Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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jueves, 5 de enero de 2017

Palpitar de versos


Me están haciendo zumbar mi mente, como zumban las colmenas,

en la estación de las flores, al sol de oro de la siesta.
Son los versos que en tropel abren las alas y vuelan, levantando un tembloroso remolino,
de cadencias.
Son los versos que palpitan, se agitan, y rápido se dispersan como ecos de un estampido,
como musicales flechas, va en busca de las flores divina de la belleza y van para no volver o
para volver con ellas.
Unos versos palpitantes van a los jardines y unidos a las abejas oyen y aprenden el dúo que en la flor recién abierta, el perfume y el color misteriosamente elevan.
Otros ajustan sus liras al susurro de la selva y ensayan todos los cantos de las aves que la pueblan,
desde las triunfales notas de las calandrias trémulas, hasta el piar de los nidos de notas breves y cálidas.



“ Pienso en tus caricias 

y tus caricias corren hambrientas 
sobre mi piel dormida”

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