Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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viernes, 30 de noviembre de 2012

Un poema sin final



Un poema sin final, sí un comienzo pleno, augusto, soberano, un himno total al amor.
Surgen mágicos alfabetos en hojas sin tacha, vírgenes, puras, esperaban los monosílabos brillantes, rasgos de cristal, puntas de agua.
Un poema sin final, que dejó frases de verdades nobles, cláusulas marmóreas, casi totalmente blancas que lentas pasan al papel.
Sin una gran retórica, humildes, con pausas, sin notas especiales, el vapor del amor hace componer odas lejanas como las frases dulces de celestes temas del eterno amor.
Un poema sin final, con una escritura extraña, la que llega y ya se fue, la indescifrable, la rápida, la que con plumas veloces sobre otras precipitadas borran apenas las escribo.
Parecen escritas por otras alas, las invisibles, las misteriosas, esbozadas a la ligera pero con deseos e ímpetus de ser leídas.
Pluma tras pluma el poema se vislumbra  dando paz y calma al alma, gozos al corazón y cantos maravillosos al espíritu.
Pero cuando quiero que se vuelque en el papel se rompe de pronto el encanto, suelta la flor su perfume mas si una frase lo aspira entonces se evapora o se consume en las cuerdas de la lira.
Un poema sin final,  sus estrofas son altas nubes que llegan a horizontes lejanos, no podemos escribir desde tan lejos sus versos casi invisibles, porque para poder hacerlos hay que tener luz de estrellas.
¡Versos! ¡Poemas! Con ímpetu alado al ideal, ascended y en las estrofas verted el tesoro conquistado.
Un poema sin final,  entre risas y lloros en flor se congrega al rumor de las alas de mis sueños.
Nunca pude saber cual estrofa fue la última, la que anunció el amor esperado, la que en un fulgor de alborada  comenzó en mi duermevela matinal pero que no llegó a escribir el final, todo lo que habita en mi interior lo guardo en un secretísimo lugar donde habitan los ideales de mi prosa.
Un poema sin final, en el que se rompió al punto de terminar su encanto escondiéndose la flor de la inspiración en un intangible ensueño.
Y busco en mi interior ese final esperado que es imposible, no está en mis estrofas los sones que desde mi laúd van brotando, son los pasos de las visiones que conmigo lo andan buscando.
SI algún día descubriera ese final olvidado, todos mis cantos aromarían mis versos y pediría al viento noticias de su llegada, al ave, a la flor, a la nube y a los astros del firmamento.
  



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