Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 26 de mayo de 2013

Claroscuro

Claroscuro, mi vida se desliza lentamente por un fuego helado que deja mi corazón apesadumbrado y entre quejas y penas mi alma en un grito de silencio ensordecedor clama por paz sin lágrimas dulces.
Claroscuro, entre mares de letras, monosílabos, frases como en una marejada con oleaje alto me interno en mí misma.
Se me vuelan los ojos entre colinas y llanos en este mediodía  cielo de raso y me tiendo  en el verde prado entre el roquedal y el bosque.
Claroscuro, amarillos y verdes, amariverdes, escuadras implacables y sutiles pinceles duendes fríos y cálidos. Fuiste y serás el amor de mi calma y excitación ya y nunca.
Mis poemas se irán al mar o al rio entre las sombras de los sauces y llegarán a ti para aceptarlos o rechazarlos.
Me los devolverá la tarde en un claroscuro entre puñados de agua cristalina y turbia entre ristras de voces bajo los árboles frondosos y raros
Claroscuro, mi corazón late en una acertada y confundida alquimia secular de los jardines trocando la sigilosa confidencia en alto aire cercano y lejano, tallado, esclarecido.
Claroscuro, de mi sombra ingrávida y caduca entre promesas huidizas y venideras del amor en las manos. Te veo llegar con tus dos ojos sin mirada y tu silueta apenas sobrevive difusa y estival.
Claroscuro, se me ha perdido tu nombre y tu rostro y tu figura, los ha filtrado el tiempo, en anexar y desunir, entre sordinas atronadoras.
Claroscuro, el recuerdo es olvido, de tu silueta apenas sobrevive entre alegrías y hastío una imagen cercana y lejana a la vez.
Eres de un país de hechicería donde la brasa ignora la ceniza y el mirar es un modo azul que atiza la brasa y arremansa la alegría.
Claroscuro, amor impetuoso y calmo que llevó a una pasión desbordante, avasalladora y tierna.
Sueño crecido, impulso que descarta la unidad.
¡Oh milagro realizado!
¿Es esto un diálogo inventado?

¿O es que mi sangre harta de pájaros y de sueños busca enhebrar la perfecta compañía de tu amor imposible y verdadero?

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