Ir hacia la luz que nos ilumina, luz del oír,
que enciende los espacios del sonido y
quiebra el silencio.
Tus palabras en tu voz grave y única
tienen visos de albor, de aurora joven.
Si la voz se sintiera con los ojos
¡ay cómo te vería!
Al hablar, tus murmullos encienden
los espacios del sonido,
se ilumina la gran oscuridad.
Susurra, enciende, ilumina con
gozo cenital el día porque tu voz
crea lo inimaginable.
Cazabas en alfabetos dormidos en el agua,
repetidas volaron desde el alma tan desde lejos
que tu voz fue una leve y pura sombra de voz
y yo nunca la oí.
Déjame oírte para decirme a mi misma
lo que yo deseaba que tu me dijeras.
Mientras me susurrabas se alzaron
los sentimientos, mandó tu voz, el cielo
se hizo visible en tus ojos y pronunciaste
el querer en tus labios.
Quiero tu voz con luces de ternuras
espacios de amor surcados por palabras
que contienen la dicha escondida y
deseada hasta el más allá.
Nacen en el vacío espacio de luz
innumerables, las formas delicadas y posibles
del cuerpo de tu voz y con tu hablar,
los labios y los brazos que te buscan.
Y a la luz del oír, los ojos no ven
¡Dame de tu voz el viento!
que se escuchen conversaciones eternas en nuestras voces
risueñas y de soñada armonía.
El tono de tu voz afecta todo y la siento
lejos, lejos,
una nota de un pentagrama ya escrito y ya ido....
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