Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 18 de febrero de 2017

Me extrañas


Me extrañas sin conocerme,
 sólo nuestras palabras
nos unen,
palabras viejas
como el mundo
que se llenan de alas
 y campanas
y suenan nuevas,
nuevas por completo
 porque han sido pulidas
y lustradas por la ternura,
la dicha de habernos encontrado
en un instante especial
y único
que nos cubre,
que nos rebasa,
que nos estremece.

Me extrañas,
dulces palabras
que se vuelven únicas
como por milagro
 y nos dejan suspendidos
en un momento de felicidad.

Tú y yo,
desde la distancia
somos pobladores
de la maravilla de extrañarnos
sin habernos visto nunca,
¿te das cuenta?.
Somos una canción,
dos aves en vuelo,
dos estrellas
de una constelación de amor.

Ya nunca seremos dos extraños,
porque tanto tú como yo
 tenemos en nuestras almas
nuestros nombres
unidos
por una invisible cadena
¡qué milagro!.

Tú no sabes,
 solitario sacramento del nombrar
que cuando te nombro,
te pienso
y el todo que nos separa
nos acerca.
Me extrañas
porque somos un amanecer,
 la llegada del sol
y del verano
 en una lluviosa tarde.

Me extrañas
y más me extrañarás
cuando tus manos
se posen en las mías
y tu beso encienda
esta cabeza mía
que caerá
como un fruto dorado
sobre tu pecho.

Porque eso es vivir…
 ¡vivir es renovarse cada día!,
 es extrañar
 sin saber por qué
a alguien que se cruzó raudamente
por tu vida
sin remotamente esperarlo,
dejándose caer
en tu camino,
 iluminando
creo otras luces,
generando expectativas nuevas
y curiosas
como una gracia
un poco endeble
pero arrobadora
como una flor nueva.

Me extrañas,
ser que entiende,
comprende,
siente,
en mis prosas de amor
lo que éstas guardan:
 temblores,
ansiedades,
emociones,
ese perfecto deseo de amar
y ser amada,
de esa realidad de amor
que nos hace inmensamente felices
y volátiles,
levitando ambos
 en ese otro espacio
donde sólo tú y yo
lo recorremos.

Me extrañas,
hablamos
 y nuestras voces se unen,
 se suspenden
en el aire como para volar.

Que extraño lo nuestro…
 cada vez que hablamos
parece que algo profundo
nos acerca,
algo con magia,
duendes,
hadas
que nos entrelazan
con hilos intangibles
que no se desatarán
nunca más.

Me extrañas,
te extraño
y la espera de encontrarnos
se hace larga,
quiero compartir contigo
sueños,
 penas,
alegrías,
canciones,
música.
Ser los dos
 la savia de un árbol,
las alas del alma,
el color del agua,
 las estrellas
en el fondo de los ojos,
la locura
en el pensamiento,
el calor de la piel.

Dejar que el amor
 nos inunde
sin miedos
y sin temores.

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