Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 2 de octubre de 2013

Y aún estás en mí


Y aún estás en mí,
siento tus labios latiendo
junto a los míos,
tus brazos rodeándome
como una cinta de terciopelo suave,
azules y verdes,
no dejándome ir.

Te vas despacio,
en secreto,
por caminos desviados, inclinados,
abismales,
te alejas de mí
y no sabes por qué.

Quiero atarte con cordones de seda
enroscados en mi cuerpo
deseosos de tenerte,
de que estarás dentro de mí,
pero ya es imposible,
tus ojos tropezaron,
se enlazaron con otros ojos
y dejaste de amarme.

Y aún estás en mí,
en tu distancia lejana y dolorosa
te presiento,
siento el aroma de tu cuerpo
el sabor de tus besos,
tu piel que quemaba la mía
en cada instante
en que estábamos juntos.

Quiero oir tu voz melodiosa,
seductora, diciéndome despacito:
“Te amo, mi diosa,
mi dulce, mi luz…”

¿A dónde se fueron
todos esos sentimientos
que creí sinceros?
Y aún estás en mí.
logrando en mi cuerpo
mil sensaciones nuevas
de gozos, placeres,
estremecimientos, temblores
que no me dan tregua,
llevándome al mundo desconocido
del clímax total.

Forjé un eslabón un día,
otro día forjé otro
y otro más
para que te quedes
dentro de mí
como una cadena en mi corazón.

No puedo evitarlo,
estás y estarás en mí,
hasta que muera,
mis sentimientos
son puros y simples,
tengo en mis manos
las llaves para que tú
cuando me busques
y regreses a mí,
abras la cadena entrelazada
de enredadera, de venas
en mi corazón dolorido.

Mi rumbo en este existir,
sólo me conduce a ti,
no voy a un lugar ignorado
ni a un secreto misterioso,
voy en tu búsqueda
porque aún tú estás en mí.

Entre tus labios,
busca mi aliento y lo encontrarás
con claridades llameantes
que en la noche sin ruido
y en silencio
resbalan mis besos
por tu cuerpo adorado y dormido
como si te tuviera entre mis brazos.

Y aún estás en mí,
en la sed de mi cuerpo
que nunca te preguntará nada,
tan sólo

¿me quieres aún? 

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