Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 6 de febrero de 2013

Agobiante


Agobiante, azotada por fuerzas temibles, me siento zarandeada como marioneta al viento, me empujan, me arrastran, me hacen temblar, me inclino hacia la madre tierra buscando refugio y la invisibilidad. 
Agobiante, ¿por qué los signos maléficos, las sombras oscuras, las envidias inevitables, no me abandonan y me hacen dudar de mis actos que creo venturosos, dignos, necesarios?
Agobiante, mi vida serena dejó de serlo, me acosan sucesos siniestros que mi alma rechaza, se cierra como pétalos de la flor que no alcanzó a ser fruto.
¿Dónde está la humildad, la solidaridad, la ayuda mutua, tan necesarias para crecer y amar hasta el infinito?
Agobiante, es vivir entre errores, sin culpas, en equívocas ideas, entre heridas que como saetas finitas con espinas de rosas se clavan hundiéndose en mi alma y dejándome exhausta, triste, solitaria, sin mí misma, vacío el espacio de mi mundo interior pero siempre defendiendo su verdad clara y pura, plena de amor aún sangrante.
Agobiante, quiero volver al mundo de las sonrisas que se despiertan cada día al clarear el alba, al mundo mágico de las almas puras y plenas de amor que me rodeen y giren en vueltas eternas los Ángeles áureos protegiéndome del mal, la traición, la mentira.
¡Bendita es la vida con amor, existencia prodigiosa sin recuerdos dolorosos, sin memorias sufrientes!
¡Vivir de frente hacia ese dónde que nos conduce a la paz de alma, queriéndolo, buscándolo!    
Agobiante, necesito estar acompañada por las ansias de ese inmenso querer de estar conmigo, riendo, danzando, cantando en cada segundo de mi vida.
Ir hacia el paraíso de los tiempos del alma y renacer las palabras de amor escondidas en la memoria de tiempos ya idos, frases, poemas, sílabas entrelazadas que corren hacia el papel que las espera dormido en una somnolencia de luces apagadas que comienza a vibrar al recibirlas ansioso y expectante.
Mi cielo se esta volviendo nítido, todo alado de olvido, lleno de esperanzas en vuelo, ahora comienzo a vivir el Hoy conmigo misma.
¡Qué dicha vivir en la dicha plena del estar sin vagar y sin rumbo, sólo vivir en gozosos instantes que nunca serán iguales!
¡Toda la vida es única! vivámosla en los días y horas en que fuimos felices, lejos del agobiante dolor que pudo rozarnos.     

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