Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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sábado, 2 de septiembre de 2017

Luz inesperada


Luz inesperada,
 las voces del mundo
 han levantado sus soles
en el interminable laberinto de la tierra
 y nadie ha podido aún
encontrar la esencialidad del existir
porque habita
en el invisible corazón de la eternidad.

Más allá de las palabras,
de los sentidos y las ideas,
en el territorio oculto de tiempos escurridizos,
en los mares infinitos,
se acuna la fuerza de las esperanzas
agitando su melodía de fuegos,
en las manos del arco iris.

Luz inesperada,
corre libre donde habitan las sombras
 y en estos instantes
el amor sueña en su soledad
y las cruces desnudas
diluyen su lenguaje de espumas
recibiendo la sencilla vibración
de los corazones puros.

El amor con su luz inesperada,
 cae en cataratas silentes, día a día
por las curvas sencillas del viento,
desplazando su caudal de perfumes en el tiempo,
sin más banderas
que el acento claro de la paz.

El amor es el secreto de los siglos en receso
 y abraza en silencio
 nuestros mundos profundos y luminosos.

Luz inesperada,
que ilumina la transparencia de nuestros sueños
y hace serpentear nuestro camino de sombras
traspasando con la profundidad
insondable del océano
como la claridad del Sol en las montañas,
con la fuerza suprema
de vientos huracanados.

Luz inesperada,
eres como una blanca llama
en mi alma despierta que te espera
 siempre con la alegría de cielos infinitos,
porque sólo por Amor
peregrinamos juntos
hacia la dicha divina e inmortal.

Luz inesperada,
que derrama alegrías, dichas,
entra dulcemente por almas dormidas,
sacúdelas suavemente por las alas,
agita como trigales grandes campos de esperanzas,
haz que el amor como el nuestro
ni este día, ni esta noche, se acaben nunca.

Luz inesperada,
 da ilusión a las bandadas del porvenir
en las manos de arrebatos y de calmas.
Milagro de la luz, la sombra nace
pero choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso
sobre el suelo desvelando
a las tiernas hierbas delicadas, llegó el alba…

Luz inesperada, única,
con música celestial
en una breve brisa armoniosa
entre arpas ancladas,
violonchelos dormidos, oboes apagados.

El paisaje se ilumina,
 el Amor inunda el todo
 hasta el horizonte lejano creciente
en un espacio sin frontera,
ese amor ya sin ti,
me amará siempre.

Luz inesperada,
eres la emoción de la sorpresa,
 iluminaste nuestro mundo tan dorado
que ni el sol se encendió en ese instante,
diste a nuestro amor
el despertar del gran besar nocturno.

¡Ya la luz! ¡Luz inesperada!
Dejamos atrás lo sufrido
y sólo se nos revela transparentemente
 lo gozado en un trémulo presentarse jubiloso.

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