Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 14 de mayo de 2012

Se fue de madrugada


Se fue de madrugada, descalzo y en silencio sin maletas.
Se fue el amor sin previo aviso, marchó sin un adiós, sin un lamento.
Tal vez se fue así porque me quiso. Tal vez su voz calló de abatimiento.
Se fue el amor, marchó por la vereda que aleja su perfume de mi almohada.
Marchó el amor, se fue de madrugada, y vacío mi amor se queda.
Se fue el amor, se fue de madrugada, es el instante que no se olvida, tan vacío devuelto por las sombras.  Los suspiros del mar humedecen las únicas palabras por las que vale vivir.
Se fue de madrugada, me abandonó, mis brazos quedaron extendidos queriendo detenerlo, mis manos llenas, de caricias muchas lo esperaban anhelantes. Por mis mejillas rodaban lluvia de lágrimas amargas entre los restos del silencio profundo dejándome abatida y rechazando la luz, el ruido, el mundo.
Se fue de madrugada, en penumbras, su esbelta figura se deslizó en la quietud de la alta noche y me quedé perdida entre sollozos buscando las razones y el por qué huyó sin decir palabra.
La angustia me invadió, la soledad me acechó, él se fue, por las sombras, yo buscando la luz lo quise detener.
Se fue de madrugada y en mi pecho quedó clavado como flecha ardiente el dolor de haberlo perdido guardando en mi corazón la esperanza de que vuelva por ese camino claro para hallar otro edén donde se crucen mis luces y sus sombras y no haya más temores de ausencias escondidas.
Se fue de madrugada, ¿volverá?, mis brazos lo esperan con el alma en las manos.
Miedo, temblor en mí, en mi cuerpo, terror terrible, inmóvil quedo, es la felicidad de sentir que él está ya cerca, aceleradamente se acerca a una velocidad de luz de estrella, pero aún tarda en llegar, porque viene desde la distancia queriendo dejar las sombras para encontrarse con mi luz, aún vago e indeciso.
Yo lo espero, porque suya me siento desde su partida hasta su llegada.
Me estremece el pensar que en vísperas del alba viene con desatada prisa hacia mí dejando al fin sus dudas alejándose de las penumbras.

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