Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 5 de octubre de 2016

Sortilegio


Sortilegio,
Magia de amar
a alguien lejano y distante.

El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí
vuelvo a recogerme.

Comprendo,
en una mano las cosas
y en la otra su sombra.

Sortilegio.
Los que me hirieron
también están desnudos,
nada me arrebataron,
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
quedó un retrato de sus ojos.

Encantamiento,
conjuro de Amor,
mis pasos de alondra
pisaron un otoño húmedo
y te sentí
alejarte volando,
entre la fronda indiferente
y deshojada
de viejos pergaminos.

Como en un embrujo sutil
y misterioso
quise seguir tu cielo solitario,
quise amarrar mis ojos a tus alas,
quise rehacer todo mi cuerpo
con tus plumas blanquecinas.

Sortilegio,
embrujo de un Amor
que se lo iba, despacio,
llevando el viento
a distancias luminosas
entre colores de crepúsculos
rojos,
amarillos,
naranjas,
de un sol que se adormece en el mar
iluminado por sus rayos.

Sortilegio,
como mágica sombra
de mariposa nocturna
voy en tu búsqueda
hacia una unión madura
con sabor a mieles de amor.

Adivinación,
de volver a encontrarte
y allá voy con mis delirios
a saborear la paz serena
de tu amor.

Sortilegio,
tú… amante mío,
en un encantamiento inesperado
no estás en mí,
sólo siento una lluvia
 de suavidades indefensas
que me llevan con mi sed de verte
al silencio de una inútil búsqueda
de tus miradas grises.

Sortilegio,
deseo que una mágica noche
enciendas la leñas de tus brazos
para recibirme entre tus encendidas manos.

te busco desde el abismo a la cumbre
ardida en ardiente lumbre.

Desde la cresta a la breña
ensueño que se desempeña,
desde el confín a la arena,
desvelo que se serena,
en un eterno recomenzar,
en un encantamiento sin fin.

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