Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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domingo, 14 de abril de 2019

Balada de una soledad


Balada de una soledad,
a veces, el tiempo me lleva a volar lejos,
a la soledad infinita, esa que no te deja volver,
a amar.
La eternidad es frágil,
que busca como un férreo tañido de campanas.
Tiembla el aire, tiemblo yo al pensar en ti,
que no te tengo conmigo,
pero esto debe quedarse en el pasado,
ingrávido,
lejano, para que la  vida vuelva a renacer,
plena de amor nuevo,
cantos,
risas,
alegrías sin par.

Balada de una soledad,
dejo atrás la tristeza, el llanto salado,
la angustia inquietante, las ansias locas de volver verte,
y aunque me alejo cabizbaja,
empañada la voz,
quebrada el alma, triste, exánime,
no derramó ni una sola lágrima,
todo debe ser ya muy nimio,
para decirte mucho, poco o nada,
de que lo nuestro terminó,
ya para siempre.
trataré  de que mi voz en tímidos fanales,
de un nuevo amor encienda en el ancho viento,
renovados ventanales en mi propia perplejidad,
en movimiento.

Balada de una soledad,
no puedo creer que yo no sienta el dolor tan intenso,
que recorrió mi cuerpo enajenado,
ahora aguarda que fervorosos estímulos,
recuperen las huellas de mi aliento
y resuelvan en cánticos estivales,
el fuego que me sirve de sustento.
De pronto me pregunto:
¿Quién eres tú mi amado ausente?
¿Dí, llegué a conocerte realmente?
¿O eras tú tan solo un sueño no hecho realidad?
¿o eras un fantasma creado por mi imaginación,
porque necesitaba en ese momento preciso,
amar hasta el infinito y apareciste tú?
Pero vivo en un país de hechicería,
donde la brasa ignora la ceniza.
Y el mirar es un modo azul que atrae,
la brisa y arremansa la alegría.
¿o era la proyección de mi alma soledosa?
¿O a mi sangre brotando lenta por mis venas?
¿o un diálogo inventado?
¿o pura imaginación?
Esta carta de amor ausente es para alguien,
que no conocí,
¿ es esto posible?
Sueño creído, impulso que descarta la unidad,
o milagro realizado, igual volvió.
Pero ¿quién eres tú, amado ausente?

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