Mi Verso es un Canto

Mi verso es un canto, se desliza en mis hojas en blanco como un cisne en aguas de un lago, despacio, con ternura y paz.

La tarde pura de mi verso me da gozo al corazón y calma a mi alma.

Mi verso son lentas escrituras como el humo gris de las fogatas que lleva el viento sur por las noches hacia las estrellas.

Mi verso es un canto de campanas al vuelo, que trepidan el aire con su música de plata.

Solas las palabras con suspiros en suave tiempo imaginario rumorea una cadena de flores en transparencia de sueños.

Mi verso es un canto, nace de un corazón de agua y miel en una cascada de sonrisas y vaga llegando a las hojas que lo espera con música del alma.

La inspiración mana sin saber por qué y las palabras fluyen con acordes melodiosos recorriendo la corriente de mi mente como voces que parecían enmudecidas de los tiempos inmemoriales y que de pronto, como por milagro, recorriendo un largo camino aparecieron dando señales de existencia en pedazos de hojas desteñidas por el tiempo.

De mis ríos interiores, bien oculto estaba el verso durmiendo la esencia de su ser, despertó en una luz que estaba retenido en pimpollo en mi alma que al infinito ahora se alarga.

Mi verso es un canto, como hilos que conectan las estrellas y el mundo, como niebla que se fuga a las nubes más allá del horizonte.

Mi verso es un canto, como veladas voces cuyo velo aparto para que purificadas y transfiguradas se van en el aire meciendo su esencia y llegan desde lo hondo con delicadeza y alegría, como gotas de agua, despacio y de a una, al papel donde bailan una danza sin fin.




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miércoles, 13 de mayo de 2020

Préstame tu luz


Préstame tu luz, la tuya,
la que ilumina con fulgores mi cercado todo,
dándome las rojas alegrías
que burbujean intensas
en el sol que redondea las armonías
equidistantes en el humo danzante del amor.

Préstame tu luz,
es el color del tiempo
donde aun me atrevo a amar,
ilumina mi mirada
que creí perdida en una lejanía distante.

Te llamo hasta quebrar mi voz,
por aso me derramo
en llantos y sangra mi corazón.
¡Préstame tu luz, la necesito!,
mis manos se angustian en el aire
por el largo alumbrar del movimiento.

Quiero sentirla como se siente
el agua del puerto, pensativa, calmada.
La gozaré en un temblor de hojas
en que se paran gotas del cielo al suelo.

La quiero para soltarla al viento
al son de mis deseos,
eres la luz de mis mañanas
que aguardo entre mis cantos,
risas y sones de poemas
que tú me inspiras,
que caen sobre el papel
como manchas florecida del azar.

Dame tu luz,
no me dejes en las sombras
entre las angustias,
los deseos no cumplidos
y el dolor de no tener la luz
que no se tiene
y el gozo de esperar la que vendrá.

Quiero colmarme
con la claridad que tú tienes.
Vamos hacia ella los dos,
nunca más solos.
Mundo de dos,
verdad de dos,
verdad paradisíaca
iluminada por tu luz prístina y pura
ya no más días y noches solos.

Préstame tu luz
la que abre mis caminos
y pone en sus finales
embarcaderos con alas,
en un nido nuestro
donde nos encontramos
con el alma y las manos,
en suaves y aterciopeladas caricias
y alegrías en un final cierto
en nuestro existir.

Préstame tu luz,
mi cuerpo tiembla,
es la felicidad que está ya cerca
en su gran marcha subceleste,
hollando nubes, quebradas, roquedales,
a una velocidad de luz de estrella
desde las lejanas constelaciones
donde mis ojos bien abiertos
las esperan con frenesí y anhelo.

Es tu luz,
la que buscaba,
no luces soñadas, sólo la tuya,
la que ilumina mi vida toda
y se expande
luciendo en mi alma su forma decisiva.

Me estremezco sólo de pensar
que mi alba iluminada en desatada prisa
me transporta a tu mundo,
amado mío
en alas leves hacia la felicidad
del gran gozo de amar y ser amada.

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