Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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lunes, 10 de agosto de 2015

Invisibles en el Paraíso


Invisibles en el Paraíso.
Nuestro lugar secretísimo
donde nadie nunca nos encontrará, nadie
y es allí donde te siento cada día
rozándome sutilmente con todo tu amor
que es como una mariposa
que vuela en el aire de la mañana,
como el viento suave que roza mis cabellos.

Nos amamos sin prejuicios ni condiciones,
sin esperas ni reservas,
sin egoísmos ni sombras,
sin cadenas ni sumisiones,
el mundo real para nosotros no existe.

Invisibles en el Paraíso.
Nos amamos con la profundidad insondable del océano,
con la claridad del Sol en las montañas
con la fuerza suprema de vientos huracanados.
Nuestras almas se buscan tras toda emoción.

Invisibles en el Paraíso.
Frente a nosotros enmudece el mar,
la arena,
el cielo y la mirada
y desde la lejanía se sienten ecos,
palabras,
voces que suenan clamando por la claridad y el amor.

¡Paz!
¡Vida!
Nacidos para la vida
y el amor fuimos creados.

Invisibles en el Paraíso.
Cogidos de la mano,
con pasos errabundos y lentos,
emprendemos nuestro camino solitario
y hemos subido al cielo,
a las estrellas luminosas,
en la inmensa noche azul llena de temblorosos ojos.

Lengua del Paraíso,
sones primeros,
vírgenes,
entre tanteo de los labios en el aire del mundo
para que estrenemos los besos,
los abrazos,
los nombres de los gozos primigenios
que nuevos son para el júbilo nuestro.

Invisibles en el Paraíso.
Que en los tiempos del alma,
allí,
en el más antiguo nos encontremos sin buscarnos,
sin seguir huellas ni en nuestra memoria,
ni en ningún signo nos guiaremos,
nos veremos percibiéndonos nítidamente
entre la niebla gris que poco a poco se fue abriendo
para que nos viéramos y nos amáramos por siempre.

Invisibles en el Paraíso.
Y así,
lo que tú eres cuando yo te lo digo
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Nuestras almas están juntas,
tú me sientes en la tuya,
yo te siento en la mía sin poder entenderlo,
sin saberlo nosotros mismos.

Invisibles en el Paraíso.
Nuestro aire está lleno de esperanzas en vuelo,
las encontramos y las traspasamos
con nuestras alas tiernas
y con un soplo imperceptible nos decimos
¡Te amo!


Aunque estén contra nosotros,
el aire y la soledad,
nos seguiremos queriendo
sobre todo en la alta noche cuando el sueño,
ese retorno al ser desnudo y primero rompe desde las estrellas,
nos queremos sin querer a fuerza de estar queriendo.

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