabras desopilantes


Palabras desopilantes, imprevistas, irresistibles, que hacen cosquillear el alma y reímos sin saber razones ni porqué.
Tienen luz propia, irradian ternuras deseables, inocencias perdidas.
Palpitan primero sin pronunciarlas y de golpe se asoman a nuestros labios y un vértigo de risas por dentro nos inunda, hacia el mañana.
Ya las siento llegar por entre el manto de llanto que me envolvía y la alegría de la mano me llevó hacia ti, mi consuelo, mi cómplice de crear palabras nuevas, nuestras sólo.
Palabras desopilantes nos llegaban para existir despacio o de prisa y nos las decíamos entre carcajadas de espuma para vivir sin más.
Y entonces nos dejaban ingrávidos, flotantes  en el puro vivir si sucesión , salvados de motivos, de orígenes, de albas.
Y sin mirarnos a los ojos, desde lejos , supimos tú y yo que nos hacía falta estar juntos.
Besarnos, sí , pero con unos labios tan lejos de su causa que lo estrenaban todo, beso, amor, al besarse sin tener que pedir perdón a nadie, a nada.
Palabras desopilantes, que nos unieron en plural, todo en plural, luces, vidas y mares y cantándonos mutuamente a gritos, fúlgidos de días por venir, ¡ eso no es nada aún, buscaos bien, hay más!
Los dos ¡qué descarrío!, ¿este camino, el otro , aqué?, ¿este día, este hoy, este ahora?.
¡Qué alegría vivir sintiéndose vivido!. De alegría, de risas cristalinas, diáfanas, claras, secretísimas, con miedo de no hallarnos en umbrales, en bordes trémulos de victoria, sin ganas de ganar, sólo de vivir una vida inocente entre errores pasados con el júbilo único del existir del Hoy que va ya por encima de triunfos o derrotas, embriagados  en la pura gloria de jugar con nuestras palabras desopilantes.
Me rindo a la gran certidumbre oscuramente de que otro ser, fuera de mí, muy lejos, me está viviendo y que cuando los espejos, los azogues de almas cortas, aseguran que estoy aquí yo inmóvil como estatua de sal negándome al amor de luz, de la flor, de los nombres, la verdad trasvisible es que camino sin mis pasos, con otros, allá lejos y allí estoy besando flores, riendo, hablando porque hay otro ser por el que miro el mundo y juntos  nos unimos entre palabras desopilantes que nos despiertan entre risas compartidas

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