Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 22 de abril de 2013

Dos caminantes


Dos caminantes de la vida, tú y yo, juntos en un pedazo de cielo con vibraciones distantes y entre sueños envueltos en tules y mantos, caminaremos unidos hacia el más allá que nos espera, entre nuestras sonrisas que alegran la soledad ya ida.
Dos caminantes rodeados de blancas nubes vigías, flotando sobre el agua con luces encendidas que el amor arrulla.
Dos seres que sin mañanas, sin neblinas y sin misterios en tardes otoñales, silenciosos van, sin alas, por los aires como aves ligerísimas.
Dos caminantes, los que a su paso arrullan las oscuras golondrinas entre frondas verdecientes buscando una mirada donde el amor gozoso encuentra sombras bellas, gráciles que se deslizarán en su ruta, entre besos y escenas de colores.
Dos caminantes que viven el amor con la hermosura posible, entre tinieblas con las luces que esquivan.
Ya no más esperanzas perdidas en éste hoy, se ofrecen breves dosis de retorno a ilusiones ya idas.
Dos caminantes ansiosos de estar juntos, revoloteando por el aire sus voces apocalípticas con alas de profecía.
Dos caminantes que piensan y aman en el crepúsculo para alcanzar con suspiros el cielo y volar libres y danzar en un cortejo de besos rozándose casi sin tocarse, ya que en dulce tibieza, de a poco encender el fuego del amor en insaciables ansias de amar.
Dos caminantes que arrobados marchan paralelos al tiempo en un afán sin término para salvarse de no encontrarse.
Rodeados de esa luz inextinguible ya que el camino bordeado de estrellas los conduce a su lar, avanzando en claridades casi a ciegas porque la búsqueda es donación de la vida, entrega total, sin misterios, donde las preguntas retumban y los ecos contestan.
¡Amor, eres mi vida!

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